Sorpresa

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DERECK

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DERECK

—¿Entendiste? ¿O te dibujo un mapa? —me dijo ella con sorna a lo que yo solo asentí un poco dudoso y con el corazón casi en la garganta.

Camila era una chica demasiado sarcástica, a veces no podía diferenciar cuando estaba hablando en serio o no. Y me daba miedo y vergüenza que ella se diera cuenta de eso. Además, tenía un carácter tan fuerte que podías de alguna u otro forma sentirte intimidado.

Si, lo estaba un poco pero jamás lo admitiría en voz alta.

Y Dios, estaba muy buena, para qué negarlo. Obvio no se lo diría, pues algún día quiero tener hijos y no quiero que ella corte mis pelotas.

—Ya, no seas cobarde. En realidad no es nada de otro mundo, solo les estoy devolviendo la misma bromita. ¿Ves? Nada que temer. Y créeme, no la van a pasar tan mal como la pasé yo. —me dijo para tranquilizarme y que no me arrepintiera—. Quiero decir, ¿Qué más quisiera yo que hacer a esos imbeciles sufrir hasta que no lo soporten más? Pero como todavía no puedo solo les estaría devolviendo una pequeña bromita.

Otra cosa, es vengativa, honestamente no quisiera ser su enemigo.

—Sabes que los estás provocando, ¿Verdad? —le recordé un poco temeroso.

Es que ella no tenía idea de la locura de aquellos dos, en realidad por más que ella intentara descubrir sus identidades no iba a conseguir hacerlo. Al parecer, ha hecho tanto daño que ni siquiera ella recuerda lo que les hizo.

Prometo ser yo mismo quien la lleve a ellos. Solo que no era el momento.

Ella sonrió levemente, era una maldita sonrisa perfecta, y siniestra. De esas sonrisas que no se molestaban en ocultar su maldad.

—Claro que lo sé y es por eso que lo estoy haciendo. Así que, en cualquier caso, no abras la tercera caja. —continuó explicándome, entonces tomó la base que reposaba en su cama. Las cajas eran tan bonitas y elegantes, como si fueran para un bonito obsequio.

Me sentía muy torpe y nervioso mientras ella hablaba. Además, cuando llegué a su casa casi me caigo de la impresión por saber en donde vive y lo que hace el dinero. Miraras por donde miraras todo te gritaba lujos y fortuna.

Salí de mi aturdimiento y las tomé e intenté relajarme un poco. Antes de que pudiera salir de su habitación ella me llamó nuevamente.

—Esto es para ti. —puso un pequeño sobre con dinero en el bolsillo lateral de mi pantalón. —Por ayudarme, a pesar de que no me reveles sus identidades. —chasqueó la lengua y me miró con recelo.

Yo sonreí, —Te contaré todo con lujos y detalles.

—Eso espero.


Camila estaba loca, y yo estaba nervioso. Muy nervioso. Le había dicho a esos idiotas que había logrado conseguir los videos. Ellos en serio se habían creído eso como si esa chica fuera a ceder tan fácilmente.

Inevitable Destrucción (Libro#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora