⌗ SOMNIA ♡̷̷%՞˖

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Una de las espadas del enemigo atravesó de un lado a otro a Minkyu, quien cayó al suelo, comenzando a desangrarse rápidamente.
Yohan corrió hacia él lo más rápido posible para llevarlo a una de las enfermerías militares que había cerca de la muralla de la ciudad, pero el mago no dejaba de decir que le soltase y siguiese luchando.

─ Si te dejo, morirás.

─ ¡Claro que no, aún puedo moverme bien!

Consiguió liberarse de los brazos de Yohan para quedarse de pie mientras se tapaba la herida del torso con una mano, haciendo que se llenase de sangre. Yohan lo miró extrañado y, dándose cuenta de eso, Minkyu se puso a bailar algo ridículo para que se diese cuenta de que estaba bien, aunque no era así, ya que volvió a caer al suelo por lo débil que se encontraba debido a su pérdida de sangre.

─ Ve y lucha, Yohan. Sobrevive y cuando acabe esta guerra, dile a todo el mundo lo genial que fui.

Y eso hizo. No podía continuar allí sin hacer nada o lo atacarían a él también, así que continuó asentando golpes como podía. Pronto, con la cabeza absorta en pensamientos contradictorios casi indescifrables a causa de aquel bullicio de enemigos y aliados luchando entre ellos, se olvidó totalmente de Minkyu y de su ya cadáver que seguía por ahí.
Incluso logró olvidarse de Junho, algo que para él, le favoreció bastante.

En cuanto al dragón, había regresado a un pequeño puesto medianamente alejado del campo de batalla donde le llevaban los heridos, al menos, los más cercanos a allí.
Cada vez había más y más de los suyos y eso no era una buena señal, significaba que iban perdiendo.

Aunque por suerte, su talento para la magia curativa acabó sorprendiéndole a él, tanto como a los demás hechiceros. Heridas que parecían incurables desaparecían con un poco de esfuerzo, mas algunas seguían siendo mortales de necesidad.

Pero lo que más le preocupaba al ejército de Adrestia en aquel momento, además de la guerra, era la desaparición de su rey.

Sin embargo, pronto apareció de la nada, equipado con una espada incluso más grande que él, la cual le costaba bastante levantar. Los soldados le insistieron en que no luchase, ya que criaron a Dongpyo para ser un rey en tiempos de paz, educándolo en filosofía, medicina y otras disciplinas, pero no en lucha, puesto que se suponía que era una época tranquila y nadie se esperaba aquello.

Por ese motivo quería superarse a sí mismo y participar en la guerra, algo insensato por su parte, porque había un alto porcentaje de acabar mal.
No obstante, logró aprender rápido cómo se manejaba aquel arma y la adrenalina que causaba saber que podría morir en cualquier momento le dotó de fuerza que ni sabía que tenía como para levantar la espada del suelo y atacar, aunque fuese regular.

Al menos, algo hizo y estuvo junto a su pueblo, mas sabía que luego, cuando todo acabase, tendría que explicar donde había estado.

Por otro lado, Seungwoo se dio cuenta rápidamente de que Dongpyo había abandonado el Valle Triangular. No sabía ni como, ya que era algo difícil salir de allí, aunque quizá se había fijado en cómo se marchaba él para después imitarlo. No era tan tonto como pretendía aparentar a veces.

Salió de su templo lo más rápido que pudo y cruzó el portal, no podía llegar tarde o sabía lo que iba a pasar, lo había visto y el tiempo iba a contrarreloj.
No debía permitirse ni perder un segundo o todo estaría perdido para el monarca y para Somnia.