Capítulo 17 Tu pureza me pertenece

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Lady Hashirama se encontraba nerviosa de lo qué podía pasar en este encuentro. Divisó a Madara a veinte metros de distancia por el borde del risco, parado con los brazos cruzados por encima de su pecho y postura firme. Solamente una arma lo acompañaba, la Gunbai, en su espalda. Su melena larga y rebelde vacilaba por el fuerte viento que le daba por un costado, cubriendo un poco su fisonomía varonil. Ella se había acostumbrado verlo de tal modo, que no le era amenazante. Por otro lado, Madara ve a la morena aproximarse con una sonrisa leve y pasos normales, sin prisa ni lenta, simplemente siendo sí misma. A él le gustaba ver su tez morena, sus ojos chocolates y su hermoso cabello largo y castaño oscuro. Al igual que él, ella cargaba una arma, una katana por el costado derecho de la cintura. Vestía ropa de kunoichi y un abrigo de piel de oso.

—Supuse que no vendría por tu hermano —esbozó una sonrisa de medio lado —. ¿Has tenido precaución como la vez pasada? —preguntó Madara.

—Sí... —Hashirama se colocó a medio metro frente a Madara. —Me debés una disculpa por lo que me hiciste pasar en tus dominios —se expresó seria y cruzando sus brazos por debajo de sus pechos.

—Estamos a mano por permitir que te besen —dijo Madara —. O si quieres una disculpas yo también espero la mía.

Madara no pudo contenerse más, ya quería enredar sus brazos en la morena. Lo hizo de una manera instantánea mientras se acercaba a ella; la juntó a su cuerpo y reposo su cabeza sobre la de ella. Sus manos con guantes de piel fueron a dar a la pequeña espalda de Hashirama, quien hizo lo mismo al enredar sus brazos en él, y reposo su rostro en ese pecho duró y firme. Sus aromas se mezclaron y el tiempo se detuvo. Había amor e interés en el aire, y armas que incomodan un poco.

Permanecieron de tal modo por un buen tiempo, ella viendo hacia el bosque que solía ser verde y ahora era calvo con un poco de blanco por la nieve que comenzaba a caer, mientras él veía el camino que condujo a la Senju hasta sus brazos. El silencio y la tranquilidad fue corrompido por el Uchiha que se separó de sí a la morena para ver sus ojos, leyó a través de ellos, los cuales le dijeron que lo amaba. Por otro lado, ella sabía lo que hacía su rey, no era una ingenua para no saber que la leía a través de sus ojos chocolates.

—Vamos atrás... —ella le tomó la mano a él —hice una pequeña cabaña para cubrirnos del frío y la nieve. —La morena esperaba una respuesta del Uchiha que permanecía inmutable, y su melena azabache comenzaba a cubrirse con nieve que caía con serenidad.

—Vamos... —contestó en voz baja, comenzando inmediatamente a caminar con dirección al camino que usó la morena.

Agarrados de la mano ambos caminaron sin decir mucho, solamente lo típico, cómo estuvo la travesía en camino hacia donde ellos, y entre otras cosas importantes, información para mantenerse tranquilos que no los molesten. Y si alguien se atreviera, no le iría bien, ambos ninja son letales, una pareja perfectamente poderosa.

La cabaña se comenzó a divisar entre las ramas de los árboles. Ya para este tiempo, ambos se habían sacudido el cabello por la nieve que parecía haber aumentado sin soltarse de la mano.

—¿Entramos?

—Espera, deja informarle a mi halcón que vigile los alrededores.

Hashirama por ir entretenida observando a su rey, no se percató que el halcón con los ojos del difunto camarada de este, los siguió por el aire. Tenía que tener más precaución, pues la advertencia de Tobirama rondaban su mente: "Te asesinara con la guardia baja..."

Se detuvieron, y él alzó su mano derecha —aún sostenido la Gunbai —para que el halcón aterrizará sobre su antebrazo. La bella ave hizo contactó visual con su amo, y tras unos segundos la ave echó a volar para cumplir con la orden.

El beso de Judas  "Un rey sin corona" [Finalizada] ANTI ROMÁNTICO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora