XV

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─ Bueno, con eso creo que sirve para mantener una conversación normal, aunque no sé quién querría mantener una charla contigo, si pareces medio bobo...

─ ¡Bobo!

Yohan tomó aire para intentar calmarse. Le había dicho cientos de veces ya al dragón, ahora humano, que repetir lo último que decía la persona, no servía para hablar. Pero parecía que todas las horas en las que podría haber estado durmiendo tranquilamente, las había desperdiciado.

─ Parece que nunca vas a saber hablar, así que me rindo. Me voy.

─ ¡Me voy!

─ No, no. Tú no te vas.

─ ¡Tú no te vas!

─ Ay... Pero qué pesado es... Soy yo el que se va, así que cállate.

─ Vale, entonces yo también me voy, ¡adiós!

Y sin más, Junho salió corriendo de casa mientras Yohan intentaba procesar rápidamente lo que había pasado. ¿Había conseguido hacer una frase sin que dijera cómo hacerla? Parece que no era tan bobo como creía.

Pero eso no era lo que importaba ahora. El verdadero problema era que se había escapado a una ciudad que desconocía y que estaba llena de gente por todos lados.
Por un lado le daba igual si se perdía, con suerte, no sabría volver.
Pero por otro, sentía la incontrolable necesidad de ir a buscarlo.

Así que eso hizo. Salió corriendo también y decidió ir hacia las calles principales, aunque hubiese más gente, estaba la posibilidad de que había ido hacia el barullo de la ciudad.

Casi nunca salía fuera de casa de día, por lo que se le hizo extraño todos aquellos puestos, las tiendas y comercios, las personas que paseaban y compraban... Aquel lugar parecía otro totalmente distinto de noche.

Tras caminar por varias calles, empujando a la gente e intentando localizar a Junho, llegó a una de las plazas principales del pueblo.
Entonces lo vio.

En el centro de la plaza se encontraba una estatua conmemorativa hecha de obsidiana. Aquella estatua presentaba la forma de un gran árbol repleto de hojas y en su cumbre, un enorme dragón con ambas alas abiertas de forma majestuosa, con la cabeza como clamando al cielo.
Junho estaba delante de dicha estatua mirándola fijamente.

─ ¡Te pillé! ─exclamó Yohan mientras posaba una de sus manos en el hombro del chico, haciendo que este saliese del trance en el que había entrado observando aquella decoración de la plaza.

─ ¿Qué es eso? ─preguntó el joven, señalando la estatua.

─ Se supone que son Yggdrasil, el Árbol del Mundo e Yggdragón, su creador.

Al oír eso, Junho se giró hacia él, dejando aquella imagen detrás. Yohan pudo ver como una chispa de curiosidad e ilusión iluminaban los ojos de aquel chiquillo.

─ ¡Cuéntame más!

─ No sé mucho sobre el tema, pero mi madre me contó cuando era pequeño que antes solo había oscuridad, pero de una pequeña lucecita surgió un dragón que fue haciéndose cada vez más grande y, que con su luz, creó el mundo y trajo vida. En cuanto a Yggdrasil, no sé mucho sobre ese árbol, pero sé que es o fue muy importante para Zenithia, que por si no lo sabías, es como se llama este mundo.

Junho se había quedado en total silencio pensando sobre aquello. No podía evitar estar confundido, todos aquellos nombres mencionados le resultaban demasiado familiares y a la vez desconocidos.

─ ¿No sabes nada más?

─ Nop, lo siento. Oye, ¿has venido solo hasta aquí por esta estatua?

─ No... Solo que cuando la he visto, he sentido que algo en mi mente me pedía salir, pero no sé, es extraño. Aunque creo que solo estoy diciendo tonterías. ¿Cómo se vuelve a casa?

─ Te acompaño.

Caminaron en silencio durante todo el trayecto. Una vez allí, Junho se quedó y prometió no romper nada ni cotillear mientras Yohan estaba fuera arreglando unos "asuntos".

Varias horas después, ya de noche, volvió algo exhausto y hambriento. Caminó a la cocina para encontrarse con todo el lugar hecho un auténtico asco.
Vio mogollón de comida mal cortada, ingredientes desperdigados, lechuga quemada... ¿Lechuga quemada?

─ ¡¡Junho!!

Pronto, apareció el joven dragón por la puerta de la cocina exclamando un sonoro "no" mientras se dirigía a la sartén con lechuga.

─ La cena...

─ ¡Te he dicho que no tocases nada! ¿Se puede saber qué has estado haciendo?

─ Quería cocinar algo rico, pero no se me da bien esto...

─ Pero eso no tiene nada que ver con lo que el desorden que has hecho. A ver, ¿por qué está la mesa llena de harina? ¿Y por qué la botella de aceite está vacía? ¡¿Y por qué hay una olla llena de mermelada y pescado crudo?!

Junho no entendía nada de lo que estaba diciendo. No tenía claro qué era cada cosa que había mencionado, así que no supo qué responder.

─ Pero... ¿No tienes hambre?

Yohan solo bufó enfadado y salió de allí de mala gana. Estaba cansado y ahora tener que aguantar aquello podía con él. Junho fue tras él y vio como se metía en su habitación, cerrando la puerta tras de sí.

─ Yohan, ¿estás bien? ¿Puedo entrar?

Pero no recibió respuesta, así que lo tomó como un sí y pasó dentro, cerrando la puerta.
Se encontró al chico tirado en la cama, boca abajo. Junho solo se quedó de pie, al lado.

─ Perdón.

─ ¿Por qué pides perdón? ¿Por haber entrado en mi habitación sin permiso? ¿Por haber dejado mi cocina en un estado lamentable? ¿O por aparecer en mi vida? ─Yohan se incorporó quedándose sentado en la cama mientras miraba fijamente al dragón─ ¿Por qué yo? ¿Por qué comenzaste a seguirme de aquella forma? O mejor aún, ¿por qué me tuviste que salvar de aquel lugar? Podrías haberme dejado morir allí y huir tú solo. Ahora me siento en deuda contigo, pero no te aguanto y me siento mal.

─ Pero primero me sacaste de la jaula esa...

─ ¿Y qué? ─preguntó, levantándose de la cama para encarar al joven─ Bien, y después de aquello, ¿por qué me seguiste todo el rato?

─ Porque nunca había encontrado a nadie con un alma como la tuya.

⌗ SOMNIA ♡̷̷%՞˖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora