XI

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Los habitantes de aquel lugar llamado Tyrdda le trataron increíblemente bien. Se veía que no tenían demasiadas visitas, quizá algún dragón espontáneo o algún ser oscuro, pero nunca un humano de carne y hueso como Yohan.
El líder del clan, Mahiro, le había invitado a su casa, ofreciéndole comida y un sitio donde poder descansar un rato, así que aceptó la propuesta.
Mientras comía algo bastante raro, pero de buen sabor, el líder de aquel lugar comenzó a hablarle sobre dónde estaba exactamente y cómo podía regresar a casa.

─ Por cierto, vi que huías de una cría de dragón benévolo, ¿por qué?

─ Pensaba que quería comerme.

─ Esa pobre criatura no le haría daño a nadie. Quizá te lo encuentres por aquí, suele venir a jugar con los chiquillos del clan. ¿Sabes? Ese dragón, le llamamos Junho y... El pobre no tiene a nadie. Los secuaces del Señor de Nadiria se cargaron a su familia cuando no era más que un bebé, así que lo criamos aquí como uno de los nuestros. Normalmente, no suelen atacar a los dragones, y menos si son propios de aquí, pero extrañamente mataron a todos los suyos.

─ ¿Por qué?

─ No lo sé. Lo que sí sé es que ese dragón no es como los demás, quizá fue por eso. Lo verían como una amenaza.

─ Tiene sentido.

Continuó comiendo en silencio, mientras Mahiro le contaba más cosas sobre su clan y sobre el Señor de Nadiria, quien al parecer era un ser despreciable, quien buscaba inundar el mundo entero de oscuridad y terror para gobernar con mano de hierro.
Por fin, tras repetir tres veces, acabó de comer y se atrevió a preguntar qué era la comida.

─ Cerebro de lagarto. Y parece que te ha gustado, ¡me alegro!

Yohan intentó reprimir las ganas de pedir otro plato más de aquella cosa asquerosa, ya que después de saber lo que era, no le apetecía volver a probarlo, pero realmente el sabor era exquisito.

─ Oye, pero quiero otro plato de eso.

¿Por qué acababa de hacer eso? Menos mal que Mahiro se lo negó, puesto que comer mucho de eso haría que se convirtiese en un lagarto.

─ ¿Por qué no sales fuera? Quizá Junho ha seguido tu rastro y te esté buscando. Es muy cabezón, así que no dejará de buscarte hasta que le hagas caso. Y que sepas que puedes quedarte todo el tiempo que necesites, nos alegra tener a un humano aquí, hacía mucho tiempo que no teníamos visitas de uno.

Yohan le agradeció aquello y salió fuera con la esperanza de no encontrarse al dragón.
Pero no tuvo suerte.
Escuchó bastante escándalo en la parte sur de aquel pequeño pueblo, así que se dirigió hacia allí. Se encontró con un grupo de niños jugando alrededor de aquel dragón del que intentaba huir.

El animal se dio cuenta de la presencia de Yohan y, empujando a varios niños para pasar, corrió hacia él torpemente con aquella cara de bobo feliz que le resultaba extrañamente adorable.
Justo cuando estuvo delante, comenzó a dar vueltas sobre sí mismo persiguiendo su cola, dar saltos en círculos alrededor de Yohan y demás. Le recordó a un perro hiperactivo, así que, quizá mostrar algo de afecto por él tampoco estaría tan mal.

Se sentó en el suelo y empezó a jugar con él, aunque cada vez que las garras del dragón rozaban su piel, se hacía un corte. Definitivamente, se iría de allí para evitar que volviese a pasar eso.

Pero, curiosamente, se sentía muy bien con aquel dragón, a pesar de ser un animal tonto y sin cerebro, no como los lagartos. ¿A qué sabría el cerebro de un dragón? A lo mejor, si secuestraba a Junho y lo mataba, podría comerse su cerebro.

Mas... ¿Por qué estaba pensando en eso en un momento así, cuando tenía al pobre animal delante suya saltando de alegría?

Cuando ya se hubo cansado de jugar, se levantó y sin ni siquiera avisar a Mahiro de que se iba, se marchó de allí.

Junho, por su parte, fue más listo, ya que le dio un pequeño margen a Yohan para que se alejase lo suficiente y así poder seguirlo sin que se diese cuenta. Parecía que el dragón también disfrutaba de la compañía del humano.
































uwu

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