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La fiesta de compromiso estaba yendo bien. Muchas de las mujeres que asistieron la envidiaban por tener un prometido tan apuesto y atento. A ella eso le daba igual, no era lo importante, sino un simple trámite para alcanzar su objetivo. Y todo estaba sucediendo según lo planeado.
Se escabulló del gran salón, saliendo al jardín. La luz de la luna bañaba las estatuas y los setos que allí se encontraban. Se sentó en un banco a unos metros de la puerta, alejándose del barullo de la celebración. Miró hacia el cielo, a la luna y permaneció algunos momentos contemplandola. Suspiró con tristeza, bajó la cabeza, cubriendo sus ojos con sus manos y luego imaginó que estaba ahí de pie mirándola fijamente. - Cuidate, yo estaré bien. Debes olvidarme, por favor. - Susurró.
- ¿Con quién hablabas?... No hay nadie. - Escuchó una voz tras ella sobresaltandola.
- ¿Pasó algo, abuelo? - Dijo levantándose y girándose hacia él.
- La gente se pregunta dónde está la anfitriona.
- ...- Suspiró. - Ya voy. - Caminando hacia la entrada.
- Mei...
- Lo sé, abuelo. - Habló sin detenerse.
- Está bien. - La siguió.
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Abrió los ojos lentamente y miró a su alrededor. Suspiró con resignación, seguía en aquel psiquiátrico. Se levantó de la cama y se sentó en el escritorio. Busco su cuaderno y dejando un par de hojas de separación con el otro escrito, escribió el nuevo sueño. También decidió redactar lo que le contaron Himeko y Yuko. Una vez que terminó de anotar todo, intentó unir las historias como piezas de un rompecabezas. Las historias de Momokino y Kogio encajaban, aún así, sentía que faltaban cosas. Por alguna razón tenía la sensación de que no la estaban contando todo, omitiendo detalles deliberadamente. Pero tampoco se atrevería a preguntar nada, sobre todo después de las últimas reacciones de las dos mujeres. Por otra parte los sueños... ¿eran realmente recuerdos? Suspiró cerrando los ojos, cuando los abrió, vio el oso de peluche. "Así que eres un regalo de mi padre." Pensó mientras lo agarraba.
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Estaba en su habitación, con su padre agachado frente a ella. Tenía un pequeño envoltorio en sus manos.
- ¿Profesor? - Miró extrañada el paquete que le había dado.
- Es por no haber asistido al día de los padres. - Abrió el regalo, era un pequeño oso de peluche. - No dejabas de mirarlo cuando fuimos al parque de atracciones. No se me ocurrió otra cosa.
- ¡Gracias! - Dijo feliz.
- Oh, ya sé. Tienes que ponerle un nombre. - Rascándose la nuca con la mano izquierda.
- ¿Un nombre? - Miró unos instantes el oso. - ¡Kuma-san!
- Jajajaja - Se rió ante la ocurrencia. - Pronto volveremos a vernos. - La acarició la cabeza, se levantó y salió de la habitación.
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Ante tal rememoración se formó una pequeña sonrisa en sus labios, por fin recordaba algo. No era mucho pero había empezado a pensar que nunca lo haría. "Si pudiera salir de aquí e ir a sitios en los que estuve, tal vez podría recordar más cosas." Apuntó el nuevo recuerdo y salió de la habitación.
Tras desayunar con Namina, a quién contó su nuevo recuerdo, buscó a Gawauda por todo el edificio, pero no lo encontró. A quién sí vio fue a Jaek.
- Buenos días Jaek. - Acercándose a ella.
- Buenos días, Aihara. - Girando hacia la morena.
- Me preguntaba... ¿Los pacientes pueden salir del centro?
- No, ningún paciente puede salir del recinto, a no ser que tenga autorización o se le dé el alta.
- ¿Autorización? - Enarcó una ceja.
- Sí, dependiendo del estado del paciente, y si su familia quiere, su doctor puede autorizarlo a salir. Siempre en compañía de alguien, claro.
- ... - Bajó la mirada, sintiendo algo extraño.
- Tengo entendido que su marido pidió su traslado a casa, por lo que no creo que tenga problemas en pedirle una autorización.
- Ya veo, muchas gracias. - Aun mirando el suelo.
- No fue nada. - Dijo un poco extrañada por aquella reacción.
- Bueno no la molesto más, hasta luego. - Alejándose.
- No es molestia.
Caminó hacia el baño lo más rápido que pudo. Una vez allí se apoyó en el lavamanos y miró al espejo. Tras ella vió una extraña sombra, se giró pero no había nada. Volvió a mirar al espejo y allí seguía la aparición. Una vez más se dió la vuelta y seguía sin haber nadie. Apretó la mandíbula mientras se maldecía. Evitando mirar el espejo, abrió el grifo y se lavó la cara enérgicamente. "Tan solo es tu imaginación." Pensó. Cuando terminó, levantó la mirada y en el reflejo seguía la penumbra. Sentía como el pulso se le aceleraba. Apretó los puños y frunció el ceño, mirando fijamente a través del espejo. Volteó de nuevo, el baño estaba vacío. "Ves como no hay nada." Susurró para sí misma. Entonces, vio algo moverse hacía la puerta, la cual empezó a abrirse.
- ¿Qué o quién eres? ¿Qué quieres? - Gritó.
- ... - Whekric la miró estupefacta, quedándose en el hueco de la puerta. Al verla, la morena se tensó. - ¿Te encuentras bien?
- Sí, es solo que... - Bajó la mirada y dejó de hablar, meditando que debía decir.
- ¿Sí...? - La miró con curiosidad.
- Estoy un poco cansada, supongo. - Dijo sin mucho ánimo.
- Bueno... - Entrecerró los ojos un poco.- Si necesitas contarme algo, lo que sea, ya sabes donde estoy.
- Sí, lo sé. - Dijo mirándola a los ojos. Tras un silencio incomodo, la psiquiatra caminó hacia dentro, dejando vía libre a la paciente.
- Bueno, hasta luego. - Saliendo de allí.
- Nos vemos luego.
Mientras caminaba por el pasillo, volvió a sentir la extraña presencia. Se paró y miró a todos lados, pero no vio nada extraño. Resopló con frustración, echando a andar de nuevo. "¿Y si estoy aquí porque estoy loca en lugar de por haber perdido la memoria?" Pensó. "No, no puedo estar loca, Himeko o Yuko me lo habrían dicho, ¿verdad?... ¿O tal vez eso es lo que tratan de ocultarme?" Sacudió la cabeza intentando eliminar esos pensamientos. Entró en su habitación y se tumbó en la cama, se llevó las rodillas al pecho y se tapó con las sábanas hasta la cabeza. "No te pasa nada, solo necesitas descansar." Cerró los ojos e intentó dormir.
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Dejo esto aquí, y me voy corriendo a esconderme una vez más.
#QuedateEnCasa
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¿El sueño que le salvó la vida? [Citrus]
Fiksi PenggemarEl padre de Mei vuelve para contarla que se volvio a casar, lo que hace que quiera abandonar todo, pero alguien se lo impide. Al principio choca contra esa persona, que más tarde se convertirá en punto de inflexión. Citrus AU Sobrenatural