3. Pelea

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Contrario a lo que esperaba, no hubo regaño, ni sermones, ni nada; Por lo menos no de parte de Harry. Robin se veía enfadado, pero cuando levantó la manta (con Manny debajo), listo para soltarle una buena lectura sobre privacidad y modales, Harry lo detuvo. Pasó frente a él y se agachó a la altura del pequeño:

-Manny, sé que estás despierto. Por favor, vuelve a dormir.- El niño abrió los ojos y vio por primera vez las ojeras del pelirrojo, su cara marcada por ríos de lágrimas. Se sentó en el piso junto a él, y en lugar de ir a su cama, recargo su cabeza en su hombro. Harry se relajó inmediatamente y cerró los ojos- Perdona que te hayamos despertado, fue nuestra culpa.

-No me gusta cuando pelean.- Soltó el menor.- Se supone que las familias no pelean nunca.

-A veces las familias pelean, pero nos perdonamos.- Harry abrió los ojos y miró hacia arriba, Robin con una mirada resignada cogió una manta de su propia cama, se aseguró de que Manny estuviera cómodo y se sentó al otro lado de Harry. Se quedó dormido de inmediato.

Por la mañana, ambos trataron de actuar cómo si no pasara nada. Dejaron qué Manny durmiera un rato más y salieron del cuarto para preparar el desayuno juntos, sin hablarse, sin acercarse más de lo necesario.

Desayunaron cuando su amigo despertó, todavía en pijamas y con el cabello despeinado. Se esforzaban por hacer plática y actuar con normalidad, pero no podían concentrarse en una charla sobre el clima cuando tenían tantas otras cosas en mente. Manny tomó otra porción de hotcakes y la devoró sin cuidado, de forma que su playera y su cara terminaron llenas de pedazos de pan y miel. Cualquier otro día, lo habrían regañado y mandado a bañar inmediatamente, pero ninguno de los adultos pareció notarlo.

Cuando todos, en silencio, acabaron su plato, se levantaron de la mesa. Harry se dirigió a la sala y comenzó a leer. Robin se quedó parado en la entrada de la cocina con la mirada perdida; no fue hasta que el niño le pidió permiso para salir a jugar que despertó de su trance:

-Si, está bie- ¿¿qué hiciste con tú playera?? ¿Y cómo es qué tienes migajas en la frente? Ve a bañarte y después puedes jugar.

Manny se dirigió al baño, extrañado por el comportamiento de los otros. Robin escuchó el agua de la regadera correr y se dirigió a la sala para poder discutir con Harry. Para su mala suerte, Harry no tenía ánimos para ese tipo de formalidades. En cuánto el mayor se sentó junto a él, le soltó:

-No intentes arreglarlo. No quiero escucharte.-

-Está bien. No pensaba intentarlo.-

-Bien.- Harry intentó sonar tranquilo, pero simplemente no pudo. La frustración se transparentaba en su voz.- No es para tanto. Era una mala idea de cualquier forma.-

-No es tú culpa. Es difícil hacerse a la idea de que ya no podrás verlo. No intento atacarte, sólo quiero verte contento... y a salvo... y con nosotros.-

Robin se acercó un poco más a Harry. Recosto su cabeza en el hombro del otro, igual que la noche anterior. El pelirrojo soltó un suspiro, era difícil de aguantar el dolor en su pecho. Sabía que era por su propio bien, y qué Robin realmente se preocupaba por él, después de todo, el era el único que le había puesto atención cuando más lo necesitaba. Le ofreció ayuda, refugio y cariño. Aún así, no podía evitar odiarlo por algo que no era su culpa.

Desde el otro cuarto, Manny les aviso que iba a salir a jugar. Robin le recordó que no debía alejarse mucho y escuchó la puerta cerrarse.

Ambos se quedaron quietos en el silencio de la casa, tensos el uno junto al otro y cansados después de una mala noche. Se quedaron dormidos sin darse cuenta.

Despertaron dos horas más tarde, con la luz del Sol en la cara. Era demasiado tarde.

Un automóvil azul se aleja de ellos en la carretera.

Y no hay rastro de Manny.

Amor Confuso (otra vez :)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora