VI

470 88 5
                                    



Pasaron varias horas desde que Jingtian se había ido y Dongpyo no había perdido el tiempo exactamente.
Después de mucho tiempo buscando en el archivo, sin éxito, probó con preguntarle a distintos eruditos que investigaban allí, sin una respuesta que le fuese convincente.
La mayoría de ellas fueron simplemente: "No lo sé", "No estoy especializado en ese tema", o directamente no respondían.

Decidió entonces pasearse por el castillo, básicamente.

Le gustaba que andar por allí fuese tan cómodo, se sentía como pisar una almohada gigante que no acababa nunca.

Subió a los pisos superiores, donde se suponía que estaban los aposentos reales.
Andando por allí, pasó por delante de una puerta bastante grande y decorada, con dos soldados delante custodiándola.

─ Estos son los aposentos privados del rey ─soltó de mala gana uno de los soldados─. Y antes de que lo preguntes: no, no puedes pasar.

─ ¿Entonces no puedo pasar?

─ No.

─ ¿Seguro?

El soldado no respondió. Solo se quedó mirando al joven y pensando en cómo echarlo sin armar mucho jaleo.

Dongpyo sonrió amablemente, gesto que desubicó a aquellos guardias. Acto seguido, chasqueó sus dedos y ambos soldados se quedaron dormidos.
Era la oportunidad perfecta para entrar a cotillear en la habitación de Jingtian.
¿Qué escondería ahí para que tuvieran que haber soldados en la puerta?

Nada más pasar dentro, captó un agradable olor a frutos del bosque que le distrajo de la misión principal, cotillear.

Pudo ver una cama enorme con un dosel algo hortera, propio de abuela. Los muebles eran bastante bonitos, al igual que la decoración. Todo era de madera blanca impoluta.
Realmente le gustaba ese lugar, así que pensó que decoraría su habitación de la misma manera cuando regresara.

Se fijó en el escritorio que había cerca de la chimenea y de la enorme estantería que había ahí cerca.
Podrían haber más de doscientos libros allí, por lo que quizá habría alguno que hablase sobre el Creador de Sueños.
Aunque no tenía mucho tiempo para buscar, igualmente lo hizo y como no, terminó distrayéndose de nuevo.

Mientras curioseaba un libro sobre los distintos tipos de lagartijas que existían en Somnia, escuchó unos pasos acercase por el pasillo, seguido de una voz preguntándose qué había pasado con los soldados de la puerta.
Era la voz de Jingtian.

Soltó el libro dejándolo de nuevo en la estantería y buscó un sitio donde esconderse rápidamente.
Fue hacia la cama para meterse debajo, pero no cabía. Luego, en los armarios, aunque estaban abarrotados de ropa.
No le quedaba mucho tiempo. Por suerte, el monarca se había marchado para llevar a los soldados a algún lugar y que les atendiesen, eso le había dado a Dongpyo un poco más de margen.

Pensó rápidamente. Salir de la habitación era muy arriesgado por si alguien le veía, así que no.
Miró por todos lados hasta que encontró el escondite más o menos perfecto.
La chimenea.

Era bastante grande y con hueco suficiente a los lados para ocultarse dentro. Además de que no hacía frío como para usarla, así que ese era el sitio perfecto.
Se encogió lo máximo que pudo, pegándose a un lateral del interior de la chimenea, escondido.

Entonces, volvió a escuchar los pasos acercándose hasta allí. Mantuvo la respiración.
En el momento en el que la puerta se abrió, su suerte le jugó una mala pasada, pues le entró hipo.
Se tapó la boca rápidamente, pero no sirvió para nada.

Pudo notar como Jingtian comenzaba a buscar por toda la habitación, así que lo único que se le ocurrió a Dongpyo fue echarse más para atrás, pegándose lo máximo posible a la pared.
Sin embargo, esta cedió, abriéndose como si de una especie de puerta se tratara, así que el joven aprovechó y se marchó de allí lo más rápido posible, cerrándose aquella trampilla tras de sí, logrando que Jingtian no le descubriese.

Comenzó a gatear por aquel pasadizo secreto y bastante estrecho, hasta el punto de ser agobiante.
Parecía un pasillo eterno, llegando a temer que moriría antes de alcanzar el final.

Cuando por fin salió de aquella penumbra y volvió a ver la luz, se dio cuenta de que había salido del recinto del castillo.

Estaba en lo que parecía ser la parte trasera de Draumur.
La vegetación era más abundante, al igual que la fauna. Pudo reconocer un tipo de lagartija gracias al libro que había leído antes, pero eso no era lo más importante en aquel momento, sino la escena que tenía delante.

Ante sus ojos, se extendía un enorme bosque que se alzaba como si de una pirámide se tratase, con todo tipo de exóticas plantas, cascadas de agua brillante y otras maravillas que le dejaron fascinado.

Pero lo que más le sorprendió fue que, en la cima de aquella colina boscosa, yacía un altar decorado con varios orbes de colores, del que salía una pasarela formada por el mismísimo arcoíris, que llegaba hacia una isla flotante de lo más pintoresca.

Nunca la había visto, quizá porque el castillo la tapaba, pero realmente quería saber qué había allí.

⌗ SOMNIA ♡̷̷%՞˖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora