¿Qué pasaría si la persona más importante en tu vida te olvida? ¿Si los momentos a los que te aferras nunca existieron? Solo quedarías perdido en el tiempo. Jungkook es mucho más que solo alguien a quien Taehyung ama, es por quien lucharía incluso e...
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Marzo 2011
La psicóloga cada día me hace más preguntas, y no entiendo para qué quiere saber tantas cosas. Que si como bien, si salgo de casa, si practico algún deporte, si duermo, cuánto duermo, cómo me va en la escuela. Respondo según lo que sé y lo que puedo decir, nunca revelo algo que pueda comprometerme demasiado, ni a Jungkook. Sé exactamente qué quiere escuchar, cuánto tiempo debo hablar y de qué. Pero, a veces, hace las preguntas correctas, esas que activan una debilidad en mi cerebro, y termino soltando una parte, o incluso toda, de mi verdad.
—¿Y en la escuela, cómo te va?
—Bien.
Eso es, Taehyung, respuestas cortas.
—Me habías dicho que te gusta el ciclismo. ¿Todavía sales en bicicleta con Hoseok? Tu madre mencionó que antes lo hacías siempre.
—No. Él viene a verme a veces.
Su bolígrafo se movía rápido sobre la libreta que sostenía entre las manos, impaciente.
—Taehyung, entiendo que no te guste esto, pero necesito que me cuentes lo que piensas, lo que quieres, cómo te sientes. Si no, no puedo ayudarte.
—Llevo un mes exacto viniendo a esta oficina, respondiendo sus preguntas, y eso no me ha ayudado en nada. —La frustración me quemaba por dentro. Estaba enojado con ella, con mi madre y conmigo mismo, porque no veía ningún cambio—. Solo escribe en esos papeles palabras sueltas que luego le repite a mi madre.
—No le cuento a tu madre lo que hablamos, Tae. Solo le digo si estás bien o no. Mi ética profesional me prohíbe compartir lo que decimos aquí, aunque seas menor de edad.
Mentira. Lo busqué y ese protocolo solo aplica para mayores de edad.
—¿Si estoy bien o no? Usted no puede saber eso. —Me reí con amargura, de lo absurdo que me parecía todo aquello—. ¿Quiere que le diga la verdad?
—De eso se trata, para que podamos empezar a mejorar.
—Bien. —Suspiré, ya agotado, y cuando las palabras comenzaron a salir, las lágrimas las siguieron—. Me siento triste cada segundo del día. No tengo ganas de hacer nada de lo que antes me gustaba. Creo que dormir es la única solución, porque cuando duermo no siento nada. No me ha pasado nada terrible que me haga llorar, pero, aun así, todo se siente pesado, cada segundo de mi maldita vida. Todo es aburrido e indiferente, nada me hace realmente feliz. Y cuando me río… —tomé aire, porque estaba a punto de perder el control—. Cuando me río, es aún peor. Se siente falso, como si estuviera actuando. Pero sé que no lo hago a propósito.
