Las emociones.

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NARRA KYLE:

Sentí su espalda contra mi pecho y sus piernas entre las mías, antes de siquiera abrir los ojos.

Era el maldito paraíso.

Pasé mis brazos por su estómago y la a traje hacia mi, besé su cuello pero Kathia solo gimió un poco antes de volver a la inconsciencia.

Mi pequeño dolor en el culo, había tenido un par de días duros por mi culpa, pensé mientras repasaba por mi mente la discusión de los días anteriores y me inquieté un poco por todo lo que la había hecho pasar.

Salí de la cama lentamente y me escabullí de la habitación, escaleras a bajo en dirección a la cocina.

Comencé a revolver todo, tratando de ver con que contaba para poder preparar el desayuno.

- porque estas desordenando mi cocina?

Me gire hacia Karen, que se encontraba a unos cuantos pasos detrás de mi con sus manos en las caderas mientras intentaba sujetar su bata de dormir.

Sonreí, casi como un niño intentando no ser regañado.

- no estoy desordenando - contesté, mientras me alzaba sobre toda mi altura - estoy buscando.

- entonces que estas buscando en mi cocina, chico? - preguntó mientras alzaba una de sus cejas, con amor y reproche a la vez.

¿como mierda hacia eso?

- cosas - me encogí de hombros sabiendo que mis respuestas esquivas comenzarían un par de palabrotas de su parte.

- niño odioso y malcriado - gruñó en lo que se dirigía hacia mi - estas jugando conmigo? - refunfuñó.

Me largué a reír.

- como crees Karen? - me agaché y besé su mejilla - necesito de tu ayuda.

- te escucho - respondió en lo que ordenaba todo lo que había sacado de los muebles.

- voy a prepararle el desayuno a Kathia - dije como que no quiere la cosa.

Me observó. Solo como ella sabía hacerlo cuando requería información que no le estábamos dando. Suspiró y negó con la cabeza.

- que hiciste Kyle? - preguntó.

Negué con la cabeza.

- ya sabes - susurré - la he cagado unas cuantas veces este par de días, quiero regalonerarla y que se olvide un poco de toda mi mierda.

- que tan malo fue?

- lo suficientemente malo, como para dejarla en mi apartamento sola y llegar entre las 4/6 de la mañana, ebrio y con heridas - miré hacia otro lado, evitando su evidente desaprobación.

- Dios, Kyle - susurró cuando ponía sus manos sobre mi rostro para mirarla - ella es fuerte y te quiere, pero cariño no tientes tu suerte porque todos en algún momento se cansan y si eso llega a pasar, tu tendrás que estar preparado para pelear por ella o para dejarla ir.

Mi cuerpo se tensó, la solo idea de perderla me volvía loco.

- vamos a prepararle algo rico - sonrío.

Asentí, aun con la molesta sensación de la idea de no tenerla a mi lado.

- y no vuelvas a meterte en mi cocina - refunfuñó con alegría.

Sonreí, Karen siempre había sabido como levantarme el ánimo.

Media hora más tarde, subía las escaleras camino a mi habitación. Me impulsé y con mi hombro abrí la puerta, Kathia aun dormía; dejé la bandeja en el velador y me metí a la cama con ella.

Me Perteneces.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora