⌗ SOMNIA ♡̷̷%՞˖

XXV

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Tras varias horas allí encerrados, en medio del más absoluto silencio, se pudo oír unos pasos acercarse hasta allí.
Un soldado había bajado a las mazmorras para revisar a los presos.
Yohan ideó un plan algo ruinoso que tenía más posibilidades de fracasar que de salir bien, pero debía intentarlo.

En cuanto aquel guerrero pasó por delante de la celda, lo llamó, haciendo que se acercase a la reja. Yohan se levantó del suelo donde estaba sentado y se acercó también ahí para "hablar" con él.

─ ¿Qué quier-...

Pero no le dio tiempo a terminar la frase, ya que el chico le clavó en la garganta una pequeña daga que tenía escondida.

El soldado cayó al suelo y Yohan aprovechó para buscar las llaves de la celda y salir. Cuando las encontró, abrió la puerta y apartó a lo que ya parecía ser un cadáver de una patada, sin ningún tipo de tacto.

Se dispuso a salir cuando se percató de que Junho no le seguía, sino que continuaba allí sentado, aunque con los ojos llorosos, horrorizado por aquel asesinato que acababa de presenciar.

─ ¿Vienes o no? Si te quedas aquí, pensarán que lo has matado tú y te ejecutarán.

Aún así, no se movió del sitio, no podía creer lo que estaba pasando. Simplemente, se le hacía difícil pensar que esa pobre persona, que no tenía culpa de nada, no volvería a ver ni a su familia ni amigos, y eso le hacía sentirse extremadamente culpable.
Yohan, al ver que el dragón no tenía intención de moverse, se encogió de hombros y se marchó de allí. A partir de aquel momento ya no tendría nada que ver él y con lo sucedido.

Junho seguía mirando fijamente el cuerpo inmóvil cuando recordó un hechizo propio de Tyrdda, aquel recóndito pueblo en la frontera de Nadiria. Consistía en curar heridas hechas recientemente, incluso lo habían probado con él y funcionaba.
Así que, por probar, no pasaba nada.

Se aproximó al soldado, quedando justo a su lado y extrajo la daga de su garganta, haciendo que la sangre brotase con más rapidez.
No tenía muy claro cómo debía hacer aquello, lo recordaba vagamente, pero sabía que tenía que poner sus manos cerca, sin rozar el tajo y pronunciar algunas palabras, las cuales no sabía, por lo tanto, simplemente cerró los ojos y deseó con todas sus ganas que se curase.
Lo intentó varias veces y todas fracasaron, hasta que por fin, escuchó algo moverse cerca de él.
Abrió los ojos y vio al soldado algo aturdido, mirando a todos lados mientras tosía costosamente.

─ Qué sueño más raro he tenido... ─fue lo primero que dijo al despertar.

Junho no sabía de qué hablaba, pero al menos, no estaba muerto.
Aquel guardia le preguntó al dragón lo ocurrido, ya que solo recordaba un fuerte dolor de garganta y después, oscuridad.

Le explicó que se desmayó delante de su celda, así que le quitó las llaves para abrir la puerta e intentar reanimarle.
El soldado no podía creer que su vida había sido salvada por un preso que ni siquiera tenía cara de delincuente, así que, por eso solo, lo sacó de allí y decidió llevarlo ante el rey para que le diese el perdón y dejarle marcharse a casa.

Sin embargo, el monarca no se encontraba en el castillo, de modo que, le ofrecieron una pequeña estancia de invitados a Junho allí para que se quedase. Dudó en aceptarla, pero entonces recordó que Yohan lo había abandonado allí y, aunque acabase volviendo junta él, le haría esperar.

Rápidamente, la noticia de que un chico aparentemente normal había curado mediante magia a un soldado, se extendió como la pólvora y pronto, varios magos quisieron acogerlo como aprendiz, ya que la magia pura o curativa era la más complicada y no todo el mundo sabía cómo hacerla.

En cuanto a Yohan, regresó tranquilamente a casa, por fin se habría librado de aquel dragón, es decir, no se esperaba que fuese a ser de aquella manera, pero estaba satisfecho.
Así que decidió continuar con su vida como lo hacía antes de aquel incidente, aunque todavía con la idea de querer matar al rey.