No logro entender cómo un rostro tan angelical es capaz de hacer tanto daño sin pensar en las consecuencias de sus actos. Eso confirma una vez más que las apariencias engañan. Y eso era Camila Anderson Smith, un rostro angelical al cual muy pocas ve...
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Maratón 4/6
JAYDEN
"Eres el reflejo de algo que anhelo pero que nunca podré tener."
—Jayden Walker.
Se había ido.
Estaba viendo como esa chica a la que aprendí a querer a pesar del rencor se daba la vuelta y al salir entrar al auto de su mejor amiga para perderse en las calles de Los Ángeles.
La había perdido, eso era un hecho.
Suspiré y cerré la puerta. Me senté nuevamente y tomé el cofre para abrirlo. Después de abrirlo dejé la pequeña llave sobre la mesa y el candado.
Ella tenía razón, siempre quise abrirlo y averiguar que había dentro, pero porque pensé que se trataba de algo que la inculpara a ella o algo que me ayudara a vengarme. No que tuviera que ver específicamente con mi hermana y su locura.
No sabía si estaba preparado para ver esto, pero lo hice. Saqué algunas cartas con el ceño fruncido y me puse a leerlas arrepintiéndome de hacerlo.
Camila
Sabes que soy la única persona que te quiere, nadie querría a una chica como tú, así huérfana y dañada. Solo espero que con el tiempo te des cuenta de que debes estar conmigo.
Te ama, Jane.
Leí la siguiente
Camila
Ya se que te cambiaste de colegio y estoy muy enojada por eso. Pero no te preocupes, yo averiguaré donde estas cueste lo que me cueste y estaré contigo como antes, en el mismo colegio y en la misma clase. Nunca te dejaré en paz.
Te amo, aunque estoy muy molesta contigo.
—Jane.
Las cartas si eran de Jane, era su jodida letra.
Puse nuevamente las cartas en el cofre porque eran muy similares, con amenazas y burlas respecto a que Camila era huérfana. Algo muy cruel, por cierto.
Me sorprendió cuando saqué unas fotografías de ellas dos juntas. La que estaba en mis manos era Camila como si estuviera sosteniendo su teléfono para una selfie y Jane a su lado. En esta ambas guiñaron un ojo mientras sonreían y sacaban la lengua, se veían hermosas. Y en otra ambas sonreían muy felices como si tuvieran una bonita amistad.
Se sentía muy extraño ver una foto de ambas. Simplemente no podía creer lo que estaba viendo.
Me llevé el cofre a mi habitación y lo dejé sobre mi cama. Saqué un usb que había y lo coloqué en mi computadora abriendo los archivos. Habían varios videos y comencé a verlos uno por uno.
