XVII

245 58 18
                                    



─ ¿A qué te refieres con eso?

─ Tienes un alma muy especial, Yohan. Puede sentirlo, aunque no sé cómo... Así que pensé que si iba contigo, quizá...

─ Quizá, ¿qué?

─ Nada... Creo que debería irme, ya me he dado suficiente cuenta de que te molesto ─Junho dio media vuelta con intención de irse de allí, pero Yohan lo detuvo agarrándolo de la muñeca─. ¿Qué haces? Déjame.

Intentó zafarse de él, pero lo único que logró fue le hiciera más fuerza para que no se escapase, llegando incluso a hacerle daño.

─ Quizá, ¿qué? ─volvió a repetir, esta vez con un tono mucho más agresivo.

─ Nada. Déjame, por favor.

En un rápido movimiento, Yohan lo acorraló contra la pared, quedándose cada uno a escasos centímetros del otro.

─ Esa respuesta no me sirve. Si venías conmigo, ¿qué creías que iba a pasar? ¿Te pensabas que por tener un alma diferente al resto o algo así
iba a ser rico o por el estilo? ─Junho no podía responder debido al enorme nudo en la garganta que sentía en ese momento, se sentía horrible al saber que pensaba de aquella manera─ Nunca te callas y dejas de incordiar y ahora que quiero que hables, no lo haces.

Yohan se separó del dragón, quien salió de la habitación lo más rápido posible a punto de llorar.
No sabía si se iría para siempre o no, pero tras aquella discusión, estaba claro que la relación entre ambos iba a cambiar, aunque desconocía si para bien o para mal.

En cuanto a Junho, él no tenía ningún lugar al que ir ni nadie a quien acudir, mas se iría de aquella casa en ese mismo instante. Le dolía tomar esa decisión, pero si Yohan no lo aguantaba, era lo mejor para él entonces, ya que no quería molestarle.

Sin decir nada, se marchó de allí tratando de hacer el menor ruido posible. Deambuló por las apagadas y vacías calles pensando en qué hacer ahora, viendo a vagabundos por ahí tirados y a un chico pasar corriendo hacia la salida de la ciudad.

Sentía que toda su vida se había derrumbado. Ya no podía regresar a Somnia, había perdido su cuerpo original y debía vivir como un humano, además de que estaba totalmente solo.

Por un momento pensó en volver y pedirle disculpas a Yohan por haberse ido de esa manera, prometiéndole que dejaría de ser tan pesado, pero no estaba seguro, ya que lo más probable para él era que ni siquiera le dejaría entrar en casa.
Se había equivocado totalmente con él y había pensado que era algo distinto a lo que en realidad era.
Aunque no entendía cómo se había podido confundir, había estado tan seguro...

Llegó hasta la estatua de Yggdragón y se plantó delante de ella, mirándola fijamente. No sabía porqué, pero extrañamente, se sentía seguro, como en casa estando cerca.
Era raro porque nunca había sentido esa sensación.
Siempre supo que él no tenía un lugar al que llamar "casa" en sí, ya que la pequeña cueva en la que vivía en Nadiria, era eso solo, una cueva. En cuanto a los habitantes de Tyrdda, sí... Siempre lo habían tratado como a uno más, pero no era de los suyos y la mayoría de las veces notaba que estaba fuera de lugar.
Así que, que una mera estatua provocase aquel sentimiento era increíble. Podría quedarse delante de ella para siempre.

De repente escuchó unos pasos acercarse hasta allí, además de una respiración agitada, como si esa persona hubiese llegado corriendo, pero no quería saber quién era, le daba igual.

─ Sabía que estarías aquí.

─ ¿A qué has venido, Yohan?

─ Estaba preocupado por ti, además de que quería pedirte disculpas por haberte tratado tan mal desde que nos conocimos.

─ ¿Y te das cuenta ahora de eso?

─ Sí... Porque pensaba que no te iba a encontrar y no podría verte más.

⌗ SOMNIA ♡̷̷%՞˖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora