24|Maldita afonía

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POV. JAMES

Se ha dormido encima de mi hombro. La envuelvo en una toalla y la llevo en mis brazos hasta su habitación. La tumbo en su cama y la tapo. Me alejo y me dirijo a la puerta.

-James...- susurra casi sin voz. No abre los ojos. Me giro hacia ella antes de salir.

-¿Sí?- cuestiono mientras me acerco a la cama.

-¿Te puedes quedar conmigo- pregunta- otra vez?- añade riendo somnolienta.

-Claro.

Me tumbo a su lado. Se encoge debajo de las sábanas. Está congelada. No para de temblar

-Gracias. Y lo siento- dice en un susurro-. Soy una estúpida- dice sin pensar.

Se duerme. Me meto debajo de las sábanas y le paso mi brazo por encima. Ella se acurruca en mi pecho en busca de calor. Me estremezco ligeramente al principio, pero luego me relajo y le abrazo completamente.

-No lo eres, no eres estúpida- murmuro sobre su cabeza, aunque sé que no me escucha.

Y me duermo abrazado a Sophie.

Me despierto. Sophie sigue profundamente dormida. Son las nueve de la mañana. Tiene la cabeza apoyada en mi pecho. Sonrío ampliamente y la destapo con cuidado. Le quito la toalla, que ya está empapada, y me levanto con cautela. Voy al baño. Pongo la toalla mojada a lavar y agarro una seca. Vuelvo al cuarto de Sophie. La cubro con la otra toalla y la tapo de nuevo. Me acuesto junto a ella y se remueve en las sábanas. Abre los ojos poco a poco y se sienta en la cama.

-Buenos días- digo con voz ronca y sonrío.

Abre la boca para hablar, pero lo único que hace es dejar salir un poco de aliento. No tiene voz. Al darse cuenta, se pone las manos en la garganta y se deja caer de nuevo en la cama. Aprieta los ojos con fuerza. Se levanta y va a su escritorio. Coge una libreta grande, supongo que de dibujo, y escribe algo con un rotulador azul. Levanta la libreta y me la enseña.

"No puedo hablar porque ayer grité hasta quedarme sin voz. Maldita afonía. Soy una idiota. Lo siento."

-No eres una idiota. Y no tienes por qué disculparte. No has hecho nada malo.

Me mira con incredulidad. Se sienta en su silla giratoria, deja la libreta de nuevo en el escritorio y escribe.

"¿¡¿¡Que no he hecho nada malo!?!? Ayer huí sin deciros nada y os preocupé porque soy una idiota y débil que solo piensa en sí misma."

Salto de la cama y voy hacia ella. Me acerco para abrazarla, pero se encoge. Me aparto, se me olvidaba que no le gustan los abrazos. Aparto los brazos y los cruzo bajo mi pecho.

-No digas eso. Eso no es verdad. Eres una gran persona. El hecho de que ayer te fueras, no significa que seas débil. Significa que necesitabas despejarte. Necesitabas estar a solas.

"Y por eso grité y lloré como una cría pequeña, ¿no?"

Alza una ceja.

-No te insultes, no eres ni una idiota, ni eres débil, ni eres una niña pequeña, ni nada de eso- le pongo las manos sobre los hombros-. Sabes que puedes confiar en nosotros, puedes contarnos todo lo que quieras.

"Pero es que no me gusta hablar de esas cosas, ¿sabes? Porque si se lo digo a alguien, se preocupará. Y no quiero que la gente se preocupe por mí. Creo que no me lo merezco."

-Claro que te mereces la preocupación de la gente. Todos merecemos que la gente se preocupe por nosotros.

"Aceptamos os el amor que creemos merecer. Y yo no creo merecer ningún amor."

Viviendo con 5 idiotasWhere stories live. Discover now