Más allá de los espejos [COMPLETA] ✔️ (Draco Malfoy, fanfic)

C A P Í T U L O E S P E C I A L

Narra Kate

Incluso yo me sorprendo de lo que he hecho. ¡No puedo creerlo! Mi intención era besar la mejilla de Draco, pero terminé besando la comisura de sus labios. Tampoco es como si me arrepintiera, pues besar no es un pecado. 

Lo que me deja más sorprendida que el hecho en sí, es que Draco no me ha rechazado. No pone una mala cara ni intenta apartarme, sólo se mete en aquel extraño armario negro sin decir nada y a los segundos desaparece. 

Ok, eso ha sido raro. Por los siguientes veinte minutos me ocupo en examinar el armario, y concluyo que es un armario evanescente. No se ven mucho en la actualidad, pero en Durmstrang los estudiamos más de una vez junto a otros artilugios de ocultamiento. Sólo que Draco no usó el armario para ocultarse, sino para salir de Hogwarts. 

Y eso me lleva a otra incógnita: ¿a qué ha salido exactamente?

Sólo me dijo que una persona muy importante para él estaba en peligro y que debía ayudarla, pero que yo recuerde las únicas personas importantes en la vida de Draco son sus padres.

¿Es por eso que su madre le habló a través de ese espejo cuando estábamos en su habitación?, ¿porque uno de ellos estaba en peligro?

Y ahí está el otro punto raro en todo ésto: el espejo. Si tienen un espejo mágico para comunicarse, ¿por qué su madre le envía cartas y Draco le responde? Hay algo extraño en todo ésto y claramente Draco no está siendo sincero conmigo en algunos aspectos. No es que esté obligado a contarme todo lo que le ocurre, pero él sabe todo de mí, no tengo secretos con mi único amigo y me gusta creer que él tampoco los tiene conmigo. 

De pronto, el recuerdo de la noche que me secuestraron y asesinaron a mi padre viene a mi mente.

Igor sabía que lo estaban buscando; traicionó al Señor Tenebroso y sólo era cuestión de tiempo de que lo encontraran. Era un hombre frío y autoritario, pero era mi padre, así que cuando me contó lo que ocurría, nunca se me pasó por la cabeza abandonarlo. ÉL me propuso enviarme a Bélgica con la familia de mi madre, pero me negué. 

Así que nos escondimos en una cabaña en el norte de Irlanda y nuestra vida cambió por completo. Ya no pude asistir a Durmstrang ni mantener el contacto con mis amigos. A la imagen del resto del mundo habíamos desaparecido o quizá muerto, y sólo salíamos de la pequeña cabaña para proveernos de alimentos, aunque eso la mayoría del tiempo lo hacía él. 

Nos conformamos con esa aburrida vida por varios meses, hasta que ambos pensamos que lo mejor sería alejarnos aún más del peligro. Sudamérica fué nuestra primera opción; Chile y Argentina tenían lugares perfectos para asentarse y comenzar una nueva vida. 

Pero todos nuestros planes nunca se llevaron a cabo.

Limpio mis lágrimas mientras las imágenes se repiten en mi cabeza: papá y yo en nuestra última cena, repasando el plan de nuestra huida; el equipaje estaba junto a la puerta de entrada, esperando por nosotros, cuando todo comenzó.

La pequeña cabaña se vió rodeada de sombras negras, jinetes enmascarados en escobas y toda esperanza de escapar desapareció. 

—¡Son ellos...! ¡Son ellos! ¡Corre, Kate! ¡CORRE! —gritó mi padre. 

¿Correr a dónde? 

Intenté desaparecer, de verdad lo intenté, pero los hechizos protectores que nosotros mismos pusimos no me lo permitieron. Intenté alcanzar mi varita y corrí a mi habitación mientras papá se batía a duelo con uno de sus ex camaradas. 

Obviamente nunca llegué a mi habitación. Un mortífago me interceptó a mitad de camino, me sujetó del cabello y volvió conmigo arrastrándome hacia la salita, donde mi padre ya no luchaba pues había sido derrotado. Ahora jadeaba en el suelo, sujetando su brazo herido y el mortífago que me sujetaba me arrojó junto a él.