Anacoreta: Penitencias, Parte II [Conclusión] (2019)

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El camino es largo, pero no será eterno,
cómo venía diciendo antes, estoy cansado; muerto.
Llevo recluido en esta cueva ya un incierto tiempo,
no recuerdo la luz del día ni el azul del cielo.

Las cosas no van bien, ya no tengo ninguna duda,
todo me está afectando, me ha vencido la locura.
Quisiera existir en una partitura,
vivir en las canciones que hablan de alegría y del amor cómo armadura.

Más no todo es penuria en esta vida dura,
pude hallar felicidad en la depresión más profunda.
Apareció un ángel que me brindó dulzura,
no fue enviado por Dios pero dije ¡aleluya!

Percibí su alma tan gentil,
observé su cara y su sonrisa tan sutil,
Admiré su figura y con su permiso
en mi mente la desvestí.

No la pedí, pero me brindó su ayuda,
se hizo cargo de una pena que no era suya.
Con paciencia intentó rescatar
mi espíritu para que no se pudra.

Era tan terrenal como yo, pero quitando lo impura,
fue quien me enseñó a ver qué en mí había ternura.
Y a pesar de estar tan roto,
me abrazaba sin temor a rasgar sus vestiduras.

Estuvo conmigo incluso cuando todo fue penumbra,
siendo ese único rayo de luz que todavía alumbra.
Más no pude controlar mi poca cordura,
fui apagando su llama y mi vida volvió a ser oscura.

Aguanto mis peores días,
pero el tiempo pasó factura,
fue víctima de mis impulsos
y mi notable amargura.

Me devolvió la esperanza que había perdido,
y aunque mi fé igual que ella se ha ido,
fue el abrigo que aguantó la tempestad
de mi odio desmedido.

Le destruí y por eso ahora vago arrepentido,
ella se entregó tanto que reemplazó sus sueños por los míos.
Renunció a su paz, para así brindarme calma,
no le importó que mi ira consumiera su alma.

Se lo advertí, incontables veces,
no debía estar conmigo, que era mejor que se fuese.
Que rehabilitaba un lobo herido,
que no esperara que la mordiere.

Yo por ella estoy feliz, ahora que no está conmigo,
más los celos vienen a mí sí la imagino con otro tipo.
Igual no la busco porqué sé que es lo mejor,
y estará bien aunque ese bien no sea para los dos.

Me siento tan cobarde al ver sus tristes ojos,
fui tan destructivo que no dejé ni despojos.
Que a mi lado no esté para que no sufra tormento,
y si alguna vez me recuerda, que imagine que estoy contento,

aunque todo sea mentira,
y en realidad esté deseando estar muerto.
La amo tanto que solo el bien le deseo,
por eso me rehuso a que soporte el malestar de un dolor ajeno.

No puedo negar que los ojos me pesan,
varias noches sin dormir, trajeron consecuencias.
Viendo mi estado
hasta yo mismo me doy pena.

Estoy delgado; anémico,
falto de ánimo; histérico.
Ya lo he contado; es rutinario,
se ha vuelto endémico.

Y si es cierto que la amé, que la amo,
y fue lo que siempre soñé,
pero un amor a medias
ella no ha de merecer.

Por eso me despido renunciando a lo que fuimos,
el amor con dolor no puede ser correspondido
Del dicho al hecho hay mucho trecho,
espero lo haya entendido.

No puedo decir amarla
si le brindo angustia,
Y no puedo pretender rozarla
si mis caricias son mustias.

Intento caminar derecho
con este vacío en el pecho,
culpa mía y solo mía,
creo que me le merezco.

Estaré flotando en mi techo
sostenido por una cuerda,
más volveré a la vida si
algún día ella me recuerda.

Poesía BastardaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora