Capítulo 3 El primer beso de Judas

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Lady Hashirama observaba su reflejo en el espejo de una cajonera colocado enfrente. Llevaba varios minutos posando para sí misma, apretando sus pechos y jugando con su bata de seda, en resumen, una mezcla de niña de cinco años juegando con la ropa de su madre, y una adolescente con las hormonas alteradas. Le gustaba como se ve a sus dieciocho años, porque poseé atributos que resaltan en su cuerpo con curvas difícil de cubrir con la armadura. Ya habían pasado tres años desde que Madara supo acerca del sexo de Hashirama, y ni así hizo que el Uchiha tuviera compasión con ella o fuese delicado. No, Madara seguía con sus tonterías, pero ello a la Senju le causaba risa para sus adentros, y en sus pensamientos tóxicos hasta le gustaba que se comportara de tal modo con ella. Era extraño que le gustará ello, y hasta decía para sí misma cada vez que iba a enfrentarse con los Uchiha, que iba a una cita con su "novio Maddy" cuando en realidad no lo era. Sabía que actuaba inmadura cuando pensaba en él, pero solo ella lo sabía que así pensaba. Toka, su amiga, solo sabía que estaba enamorada del azabache, mas no que su enamoramiento de adolecente iba más allá de una adolecente normal.

Mañana otra vez vería a Madara en el campo de batalla. Sería como una cita de enamorados peleando como perros y gatos. La última vez se vieron hace cinco meses, todo se salió de descontrol cuando su encuentro prolongó dos días sin parar. Si no hubiese sido por que ambos cayeron rendidos, y quien sabe quién la trajo de vuelta a la fortaleza Senju, sepa qué hubiese pasado. A lo mejor se habrían sentado a platicar sobre sus colores favoritos, comidas favoritas, pasatiempos, y más de ellos. Quién sabe, se valía soñar con una cita.

Se encontraba tan concentrada en sus pensamientos bobos, que no se percató del chakra de su hermano aproximándose a su habitación. Seguía ahí poniendo un poco de maquillaje en sus labios para ver que tal le quedaba aquel color en ella, o quizás mañana le preguntaría a Maddy, qué tal se ve. Una carcajada escapó de sus adentros, y la voz de su hermano la hizo salir de sus fantasías.

—¿Qué te pasa? A ti no te gustan esas cosas. — Tobirama no suele ver a su hermana como una kunoichi, sino como un shinobi fuerte. Le es extraño que últimamente ella sea tan femenina.

La morena al verle en el espejo de la cajonera, se cubrió bien y removió el maquillaje de sus labios de inmediato. Se puso roja por la pena, ya que no está acostumbrada que los demás la vean tan femenina. El albino solo la ve desde la puerta corrediza con los brazos cruzados y ropa casual del clan Senju.

—Para la otra avisa que vas a entrar, Tobi. A ti no te gusta que yo entre a tu habitación sin avisar. —Hashirama se dio la vuelta para verle de frente con el ceño fruncido y con las mejillas rojizas de vergüenza.

—He venido a decirte que nuestro padre quiere hablar con nosotros. Se trata sobre esos bastardos.

—¿Qué con los Uchiha? —Sabía que se refería a ellos.

—Pues deja de estar haciendo boberías de niñas y mejor vístete con tu ropa ninja. Nos quiere en cinco minutos en el salón de reuniones.

—Ahí estaré. —Hashirama caminó hasta su ropero para tomar su ropa ninja.

—Oyes, también he venido por algo que me tiene inquieto en estos últimos meses.

La morena al escuchar a su hermano decir ello, volvió a verle. El albino cerró la puerta corrediza detrás de él, y se preparó para compartir sus sospechas.

—No sé cómo empezar —puso una mano atrás de su cabeza —, pienso que ese bastardo de Izuna también es mujer...

Los ojos color chocolate se abrieron por completo. La morena había quedado anonada ante la estupidez que decía su pequeño hermano.

El beso de Judas  "Un rey sin corona" [Finalizada] ANTI ROMÁNTICO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora