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~•~

Narra Tyler:

– ¡Tyler!

Escuchaba la voz de su hermano detrás de él mientras simplemente se dedicaba a correr con la vista empañada por las lágrimas.

– ¡Tyler vuelve!

Hizo caso omiso.

¿Cómo era posible que todo se derrumbara en un solo momento? Todo iba bien. Él estaba bien. Josh y él lo estaban. ¿Por qué siempre había problemas de por medio?

– ¡Por favor, vuelve, soy un idiota!

No dejó de correr.

Dejó de escuchar su voz y los pasos detrás de él después de unos tres minutos, y él se paró para recuperar un poco la respiración.

Pasó su brazo por su rostro para secar las lágrimas y miró a su alrededor.
Se había alejado bastante de su barrio.

– ¡Joder! – Gritó enfurecido al tiempo que golpeaba con su pie una lata vacía en el suelo.

Se sentó en la acera y escondió su cabeza entre sus piernas, balanzeándose de un lado a otro.

No habían pasado ni cinco minutos que sintió una mano sobre su hombro, y levantó la cabeza un poco asustado pudiendo ver a Zack de nuevo con la respiración agitada.

– No me toques. – Le dijo mirando su mano sobre su hombro con voz ronca.  – Aléjate de mí.

– Lo siento, no querí...

– ¡Te he dicho que te alejes de mí o pienso partirte la maldita cara! – Gritó, dejándolo en silencio y algo sorprendido.

Tyler se levantó del suelo y volvió por donde había venido, directo a su casa y dejando a su hermano allí.
No quería hablar con él en mucho tiempo.

Al llegar, dio un portazo en la entrada principal y su madre apareció asustada junto con su padre.

– Tyler hijo, ¿Qué modales son esos? – Preguntó Kelly preocupada y algo asustada, pero su hijo ni siquiera la miró y subió las escaleras.

Cogió su teléfono móvil y abrió los mensajes con Josh, dispuesto a volver a intentarlo.

T: Te lo suplico, respóndeme.

Esperó unos minutos, pero se rindió lanzando el teléfono lejos de él y tirándose boca abajo en la cama.

Sin embargo, el sonido de un nuevo mensaje le hizo casi volar hacia donde lo había tirado.

Nuevo mensaje de Josh

Su corazón se aceleró, con miedo de lo que pudiera haberle escrito, y respiró hondo antes de abrirlo.

J: No me hables más ni intentes volver a verme. Lo que fuera que hubiera entre nosotros se ha terminado. Lo siento.

La gota que colmó el vaso fue justamente aquella.

Nunca en sus 18 años de vida había sentido un dolor tan grande inundar su pecho, como si le hubieran arrebatado la vida, como si le hubieran quitado los pulmones y no pudiera respirar.

Luna llena • Joshler ;(omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora