Capítulo 38 El ángel de la muerte tercera parte

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La criatura negra sacó la cabeza de la superficie y dirigió sus ojos amarillentos hacia Yuda, a pocos centímetros preparándose para la masacre. El campo de batalla desde donde se encontraba el príncipe, lucía destrozado y polvoriento. Ha divisado a su padre con dirección a su madre, un encuentro amargo porque está siendo acogida entre los brazos de su amante. El príncipe no tardo en hacer una mueca de disgusto. Apuntó hacia con ellos el meteorito que está por atraer del espacio. Le molesto como su madre se comporta ante las narices de su padre, el hombre que lo usa como una arma de guerra. No pasa ni un día que no escuché los rumores que la gente ama divulgar, la reina tiene un amante, mientras el rey usa a su hijo como una arma letal. Yuda está harto de escuchar lo mismo, día tras día, encerrado y custodiado por su padre. Simplemente detesta su vida.

—¿Otra vez piensas en ellos? —preguntó Kuro Zetsu con su voz irritante —. Es el momento adecuado para deshacerte de ella. —La criatura está consciente que Yuda no sabe sobre el pacto de sangre entre sus padres. Si aniquila a Hashirama se lleva a Madara. Solo así el príncipe se quedará solo y fácil de manipular para traer a su madre de vuelta.

—No me des consejos, sino los he pedido, criatura negra. Sal de aquí, si quieres vivir un poco más.

Desde su lugar Kuro Zetsu observó a Yuda esbozar una sonrisa sardonica, a lo que confirmó su sed de muerte por su grandioso Jutsu jamás visto por el ser humano. Zetsu agregó más cizaña:

—Si la matas con el meteorito no habrá pistas de que lo hiciste por gusto, sino por descuido.

Yuda dio una vuelta instantánea para golpear a Kuro Zetsu con el pie, pero fue en vano, la criatura negra desapareció hundiendo la cabeza en la tierra. Un trueno de la tormenta a punto de desatar sacó al príncipe de su ensimismamiento, de si matar a su madre, la mujer que no lo ama con sinceridad, la misma que lo maltrató de pequeño por ser un engendro no deseado, mejor se concentró en aniquilar a todos en su paso. Si ella termina muerta no le importará, menos sufriría la pérdida de una persona que prefiera a su amante. Y en cuanto a su padre, nunca será libre si el se mantiene vivo.

Yuda juntó las manos, acto seguido, la caja torácica de Susanoo apareció cubriendo a su invocador con su espíritu de color turquesa. La larga melena del azabache se ha alzado y el borde de sus prendas también. El brillo grisáceo del Dojutsu más poderoso del mundo shinobi se puede ver a través del espíritu turquesa. Como primogénito de Uchiha Madara, el Dios Mar del menor, era un poco similar al de su padre, sin dos cabezas. Necesitaba tres sellos para realizar el Jutsu y el camino petra para atraer al primer meteorito, y gracias a que Susanoo contaba con cuatro brazos lograría su objetivo.

—Tengai Shinsei...

Las nubes grises se han apartado y hacen paso al primer meteorito contra los shinobis de los cinco imperios. Desde abajo observan llenos de terror, pavor y asombro, una muerte segura. Ni el shinobi más experimentado psicológicamente se encontraba preparado para el poder de un Dios pisando tierra.

Muy pocos salieron del trance y trataron de huir, mientra los demás se quedaron a recibir el castigo del ángel de la muerte.

Hashirama tenía un as bajo la manga, sin embargo, no contaba con el suficiente chakra por su embarazo, como para aplicar Estatua de Buda: Diez Mil Manos. Si lo hacía y sacaba todo lo que tenía reservando, podía perder a su segundo hijo y intervenir en la victoria del imperio de Fuego. Por primera vez la diosa de los shinobis tomó una decisión egoísta, salvaría su pellejo junto con la de su amigo, aplicando una prisión de cuatro pilares hecha de Mokuton. El resto de los demás tenían que salvarse por sí mismos, si es que podían alejarse lo más rápido posible del impacto.

Sobre el risco, el joven príncipe, ríe a carcajadas del temor de sus enemigos al ver lo que les viene encima. Está fuera de sí, por fin comenzaba a saciar la sed de matanza. Cuando se encontraba listo para abandonar su posición fuera del alcance de su meteorito, oyó la voz de su padre ordenar:

—Arroja el segundo meteorito. No te vayas de ahí hasta que lo hagas.

—Otō-san, si lo hago moriré aplastado. No puedo.

—No te distraigas, recuerda en donde dejaste el clon de Mokuton, trasladarte de inmediato a él, cuando dejes caer el segundo meteorito.

Yudo hizo una mueca de fastidio antes de dejar caer el segundo meteorito sobre el primero que aún no tocaba piso. La técnica fue poderosa, tanto que toda el planeta tembló y aniquiló a miles de shinobis.

 La técnica fue poderosa, tanto que toda el planeta tembló y aniquiló a miles de shinobis

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El clon que se ubicaba a kilómetros de la masacre despertó de su sueño entre la vegetación del bosque. En menos de un minuto se convirtió en el original. Yuda se incorporó para inspeccionar bien su ubicación antes de ir a ver con sus propios ojos el panorama sacado del jardín del infierno.

Sin embargo, lo primero que divisó desde la oscuridad a pocos metros de distancia, fue una silueta cubierta en un abrigo rojo con capucha, quien extrañamente sostenía una canasta con sus manos. La curiosidad lo obligó a caminar hacia con la silueta. Cuando falta cinco metros, notó que era una mujer por debajo del abrigo, lo supo por sus carnosos labios con pintura roja como las rosas.

—¿Puedes llevarme al infierno? —la voz de la mujer sonó joven y suave.

—¿Hacia dónde queda? —su preguntó escapó de sus labios con admiración al ver los ojos de la mujer, pues portaba ojos pintos: uno blanco y el otro azul, como los tenía aquel gato que solo aparecía cuando se sentía triste y solo.

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Restan 3 capítulos para terminar esta historia. Gracias por leer, votar y comentar. ☆

El beso de Judas  "Un rey sin corona" [Finalizada] ANTI ROMÁNTICO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora