VII

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Tras levantarse gracias a la ayuda del desconocido, Yohan no podía apartar su vista de él.
No sabía si por curiosidad o temor, pero lo mismo era para aquel espectro, ambos mirándose fijamente.
Los ojos muertos de aquella cosa daban escalofríos, pero eran demasiado hipnóticos.

Tras unos segundos que se hicieron eternos, eso comenzó a caminar alrededor del chico, como examinándolo.
Cuando hubo dado unas tres vueltas, se frenó en seco y, acercándose a una de las paredes de espejos, abrió un pasadizo que parecía una salida de aquel lugar.
Le hizo un gesto a Yohan para que le siguiera, aunque él no estaba seguro de si debía ir. Aunque claro, quedarse allí para siempre tampoco era una buena idea, por lo que decidió seguirlo.

Siguió a aquel sujeto por ese pasillo que había abierto, el cual cada vez se hacía más complicado, serpenteante, con cuestas hacia arriba y abajo, además de algún que otro escalón.

Comenzaba a acostumbrarse a la presencia de aquel ser, de hecho, le parecía amigable. De vez en cuando, soltaba algún gruñido, como si intentase hablar, pero tuviese la boca sellada.
Aún así, Yohan le respondía con un "ajá", a riesgo de que le preguntase si era tonto y él le diese la razón contestando eso.

Tras una larga caminata por aquellos estrechos pasillos, llegaron a una sala más grande, llena de jaulas con todo tipo de seres dentro.
Aunque lo que más le aterró era que la mayoría estaban muertos.
Decidió dar media vuelta y regresar, pero el pasadizo por el que había llegado no estaba.

El espectro parecía haberse distraído con otra cosa, así que optó por buscar en aquel lugar alguna forma de salir o, al menos, algo con lo que defenderse si le atacaba.

Se percató que en el centro de la sala había un cráter, el cual era el que proporcionaba la iluminación necesaria para poder ver, aunque hacía demasiado calor, eso sí.
Comenzó a inspeccionar las jaulas, en muchas de ellas quedaban solo huesos de lo que en algún momento fue un pobre ser vivo, en otras se apreciaban los cadáveres en descomposición, rodeados de moscas y otros insectos desagradables, acompañados de un olor putrefacto.
Al único ser que vio con vida en todo aquel caos enfermizo, fue a un joven dragón que respiraba con dificultad en una de esas jaulas.

Decidió ir hacia allí, no sin antes agarrar un hueso bastante grande que había por el suelo en caso de que necesitase defenderse.
Se acercó al dragón sin que el espectro se diese cuenta. De hecho, parecía muy ocupado diseccionando algo, no estaba seguro de qué era exactamente.

Cuando estuvo justo al lado de aquel ser, el dragoncito levantó la mirada algo cansado, se le veía bastante desnutrido, a nada de morir por inanición.

Sintió muchísima lástima por aquella criatura, así que extendió su brazo traspasando las barras de la jaula para intentar acariciar al dragón, que no se molestó en absoluto por la acción del chico.
Se sentía un poco mejor después de haber hecho eso, quizá fuese una tontería, pero tenía la necesidad de hacerlo.

El siguiente paso era salir de allí, y si podía liberar a aquel ser, mejor.

Se paseó por la sala con algo de chulería con el hueso gigante en la mano, hasta que sintió como algo se movía por su brazo. Dirigió la mirada hacia ahí y se percató de que el hueso estaba lleno de gusanos que ahora estaban montando una fiesta en su brazo.

Gritó soltando el hueso y sacudiéndose entero, por si acaso, montando un espectáculo digno de ver.

─ ¡Qué asco, qué asco, qué asco!

El espectro dejó lo que estaba haciendo y se giró hacia él, acercándose a una velocidad vertiginosa.
Se quedó mirándole el brazo en el que habían estado aquellos bichos, para después sacar un cuchillo y hacerle un corte lo suficientemente profundo como para que saliera sangre a borbotones.

El espectro sonrió con una horrible sonrisa, mostrando sus unos dientes podridos y afilados, se acercó a la reciente herida del joven y lamió la sangre que continuaba saliendo.

Yohan se estremeció al notar la lengua rasposa y fría de aquella cosa, de hecho, llegó a sentir que su corazón se paraba por el asco tan inmenso que estaba sintiendo.

El bicho aquel se alejó de nuevo a sus cosas y Yohan no podía apartar la mirada de su brazo, el cual ya no sangraba, pero aún así podía notar esa asquerosa sensación anterior.

No sabía porqué había hecho eso, todo aquello estaba siendo demasiado raro. Quizá... ¿Había muerto sin darse cuenta y aquello era el infierno?

No, todo era muy real, además de que nunca pintaban el infierno de aquella manera, ¿no?

Suspiró dándose por vencido. Le sería imposible salir de aquel lugar tan extraño, y si no era devorado por el espectro, acabaría muriendo de hambre a no ser que se alimentase de los gusanos que le habían atacado.
Esa podría ser una buena venganza hacia ellos, sí.

¿Por qué estaba pensando en eso ahora? No, tenía que salir e, inexplicablemente, quería sacar a aquel dragón de allí también.

Se sentó a descansar un rato, aunque no había hecho absolutamente nada, excepto el tonto, se sentía bastante cansado.

Tras quedarse empanado mirando a la nada, escuchó que el espectro gruñía algo para después esfumarse en el aire.

Había llegado su oportunidad. La oportunidad de inspeccionar a fondo el lugar y salir de allí.






























qué contraste esto con la parte de Dongpyo, hee hee.

⌗ SOMNIA ♡̷̷%՞˖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora