Una semana de mierda.

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NARRA KYLE:

La alamar sonó a todo lo que daba, mientras giraba en la cama para poder alcanzarla y apagarla de una jodida vez. Me quede de espalda observando el techo de mi habitación. Gire el rostro hacia la muralla en el que colgaba un calendario, suspiré.

Sábado.

Era el jodido sábado y aún no había podido tener un poco de tiempo para poder ir a visitar a Kathia.

La había revisado el martes por la mañana, para ver como lo estaba llevando y en que podía serle útil; pero por poco sufro de algo cuando primero, sale a abrirme la puerta, en segundo lugar estaba completamente vestida y en tercero cuando supe que había salido a comprar cosas para poder preparar el almuerzo, ya que simplemente no le gustó lo que las chicas habían dejado para ella.

Quise tomarla sobre mi hombro y encerrarla en su habitación, al menos hasta que le quitasen el yeso, pero sabía que eso solo podría suceder en un mundo paralelo al nuestro. Resignado, terminé ordenándole que me dijera como mierda debía preparar todo mientras ella se sentara en la encimera de la cocina supervisandome.

Después de un poco más de discusión para que se fuese acostar, le lleve la comida a la cama mientras ella colocaba una película.

Suspiré de alivio cuando la vi sentada tranquila y expectante a que le entregara su almuerzo. Luego cuando estaba listo para decirle porque mierda no estaba comiendo y viéndome con cara de no saber si decirme o no algo. Habló.

- quieres quedarte?

Me quedé observándola unos instantes, mientras mis hombros se relajaban y mis puños se abrían pasando mis manos por mis muslos.

Me quedé en silencio mas tiempo del necesario tratando de quitar la incertidumbre que había sentido frente a su mirada indecisa.

- eso era lo que querías decirme? - le pregunte mientras me sentaba a su lado y colocaba mi dedo índice bajo su barbilla impulsándola hacía arriba, obligándola a encontrar mi mirada.

Ella solo asintió, pero pude notar el color rojo en sus mejillas y el calor que irradiaba su cuerpo.

- dime lo que realmente quieres, Kathia - susurré a centímetros de sus labios.

Levantó lentamente el rostro y con un suspiro, decidió mirarme.

- quiero que te quedes conmigo - susurró.

- claro - respondí mientras colocaba mi frente sobre la suya - joder! No temas en decirme lo que quieres, por favor - supliqué a la vez que colocaba un beso sobre su cuello.

Ella asintió.

Después de un pequeño silencio que se instaló entre nosotros, me acomodé a su alrededor y le insté a que siguiera comiendo. Al cabo de unas tres horas, de que los dos estuviésemos disfrutando de la compañía del otro y de a punto comenzar la tercera película, le envíe un mensaje a Matt pidiéndole que me cubriera el resto de la tarde. Lo que en confirmación había recibido un OK.

Al rededor de las cinco de la tarde, las chicas habían llegado con algo para comer, Kathia me pidió que me quedara hasta después de la cena, así que la había llevado al sillón para después dirigirme a la cocina y ver en que podía ayudar, pero ella me había detenido con su mano sobre mi brazo, me había paralizado y mi respiración había pasado de agitada a calmada, mientras que mi pulso se había acelerado. Me tense cuando comenzó a pasar lentamente sus dedos bajando por el interior de mi brazo, marcando cada línea de las serpientes que se terminaban enrollando alrededor de mi muñeca, recuerdo que había quedado hipnotizado por el contraste de nuestra piel, la de ella se mantenía pura, blanca y cremosa mientras que la mía se escondía bajo la tinta mostrándose solo los colores de cada tatuaje.

Me Perteneces.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora