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Caminó lentamente por los pasillos dirigiéndose hacia el despacho de Kogio. Cuando al fin llegó, se quedó durante un momento parada delante de la puerta. Levantó gradualmente el brazo derecho. Cuando estaba a punto de llamar a la puerta, esta se abrió de golpe, dejándola desconcertada. La rubia, que estaba buscando algo en el bolso, no se dió cuenta de su presencia y la arrolló.

- ¡Aaah! - Gritó sobresaltada, sujetándose en la otra chica.

- ... - Ayudó a la distraída psicóloga a recuperar el equilibrio, sujetándola por los hombros. Por un momento sintió un extraño deja vu, pero rápidamente lo pasó por alto y retrocedió un par de pasos.

- Me-- Aihara, ¿qué hace aquí?

- Perdone, - Se inclinó unos segundos.- solo quería hablar con usted un momento. Pero si se va, - Haciendo alusión a que no llevaba la bata, sino ropa de calle. - puedo esperar a mañana o cuando vuelva.

- Ehm. - Meditó un instante. - Pase. - Haciéndose a un lado.

- ¿Seguro que está bien así? Si ha de irse, no me importa esperar.

- No hay problema, pase.

- ... De acuerdo. - Entró en la sala, seguida de la otra joven, que cerró la puerta tras ella.

- Y bien, ¿de qué querías hablar?

- Tuve una cita con la psiquiatra Whekric.- Parándose en mitad de la habitación, mirando hacia el escritorio.

- Oh, ¿qué tal? - Dejó sus cosas sobre una silla cercana.

- Demasiadas preguntas.- Comentó desanimada.

- ¿Qué esperabas de una psiquiatra? - Sonriendo.

- Supongo que tienes razón. - Se giró un poco, lo suficiente para poder mirarla.

- ... - Ladeó un poco la cabeza, esperando que continuara.

- Me han contado que Himeko vino a verme.

- Sí, vino unas cuantas veces.

- ¿Podrías contactar con ella para que venga de nuevo?

- Claro, sin problema, seguro que te echa de menos.

- Gracias.

- No hay porque darlas.

- ... - Caminó hacia la ventana, dándole de nuevo la espalda a Yuko. - ¿Conocías a mi familia?

- Sí, como olvidar al terrorífico direc-- bueno quiero decir...

- ¿Crees que... mi ingreso aquí los avergüenza? - Dijo con tristeza.

- ¡¿Qué?! - Se quedó asombrada, observando a la otra chica mirar a través del cristal.

- Por lo que sé... sólo Himeko y... mi marido se preocuparon por mí.

- ¿Cómo puedes decir eso, Mei? - Preguntó con el volumen de la voz ligeramente más elevado. Lo que hizo que la morena se girara para verla. - Y el resto, ¿qué? ¿Qué hay de Gawauda, Tokoi, Jaek? - Su voz tenía un toque de enfado y desilusión. - ¿Qué hay de mí?

- No quería dec--

- No tienes ni idea de la tortura que era verte así cada día. - Agachó la cabeza y algunas lágrimas comenzaron a brotar. - Lo frustrante que era no poder hacer nada. Y cuando por fin despiertas no m-- No sabes cuanto duele. - Se tapó la cara con ambas manos.

- Yuko... - Se acercó a ella lentamente, con un poco de preocupación. Parando a algunos centímetros de distancia con la otra chica. No sabía qué decir o hacer en ese momento. Suspiró y posó su mano encima del hombro de la joven. Notó como esta se tensó. - Yo...

¿El sueño que le salvó la vida? [Citrus]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora