⌗ SOMNIA ♡̷̷%՞˖

XXXII

─ Aunque la paz haya regresado, el tiempo apremia y debemos decidir qué hacer con el futuro de Somnia.

Seungwoo caminaba inquieto mientras se celebraba en concilio en aquel enorme salón del castillo de Adrestia. Allí reunidos, se encontraban los máximos eruditos y magos de la corte, entre ellos Junho, y también los principales generales del ejército.

─ Creo que hace más falta pensar qué hacer con los poderes de los dioses. No pueden quedarse eternamente en una caja y sin un lugar que los mantenga en equilibrio como hacía Somnia, podrían peligrar.

─ Añadiendo el hecho de que allí se encuentra Yggdrasil, habría que trasladarlo de alguna manera.

─ Yggdrasil se movió a Somnia por su protección, sacarlo de allí sería una estupidez.

─ ¡Silencio! ─exclamó el Creador de Sueños, interrumpiendo a todos los presentes que estaban hablando entre sí y pensando qué hacer─  Ya lo he decidido. Yggdrasil regresará a Dundrasil, su lugar de origen, ahora llamado Óguðleg y los poderes sagrados serán distribuidos entre los prescientes.

─ ¿Prescientes? ─preguntó Sejin, el actual regente de Adrestia tras la muerte de Dongpyo.

─ Sí ─explicó uno de los eruditos─. Aquellos con un alma especial y una capacidad superior de conocimiento sobre el futuro y los hechos que acontecerán entonces. Básicamente, conocen el futuro y pueden ver el mundo desde la perspectiva de la eternidad. Son como una especie de semi-dioses.

─ Yo conozco a uno ─interrumpió Junho, haciendo que todos lo mirasen─. Si queréis, me puedo ocupar de reunir a los prescientes.

Debatieron sobre el tema. A algunos no les parecía bien que aquel selecto y de reducido número de personas se encargase de los poderes sagrados, aunque a otros sí, pues eran lo más parecido a un dios.

Acabado el concilio y sin un acuerdo sobre lo debatido, cada uno se marchó donde le correspondía, volviendo Junho a casa de Yohan, a pesar de que él no parecía querer ver al dragón.

Golpeó la puerta de madera desgastada débilmente, esperó y al ver que nadie abría, llamó de nuevo, esta vez más fuerte. Finalmente, la puerta cedió y Yohan se asomó sin abrirla del todo, mirando a Junho con asco.

─ ¿Qué quieres y qué haces aquí?

─ ¿Puedo pasar...? Me gustaría decirte-...

─ Lo que tengas que decir, puedes decirlo desde ahí ─Junho asintió de manera pesada, no entendía porqué recibía ese trato. Sabía que no le caía bien, pero de ahí a esas formas, había un trecho─. ¿Vas a hablar o no?

─ Dirígete mañana al castillo y... Bueno, no importa, solo ve allí mañana, te dirán lo que hacer y probablemente, yo también esté, así que...

Dio media vuelta para marcharse de allí sin despedirse siquiera. Yohan se quedó pensativo ante aquello, ¿por qué debía ir al castillo? De repente, una fugaz idea cruzó su mente de la nada. ¿Y si Junho lo había vendido por el asesinato a aquel soldado en las mazmorras?

Corrió hacia el dragón, quien ya se había alejado bastante, y lo agarró del hombro para que se diese media vuelta y detenerlo.

─ ¡¿Me has traicionado, imbécil?! ─alzó el tono de voz, haciendo que Junho lo mirase sorprendido por esa acción. Yohan comenzó a zarandearle de los hombros, provocando que se agobiase y no pudiese responder a la brusca pregunta─. ¡¿Piensas contestarme o qué?!

─ ¡No te he traicionado, nunca haría tal cosa! ¡Y no entiendo porqué me tratas así, no soy un animal!

─ ¡Claro que eres un animal! ¡Eres un dragón! ¿Hace falta que te lo recuerde? ¡Eres humano de casualidad y ojalá nunca lo hubieses sido!, ¡¿por qué tuviste que aparecer en mi vida?! ¡No te soporto!

─ ¡Pues si no me soportas, déjame en paz y no me vuelvas a hablar jamás!

Se marchó corriendo de allí, aguantándose las ganas de llorar. En cuanto a Yohan, él regresó molesto a su casa, aunque sí iría al castillo el día siguiente.

Mientras tanto, en Somnia, el bello mundo comenzaba a marchitarse, pues Yggdrasil comenzaba a desvanecerse de allí gracias a los hechizos de todos los lugareños, que decidieron aunar fuerzas para transportar al sagrado árbol a Óguðleg, aún a riesgo de perder el que había sido su hogar durante años.

Una vez el árbol del mundo desapareció de allí, Somnia perdió su brillo, su flora y fauna murió y toda su luz mágica, natural e irreal se esfumó para siempre, convirtiéndose en la réplica exacta de Nadiria.

Los habitantes de Tyrdda y los de Draumur recibieron una invitación especial a Rionnag, el reino de los cielos y, llevándose consigo a las pocas especies que quedaban en aquel lugar muerto, esos dos mundos quedaron totalmente vaciados. O eso creían.

Al día siguiente, en Adrestia, Yohan se dirigió a donde estaba citado, encontrándose con Seungwoo, el actual regente, el grupo de eruditos ─entre ellos Junho, al que ni siquiera podía mirar a la cara debido a lo mal que se sentía en realidad por cómo lo trató el día anterior─ y otros tres seres que estaban igual de perdidos que él.

Uno de ellos era humano, al igual que Yohan, y vestía con la ropa típica de los nobles de Octagonia. Le sorprendía la rapidez con la que había llegado hasta la isla de Adrestia, pues ambos lugares estaban bastante alejados.
Otro de los presentes era un centauro con aires de gólem, algo extraño realmente, y el último era un elfo, parecía de los Noldor, pero iba vestido con los ropajes de la región de Altissia, aunque no estaba seguro.

─ Bien ─comenzó Seungwoo─, os preguntaréis para qué os hemos hecho venir hasta aquí, ¿no es así? El final de Somnia se acerca y debemos encontrar personas que se hagan cargo de los poderes sagrados. Por eso estáis vosotros aquí. Un humano normal no podría soportar el poder de un dios, como pasó por ejemplo con el último rey de Adrestia ─muchos de los presentes que conocían la cercana relación que él y Dongpyo habían tenido se sorprendieron ante la indiferencia y frialdad de Seungwoo diciendo aquellas palabras, aunque pensaron que quizá era una cuestión de formalidad ante aquellos desconocidos─. Por ese mismo motivo, se os ha convocado aquí. Vosotros, los únicos prescientes con vida sobre la faz de Zenithia y considerados semi-dioses por vuestra condición, sois los únicos capaces de sobrellevar esos poderes. Así que, por el bien del mundo y su protección, espero que los aceptéis de buen gusto.