Capítulo 8 Hashirama, Sayuri y Sakumi

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Gracias a una conversación de cetrería, Madara y Sayuri, coincidieran dos años atrás. La cetrería es el pasatiempo favorito de Madara, al igual que entrenar y combatir con los mejores shinobis de otros clanes destacados. Aquella primera conversación que se centró en dicho tema, en tan poco tiempo cambió a un tema más personal. Sayuri con 23 años de edad, se interesó en el hijo de su varón cuando Madara tenía 17 años. Ella fue quien despojo al joven Uchiha de su virginidad, con el pasó del tiempo le enseñó muchas mañas, las cuales practicaba con Tajima. Era lo peor que había hecho Madara a su padre, y seguía haciéndolo, por culpa de la mestiza que le facilitaba sus encuentros sexuales con la ayuda de su manera de hablar con su joven amante. La sensualidad se le daba bien a Sayuri, nunca tuvo problemas de obtener lo que quería usando el arte de la seducción y el engaño.

—¿No deberías estar con mi padre? —preguntó Madara, incorporándose de aquel cadáver.

Sayuri caminó dos pasos al frente, pero se detuvo al ver a Madara caminar hacia ella.

—Tu padre me pidió que le diera un té para dormir. Sabes bien que tiene meses con insomnio —respondió la mestiza con aquella característica sensual de ella.

—No deberías salir sola de la fortaleza. Puedes terminar asesinada o raptada. —Madara continuó avanzando hacia con ella.

—Puedo cuidarme yo misma. Todos piensan que solo porto estos ojos de adornos, cuando los sé usar como todos.

—Lo sé. Es solo que mi padre no te deja combatir. —Para que Madara reconociera a alguien era porque era fuerte. La determinación de Sayuri era algo de admirar.

—¿De dónde vienes? No me digas que te ves con alguien de otro clan —preguntó deliberadamente.

Esos ojos azules no parpadeaban, estaban puestos sobre el Uchiha, quien tenía poco sangre salpicada sobre su tez blanca. Este se detuvo a un metro de Sayuri, y echó nuevamente otro vistazo con su Sharingan para ver que no hubiera alguien más observando.

—No hay nadie —aseguró ella. 

—Está será la última vez... —mascullo.

Madara estampó a Sayuri contra el árbol de donde salió y la tomó del reverso de sus muslos de una manera rápida y la subió hasta la cintura. Ella enredó las piernas y lo acercó más a ella, mientas se aferraba a ese cuello varonil que tanto le gustaba besar. Antes de proseguir, él dijo:

—Tenías todo calculado, ¿eh? No tienes ropa interior.

La mestiza esbozó una coqueta sonrisa antes de contestar:

—Nunca llevo ropa interior —griño un ojo —. Ahora contesta, ¿vienes de verte con alguien? Porque estás duro y caliente.

—Guarda silenció y empecemos.

Madara no quería acordarse de Lady Hashirama. No, en este momento. Sayuri no cuestionó más y empezó a morder el cuello de su joven amante. Pasaba su lengua por todo el cuello y mordía las orejas, provocando un rico gemido de este por la calentura previa con la Senju. Se sentía tan orgullosa de sacarle los gemidos como una rica melodía para sus oídos.

—No muerdas... —jadeo Madara. Se separó un poco de ella y con una mano removió el bolso de herramientas y el cinturón para dejarlos caer al suelo. Bajó la bragueta de su pantalón y metió el grueso falo a la cavidad vaginal de Sayuri. Esta gimió de placer al sentir el grueso falo entrar hasta el fondo de sus paredes vaginales sin cuidado alguno.

—No olvides. No termines dentro de mí. —Sayuri quiso besarlo en la boca, pero sus besos fueron negados.

—Y tú no olvides que no puedes besarme.

El beso de Judas  "Un rey sin corona" [Finalizada] ANTI ROMÁNTICO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora