Capítulo 27: El Reino de Snalyndae.

57 25 3
                                    

La gotas de la incesante lluvia, hace un sonoro ruido al momento de golpear nuestra armadura. Mientras avanzamos rumbo al reino otoñal.

Al ver por encima de mi hombro, obtengo un vistazo rápido de las carretas que llevan los cuerpos inertes de quienes murieron en batalla. Y el pensamiento de que ellos eran mi responsabilidad no hace más que ataladrar mi cabeza cómo la peor de las torturas.

Un estrecho camino repleto de árboles, abre paso rumbo a la puerta principal del castillo. Moviéndose las ramas a merced del viento, hasta lograr hacer que se desprendan sus hojas.

Al llegar frente a la puerta, unos guardias que custodiaban el lugar se encargaron de abrir la puerta de rejilla. Entrando a mi campo de visión un césped verde y cubierto de hojas de matices amarillo y naranja.

Una vez que nos adentramos, las carretas son llevadas a algún lugar del castillo.

Luego de avanzar por una escalinata, un par de hojas de roble son abiertas. Dándonos ahora, un vistazo del interior del castillo que transmite un aura acogedor y anticuado.

El sonido de unos pasos aproximándose retumban por el azulejo. Hasta vislumbrar a un hombre ya mayor, enfundado en un traje negro. Y a juzgar por el moño deduzco que es parte de la servidumbre. El hombre de caballo arenoso y ojos color miel, hace una reverencia en cuanto nos ve. 一bienvenida su majestad.一 dice una vez alzando su mirada. 一mi reina la espera.一 dice haciendo un ademán para que lo siga por el vestíbulo.

Por el rabillo del ojo obtengo un vistazo de Lawliet, quien ha optado por acompañarme. Su rostro deja en claro lo agotado que se encuentra. Su cabello negro está húmedo, por lo que algunos cabellos se encontraban pegados a su frente y cuello. La armadura que lleva puesta le sienta de maravilla, haciendolo lucir cómo un chico apuesto y refinado. Su par de ojos color esmeralda, ven el camino tapizado por el que estamos avanzando mientras que yo lo observo deliberadamente.

Su mirada parece estar perdida, al igual que su mente, su ceño está ligeramente fruncido y al instante en que su mirada se encuentra con la mía, me hace sentir avergonzada. Pero lo que más me saca de balance es el cómo su expresión ruda y perdida cambia a una mucho más serena y casi dulce. Cómo si el hecho de verme lo hubiese tranquilizado.

Con los nervios a flor de piel, me precipitó a desviar mi mirada pero sé que fue demasiado tarde. Él ya se dio cuenta de que lo observaba.

Una risa ronca se escucha por lo bajo. 一Sé que soy hermoso, pero no hace falta que me mires así para hacermelo saber.一 masculla con una sonrisa pintada en los labios.

一No te estaba viendo.一 miento en voz baja sin despegar mi mirada del camino por el que somos guiados por aquel hombre.

一Claro.一 responde con sarcasmo.

Rápidamente lo fulmino con la mirada y él ensancha aún más su sonrisa. La cuál decido ignorar.

Y mejor me concentro en el hombre que abre una puerta de doble hoja. Dando entrada a una sala en dónde yace Snalyndae, quien apreciaba el cómo los troncos eran consumidos por el fuego de la chimenea. El hombre de cabello arenoso avanza hacia ella. 一la princesa Rossbell está aquí.一 una vez que le informa, gira sobre sus talones para retirarse.

Dejándonos sólos con la mujer que al momento de dar media vuelta, posa sus ojos azul cielo sobre nosotros.

一Bienvenida.一 me dice en una gentil sonrisa. Rompiendo de la distancia que nos separa para envolverme en un abrazo amistoso. Importandole poco el hecho de que esté empapada.

一Muchas gracias por su ayuda.一 digo separándome de ella.

一Fue lo mínimo que pude hacer.一 dice haciendo un gesto desdeñoso con la mano. 一me alegro de que las cosas salieran bien.一 mi mirada baja ante el golpe que tuvieron aquellas palabras.

FAERIEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora