My Biggest... ¿Mistake? (Brutasha)

Married Life

- ¡Bruce! - gritó Natasha desde la recamara - ¡¿Cuántas veces te he dicho que no dejes la ropa sucia tirada por todo el cuarto?! ¡Para eso hay un tambo!

Bruce suspiró mientras le ponía mudo a la tele.

Llevaban dos meses viviendo juntos y durante ese tiempo habían habido más discusiones de las que podía contar. Si no era por la ropa sucia, era por la tapa del baño, o porque no había nada en el refrigerador, porque dejaba los zapatos en la sala, porque no tiraba las bolsas de frituras que comía. En fin, Natasha lo regañaba hasta por sentarse de manera incorrecta.

Bruce nunca antes había vivido con alguien. Si bien su relación con Betty era lo suficientemente seria como para haber dado ese paso, Betty nunca quizó hacerlo. Siempre decía que necesitaban su espacio como pareja para no agobiarse. Ahora Bruce entendía para qué quería Betty su propio "espacio".

- Nat, acabo de llegar del trabajo y estoy muriéndome de cansancio. ¿Podrías regañarme más tarde? - respondió sin gritar y con voz cansada.

Natasha salió del pasillo que conducía a la habitación. Vestía ropa deportiva y su cabello estaba recogido en una coleta. Sus ojos verdes brillaban, y Bruce sabía que no era precisamente porque estuviese feliz de verlo.

- Si hubiese sido la primera vez, no habría problema, Bruce. Pero no es la primera, ni la segunda, ni la tercera. Creo que perdí la cuenta después de cuarenta veces.

- No seas exagerada - respondió rodando los ojos - Además, siempre soy yo quien la recoge porque es mi ropa.

- Lo haces después de que te lo digo.

- Nat, de verdad, tuve un día demasiado pesado como para soportar esto - molesto, apagó la tele y se puso de pie.

- Lamento escuchar eso, Bruce, pero no es justificación - Natasha suspiró tratando de calmar su enojo - Esto no va a funcionar si continuamos así. Yo cada día estoy de peor humor y tu no haces nada para ayudarme.

- ¿Qué no hago nada? - preguntó incrédulo - Natasha, trabajo TODOS los días, hasta los domingos. Con un turno de ocho de la mañana a diez de la noche. Llegó cansado y a veces con dolores de cabeza y aún así te dedico tiempo. Te llevo a cenar cuando se te antoja, te escuchó cuando me cuentas las cosas que hiciste en el día. Te compró las cosas que te gustan. ¿Qué más quieres que haga?

- ¡Que te comportes como un esposo! ¡Eso quiero!

- ¡Eso trato de hacer!

- Bruce, a mi no me interesa que me compres una pulsera o un reloj cada día. O que me lleves a cenar al restaurante más caro de la zona - explicó - Yo lo único que quiero es un compañero de vida. Alguién con quien disfrute compartir mis días y mis noches. Que se comprometa en esta relación tanto como yo.

Bruce se quedó en silencio y bajó la vista analizando las palabras de Natasha. Quizá era cierto que Bruce se había dedicado en otras cosas menos importantes que en hacer sentir bien y segura a Natasha. En su defensa, nunca antes había estado casado y eso de intentar ser el marido del año era totalmente nuevo para él.

Pero también lo era para Natasha, le recordó una voz dentro de su cabeza. Y hasta el momento, Natasha se había dedicado a poner todo su esfuerzo en la relación. Incluso más del que ponía Bruce.

Bruce se sintió avergonzado. Su tonto miedo a salir lastimado nuevamente le impedían entregarse por completo a la relación. Pero si de una cosa estaba seguro, era de que no quería perder a Natasha. Mucho menos darle el poder a Betty de seguir arruinando su vida.

En los pocos momentos felices que habían compartido, Bruce había encontrado en Natasha a su otra mitad. Aunque pareciera difícil de creer, tenían más cosas en común de lo que pensaban. Natasha era una excelente compañía. Se interesaba por las cosas de Bruce y siempre le dedicaba parte de su tiempo.

A pesar de que durante dos meses no habían tenido nada de intimidad, a excepción de unos cuantos besos y unos cuantos toques, Bruce se había sentido más completo que en cualquier otra relación.

- Lo siento - se disculpó en un susurro - Tienes razón - Natasha lo miró sorprendida - Me he enfocado en otras cosas y me he olvidado de lo más importante. Tu - avanzó hasta ella - Me he olvidado de hacerte sentir segura. De que confíes en mi y le des una oportunidad a esta relación. Se que no es excusa, pero mi anterior pareja siempre prefería los regalos, cenas y viajes antes que cualquier cosa emocional que pudiera ofrecerle.

- No conozco a la tal Betty esa, pero si me la llego a encontrar un día, la voy a matar por hacerte sufrir - Natasha acarició su mejilla - Lo siento si me la he pasado regañándote. No quiero que sientas que tienes una mamá en lugar de una esposa. Yo también tengo cosas en las que trabajar.

Bruce la besó lentamente. Natasha colocó sus manos en el pecho de Bruce y se dejo llevar por ese beso que terminó muy pronto para el gusto de ambos.

- Tu eres perfecta, Nat - susurró cerca de sus labios - Eres hermosa, por dentro y por fuera. Eres una excelente amiga. Me escuchas y comprendes. Me tienes paciencia y ahora me das una nueva oportunidad.

- Porque tu también eres alguien por quien vale la pena luchar, Bruce - Natasha sonrió dulcemente - Y estoy segura de que puedo llegar a enamorarme de ti.

- Y yo de ti.

Fue Natasha quien comenzó el beso en esta ocasión y Bruce correspondió con la misma entrega y pasión que Natasha. Ambos se entregaron por completo no solo a ese beso, sino a esa nueva oportunidad que tenían.

Natasha gimió suavemente cuando la lengua de Bruce invadió su boca y trató de pegar su cuerpo lo más posible al de Bruce. Solo cuando fue necesario respirar, se separaron pero sin alejarse el uno del otro.

Cuando abrieron sus ojos, los dos los tenían nublados por el deseo y por otras emociones a las que ninguno quiso ponerle nombre en ese momento.

- Llévame al cuarto, Bruce - pidió Natasha en voz baja y ronca - Hazme tuya.

Bruce la volvió a besar dispuesto a cumplir sus deseos. ¿Quién era él para negarle algo?