Capítulo 2 La verdad al fin sale a la luz

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Ayer por la tarde...

La noche estaba por caer sobre el campo de batalla cubierto de cadáveres y sangre. El sonido de armas pegando contra sí, se oía a larga distancia, tampoco podía faltar aquellos sonidos de asombrosos Jutsus de los élites del clan Uchiha y Senju. Ambos clanes cuentan con prestigiosos poderes y son conocidos por ser de los clanes más poderosos y letales. Los Senju tienen habilidades sorprendentes, mientras los Uchiha, algunos, despertaban el preciado Sharingan, ojos acopiadores. Otros clanes al saber que estos dos prestigiosos clanes se masacraban entre sí, no tenían el valor para intervenir. Lo mejor era esperar cuál de uno de ellos les daría una visita con su prepotencia inalcanzable. Ambos clanes eran de temer y más por los hijos de los líderes, que eran bien reconocidos entre los enemigos. Ambos jóvenes con 15 años de edad, siempre se enfrentaban entre sí, alejados de los demás, para no lastimar a sus camaradas por la manera exageradamente letal de pelear.

Hoy ambos jóvenes no esperaban lo que estaba por suceder. Algo embarazoso y a la vez confuso...

Lejos de los demás, a medio kilómetro de distancia, ambos shinobis combatían con todas sus fuerzas y potencial. Madara como siempre arrogante y seguro de sí mismo mostraba porque iba a ser el siguiente líder del clan Uchiha, por otro lado, Hashirama, se mantenía serio y trataba de hablar bien con su amigo para convencer de cambiar su manera de ver las cosas entre ellos.

Esta vez algo no era normal. Madara notó al moreno adolorido.

«Que cosa tan peculiar...», pensó mientras miraba cómo el antes mencionado, de vez en cuando colocaba una mano sobre la parte baja de su estómago, como si estuviera herido o enfermo, no obstante, el Senju contraatacaba cada unos de sus ataques de alto nivel con rapidez y ágiles. Las cosas se habían tornado más extrañas al cambiar Ninjutsu con Taijutsu. Madara al dar el primer golpe a su contrincante lo sintió débil. No era típico del Senju retroceder varios pasos con tan solo un golpe. Claramente algo no estaba bien, y Madara tenía que averiguarlo...

—¿Te has vuelto más débil, o yo me he vuelto más fuerte? —preguntó con una sonrisa de medio lado. Madara llevó su mano derecha por atrás de su hombro para tomar la Gunbai. Dicha arma la llevaba colgada en su espalda.

Hashirama sonrió, sin embargo, su sonrisa era dolorosa, contestó:

—No se trata de ello, es solo que... —hablo adolorido, y mejor se calló.

—No tendré piedad porque estes enfermo, sabías a lo qué venías y a quien te enfrentarías —hablo arrogante. La mano derecha alcanzó el mango de la Gunabi y esta fue colocada con rapidez enfrente del azabache con melena rebelde.

El aire que desprendió el arma larga del Uchiha movió unos mechones del rostro del Senju. Aún así no borraba aquella expresión dolorosa de su rostro.

—No porque me veas así, tengas piedad de mí, amigo... —habló apagada.

—¡No me llames así, tú y yo, somos enemigos!

Tras la negación del Uchiha un fuerte sonido llegó a los oídos de los más cercanos de aquel encuentro. Nadie, absolutamente nadie, se atrevió a intervenir. Ni Tobirama, quien peleaba con Izuna a su máximo potencial, hizo por meterse en esa pelea, aunque le preocupaba Hashirama, por aquella cosa que le llegaba cada mes.

Hashirama había hecho salir frente suyo un enorme muro de Mokuton de la superficie de la tierra, esta medía 10 metros de largo, mueve metros de alto, y tres metros de ancho. La Gunbai golpeó con fuerza contra el muro, pero no logró atravesar su arma. Solo aquel sonido de choque se oyó por todos lados de la batalla.

El beso de Judas  "Un rey sin corona" [Finalizada] ANTI ROMÁNTICO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora