Serendipia, Episodio V: Vestigios (2019)

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He dibujado una sonrisa en mi rostro,
me siento raro haciéndolo, por eso no la luzco.
Trato de acostumbrarme,
aunque el cambio ha sido brusco.

La tristeza no es tan intensa como antes,
y por instantes logro reír.
Pero la oscuridad siempre ha sido constante,
y no puedo evitar los deseos de morir.

Supondría que es normal, y se trata de contrastes,
que no es raro que sea así, que todo tiene un balance.
Según mi punto de vista, mi tiempo ya lo perdí,
y de frustración me aumentaron la dosis.

Hay luces por la ciudad, pero ya nadie canta villancicos,
en este lugar nunca a nevado, sin embargo cae granizo.
Desde mi ventana observo una calle ya no tan vacía,
se aproxima año nuevo aunque sigue la desdicha.

Mi casa parece abandonada, cierro las cortinas,
en la cantina de mi sala, sirvo una copa de rutina.
Es navidad, a tu salud brindo; por todo lo que fuimos antes,
apenas quedan vestigios de lo que fue nuestro desastre.

Te hablo de finales porque conozco los principios,
ya me sé las trampas y aprendí los trucos.
Estudié pretextos y los juegos sucios,
ahora sé que tan bajo cae una persona para mantener un vínculo.

Te vas de mí con sigilo, me doy cuenta
y no hago nada para impedirlo.
Te cuido te vigilo, pero no te prohíbo; eres libre.
Puedes irte si tu felicidad no es conmigo.

La cabeza me da vueltas y me pesa la mirada.
No me gusta estar tan solo,
pero tampoco busco compañía;
valoro más quién está sin que yo se lo pida.

Bebo a oscuras, me despojo de ataduras,
o quizá sea la ebriedad causada por mi desventura.
Estoy bien, pasará; frase que se repite,
y que mi notable desmejora siempre contradice.

Cada vez más flaco,
es otro día gris,
existo con desgano,
que alguien me diga si esto es vivir.

Esto debería llamarse "anatomía de un infeliz"
viene con un decálogo que yo mismo escribí,
lo compartí con mi psicólogo y no supo que decir.
Estoy abierto al diálogo sino juzgas mi sentir.

Ya he hablado de las cosas que me afligen,
de qué vivo en tinieblas
dónde ya ni mi sombra me persigue.
Dejaré la puerta abierta, por si quiere pasar usted,

no te preguntes con quién hablo,
solo rompí la cuarta pared.
Este verso es superfluo, y yo ya no súper fluyo,
pero si me lees es porque este sufrir lo sientes tuyo.

Hago esto por instinto, no hace falta tomar vinotinto,
es solo esta época la que me recuerda que todo alguna vez fue distinto.
Evoco los tiempos pasados de cuando era un niño,
estoy joven lo sé, pero ¿Es esto lo aprendido?

¿Acaso este reflejo que ahora veo en el espejo,
era lo que ese llamado destino me deparaba?
¿Acaso nadie nota que se pierde la esperanza,
que la realidad es otra, y la vida es desalmada?

Soy un ser reflexivo laico depresivo,
callado tímido, y que es difícil congeniar conmigo.
Pero no soy cerrado a mi parecer, escucho opiniones,
sé aceptar errores y me disculpo si me equivoqué.

Intento preparar mi huida, pero no quiero salir,
no busco que repares lo que yo mismo destruí,
la solución está en mí, no lo tienes que decir,
pero necesito ayuda para poder reconstruir.

Escribo mi basura para ver si alguien la recicla,
puede servir de ayuda o poner la situación crítica.
Es el testimonio de aquello que me mortifica
y no debe tomarse como verdad inequívoca.

La mentira me rodea, yo hago uso de ella,
no soy un mártir, soy relator de mi experiencia.
Describo sucesos por los que he pasado a hasta la fecha,
y a veces escribo cartas a ilusiones viejas.

Suelto lo que queda, porque quién se va
de dónde lo quieren es porque no regresa.
Que yo también miento, siendo sincero,
no quiero pasar por víctima ni nazareno.

Me repito bastante, hablo mucho sobre el tema,
llevo casi 10 años escribiendo el mismo poema.
No puedo esperar miel si ni yo mismo soy fiel,
si me traiciono para encajar dónde no me siento bien.

Descifro pinturas y retrato versos,
escribo lo que duele, lo que no converso.
Compongo una sonata que no será escuchada,
dejaré una herencia como el dueño de la nada.

Ignoro a quien me ataca,
desconfio de quién me adula.
No toco a la puerta de nadie,
aún sabiendo que necesito ayuda.

El amor nunca es prematuro,
no tiene fórmula, tampoco índice.
No puedes calcular su valor bruto,
y es más importante que el apéndice.

Pero que sé yo del amor
si solo traigo este dolor,
ni la soledad me acompaña
cuando me encierro en la habitación.

Afronto el problema,
sin poner objeción,
a mi manera, claro,
vivir no es mi profesión.

Tengo frases que no serán retratadas,
que fueron escritas con el propósito de ser olvidadas.
Que si alguien las lee, las pasará por alto,
y no valdrá la pena saber su significado.

Aprieto más este nudo que me ahoga,
a voluntad me he colgado en la horca.
Difícilmente puedo tragar saliva,
y a estas alturas ya no encuentro una salida.

Mi felicidad depende de mí,
no de con quién esté,
y es que no hay transfusión que salve
un alma que se desangra por la pérdida de fé.

No me apetece levantarme,
quisiera cerrar los ojos y a voluntad morirme.
Irme a la morada tétrica de la ansiada paz que se me niega,
y dormir eternamente en quietud placentera.

No despertar jamás
y soñar lo que me plazca,
ella no viene a mí,
yo soy quién busca la parca.

De nada sirve invernar,
por el hambre que causa la soledad.
El mal tiempo no cesa, continua tempestad,
cómo las aves pienso en emigrar.

Pero no sé que ruta tomar,
que camino seguir.
No sé en qué parte de mí historia,
me olvidé de vivir.

Poesía BastardaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora