Capítulo 12

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Caminamos alrededor de la laguna, y nos sentamos en el césped... ya estaba atardeciendo. Cada vez que nos mirábamos sentía algo mágico. Su sonrisa y su fragancia me estaban enloqueciendo.

Entre tantas cosas que habíamos hablado se me ocurrió preguntarle algo.

—¿Te puedo hacer una pregunta? —digo algo seria.

—Sí, dime —dice él mirándome tiernamente.

—¿Por qué me has estado cuidando... y... y últimamente muy atengo conmigo? —termino diciendo algo nerviosa.

Su silencio me estaba matando, estaba esperando alguna respuesta, sea la que sea.

—Ah cierto... que tonta, ya había olvidado que me dijiste que soy como una  hermana menor para ti —digo mirando a otro lado con ironía y arrojando una piedra al agua.

Cuando lo escucho decir —y... ¿si te dijera que no es por eso? —dice mirándome los labios, y lo noto cuando baja su mirada a ellos.

Mi corazón comenzó a acelerarse... sentía mariposas en mi estómago que  iban a salir por mi boca en cualquier momento.

—No es por eso Charlotte, yo... yo en realidad no te veo como una hermana.

—No entiendo, tú... tú me dijiste ese día que me veías como una hermana menor —digo con mi voz entrecortada.

—Ese día no sé porque dije eso —dijo mirándome dulcemente y pasando su mano por su cabeza.

—Entonces... ¿Cómo me ves? —digo casi que temblando y mi pecho a punto de estallar.

—No sé cómo vayas a tomar esto, pero... pero me gustas Charlotte, me gustas y mucho —termina diciendo con una voz suave y varonil.

Me quede helada y callada sin decirle nada...

—Yo sé que todo esto es extraño, pero últimamente no te puedo sacar de mi mente... estas las 24 horas del día en mis pensamientos, no sé cómo hiciste pero me tienes loco... estoy loco por ti.

Me voy a desmayar en este preciso momento, aun no le digo nada... estoy en shock después de su confesión. Necesito que me recojan estoy partida en mil pedazos... ¡Auxilio!—de nuevo mi voz interna.

—Dime algo por favor, me tienes angustiado sin saber lo que estás pensando —dice él intranquilo.

—Tu... tú también me gustas —termino diciendo mirándolo tímidamente y mis mejillas sonrojadas.

Él se acercó más a mí, sin despegar sus ojos de mis labios.

—En serio esto está pasando —pensé nerviosa y con mil  mariposas a punto de estallar.

Luego me miro de nuevo a mis ojos, y sentí sus cálidos labios unirse con los míos, la sensación que sentí al sentir el roce de sus labios fue como flotar entre las nubes, el beso que estuve esperando, mi sueño se hizo realidad antes de lo esperado.

Sentí su mano hundirse entre mi cabello, el beso fue subiendo un poco de intensidad, yo coloque mis manos alrededor de su cuello, Matthew sí que sabía besar, me estaba volviendo loca, no quería despegarme ni un segundo de sus labios, nos separamos por falta de oxígeno, luego se acercó nuevamente a mi besándome lentamente mordiendo mi labio inferior, un cosquilleo recorrió todo mi cuerpo.

No sé en qué momento comenzó a llover fuertemente, aun seguíamos besándonos, nos despegamos por unos cortos segundos y nos levantamos mirándonos fijamente a los ojos, nos  reímos en ese momento mientras nos dábamos un pequeño beso, me agarro de la mano y corrimos hasta la camioneta riéndonos.

Matthew se había quitado su camisa para cubrirme de la lluvia pero fue inútil.

Cuando entramos a la camioneta estábamos completamente mojados, y nuestras respiraciones agitadas por haber corrido desesperados hasta la camioneta. Nos miramos a los ojos fijamente sonriendo.

—Creo que olvidamos algo —digo entre risas con mi cabello mojado y gotas cayendo por mi rostro.

—¿Qué cosa?—dice Matthew riéndose y pasando su mano por su cabello mojado.

—La cesta de Maria —dije riendo haciendo que Matthew se contagiara de mi risa y ambos comenzamos a reír a carcajadas.

—Se ve tan sexy —pensé para mí misma mientras observaba su abdomen marcado y completamente mojado.

Cuando me iba a bajar él me detuvo y me dijo: —quédate aquí, yo voy...

Él se bajó de la camioneta y corrió hasta donde estaba la cesta.

—Aun no puedo creer que Matthew y yo...

En ese momento se montó Matthew rápido a la camioneta sacándome de mis pensamientos. Seguía lloviendo muy fuerte.

Camino a la casa estábamos riéndonos, en un instante el agarro mi mano dándome un beso tierno  y la entrelazo con la suya, lo mire tiernamente y le di un beso en la mejilla. Estaba que explotaba de felicidad.

—Si esto es un sueño no quiero despertar todavía —de nuevo mi voz interna.

—Gracias por traerme, la pase increíble en ese lugar —le dije dulcemente.

Él simplemente me miro y me regalo una sonrisa.

Cuando abrimos la puerta de la casa, Matthew me tomo de la cintura acercándome a él y me robo un beso, un simplemente beso no... un beso apasionado que provoco que mi cuerpo se tensara y  mis piernas temblaran como gelatina.

—Este hombre va a ser que me desmaye en sus brazos... cada beso que me da, me hace temblar y mi piel se eriza —mi voz interna torturándome.

Vacaciones de veranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora