parte quince

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— Disculpe —llamó Mark en la oficina de la prisión—, soy el psicólogo de Kim Yugyeom, para continuar evaluándolo necesito que por favor dejen la luz encendida en la noche, ¿puede ser?

— ¿Por qué?

— Necesito evaluarlo.

— ¿Con la luz encendida? —Rió el hombre musculoso.

— ¿Necesito pedir una orden del Juez o vas a ejercer tu trabajo como te lo ordenan de una vez por todas?

— No puede quedar encendida toda la noche, molesta a los demás, cuando él se duerma la apagaremos.

— Te estoy pidiendo que quede encendida toda la noche, esté dormido o no lo esté ¿bien? Mañana vendré a verlo y espero que cumplas con lo que te pido. —Dijo enojado volteando para irse.

Kim ya había cenado, le habían dado poco, muy poco a ser que el día anterior no había comido nada.

Se dirigió a su celda y se sentó en el colchón, observando el resto de lo que suponía ser una cama, hasta las sabanas daban asco.

Suspiró y se acomodó para dormir, estaba asustado.

Se durmió e inevitablemente la pesadilla comenzó, la luz se había apagado. No podía despertarse, no podía gritar ni hablar debido al miedo que sentía, odiaba dormir, realmente lo hacía.

— Maricón dijo aquel monstruo luego de venirse en su espalda de nuevo y sosteniéndolo de su cuello, estás cumpliendo, me gusta eso, que Park se mantenga alejado de este lugar, me parece perfecto dijo empujando la cabeza de Kim contra la áspera almohada, podía jurar que el lado izquierdo de su rostro quedaría con alguna que otra marca.

— Ahora deberás alejar al otro niño tierno dijo molesto lastimando el brazo de Kim, lo cortaba con quien sabe que cosa, le ardía, le dolía como mil infiernos, pero su voz no podía salir de su garganta, ¿o quieres que ésto les suceda a ellos? ¿Mmh? dijo mordiendo su cuello, cortando esta vez, el hombro de Kim, lo único que pudo articular fue un quedo gemido de dolor.

Sus ojos eran un mar de lágrimas, quería despertarse cuanto antes, ojalá pudiese manejar su mente y sueños como quería.

Cerró fuertemente sus ojos al sentir que su clavícula estaba siendo cortada sin pudor alguno repetidas veces, observó las sábanas manchadas con gotas de su propia sangre y luego escuchó la risa burlona de aquella persona, se levantó de encima suyo y por fin pudo respirar con menos dificultad.

Despertó sobresaltado, su respiración agitada y sus ojos empapados de lágrimas, se sentó en su cama y notó que ya eran casi las diez de la mañana, Jinyoung lo vería en media hora.

— Levántate, tienes que cambiarte -informó el guardia golpeando la reja de su celda.

Se vistió y peinó un poco con su mano, minutos después se encontraba en la sala dónde hablaba con Jinyoung.

— L-lo siento mucho por lo del otro día, y-yo —tartamudeó apenas vio a Park.

— No hay problema por eso, Yugyeom, no te preocupes —sonrió, brindándole una calma increíble al menor con solo ese gesto.

— Perdón —dijo agachando su cabeza.

— Yugyeom, olvida eso, ¿puede ser? —Suspiró, le dolía ver al menor así, a pesar de ser acusado de múltiples asesinatos él le había tomado cariño, más del que debía o tenía permitido—, necesito que avancemos en tu declaración.

Yugyeom pareció encogerse en su lugar, Jinyoung lo miró, sintiendo su corazón hacerse pedazos.

— ¿Puedes hablarme de tus padres?

the truth; jingyeomDonde viven las historias. Descúbrelo ahora