Un marco de nubes negras abarcaba el cielo nocturno, a penas ocultado la luna, que derramaba su luz sobre el pueblo, formando sombras y alejando un poco la penumbra. Las calles estaban vacías y llenas de lodo, la brisa invernal arrastraba consigo el olor a estiércol y grasa, era la parte del pueblo más olvidada, las puertas de manera en las casas lucían enmohecidas y las paredes parecían a punto de desprenderse.Dongpyo ajustó más su capucha y se frotó el brazo, echó un vistazo alrededor, asegurándose que nadie estaba siguiéndolo, y comenzó a andar. La marca en su muñeca le ardía y producía un hormigueo que subía por su brazo hasta el costado de su cabeza. Había estado así todo el día, desde que escuchó al líder planear cómo sacarle el corazón. Bueno, eso era escalofriante.
Él había servido al líder toda su vida, su madre lo hizo antes que él; cumpliéndole cada que pedía una infusión o quería saber el futuro sobre algo, lo sirvió obedientemente y sin preguntar nada.
Pero ahora el líder quería tomar su corazón y arrancárselo del pecho.
No había sentido en ello y no se quedaría a averiguar.Se detuvo al final de la penosa calle, su marca le produjo un punzante dolor cuando llegó frente a un lugar destartalado, donde al frente había dos mujeres recargadas a cada lado de la puerta, vestían de una forma ajustada y su maquillaje era descuidado.
Con una olfateada pudo percibir que ambas eran omegas, y con eso, pudo hacerse una idea de qué clase de lugar era ese. ¿Su pareja realmente estaba ahí dentro?
Tuvo el súbito deseo de darse la vuelta y volver por donde vino, pero no podía hacer eso, no le quedaba nada más.
Tomó una larga respiración y se acercó, las mujeres lo miraron de arriba a abajo pero no le dijeron nada, entró al lugar, siendo golpeado por el olor a alcohol y sudor apenas puso un pie adentro. Había muchos alfas -el aroma tan potente casi lo hacía sentirse mareado-, algunos lo miraron detenidamente mientras hacía su camino a la barra de ese improvisado bar.Mantenía su cabeza en alto, mirando fijamente al frente y tratando de olisquear lo más discreto posible. Por sobre el aroma de alfas y suciedad, llegó a su nariz un olor agradable, similar al pan recién horneado, sutil y cálido. Era como si lo llamara.
Cuando llegaba a la barra, ese aroma se hizo más perceptible, había un hombre sentado en un banco frente la barra, no se parecía para nada a los demás alfas del lugar, sus ropas semi ordenadas y limpias desentonaban con el entorno. Su cabeza estaba gacha y su brazo derecho extendido sobre la madera, en su mano tenía un vaso de cristal con un líquido grisáceo. Dongpyo pudo haberse concentrado en el bonito perfil o el dulce aroma, pero lo que más llamó su atención fue que, en ése brazo extendido, bajo la fina tela de su camisa, resplandecía una tenue luz azul.De esa misma forma resplandecía su marca. Sonrió para sus adentros, lo había encontrado. Se recargó en la barra, justo a un lado del hombre y tamboreo los dedos sobre la madera vieja.
—Qué tal —dijo, con voz clara y seria, incluso se sorprendió un poco de no tambalear.
El alfa gruñó por lo bajo, no volteó a verlo, pero pudo ver su nariz moviéndose, seguramente olfateándolo.
—He dicho muchas veces ya, que no necesito nada. —dijo fríamente, después le dio un trago a su vaso.
—No estoy ofreciendo nada —replicó Dongpyo, después suavizó su voz—. No me conoces, y no te conozco, pero tenemos algo en común. Debes haberte dado cuenta.
El alfa lo miró, con el ceño ligeramente fruncido, pareció tomar otra respiración y esta vez, al fin darse cuenta de algo. Dejó el vaso con brusquedad sobre la barra y bajó el brazo, en un intento de ocultarlo.
—No puede ser... —murmuró.
—No pareces muy contento.
El hombre rió, no era una risa porque le pareciera graciosa la situación, más bien fue una risa irónica y amarga.
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Stay With Me. [SeungPyo - X1]
RomanceUna leyenda entre los lobos dice que cuando naces y en tu muñeca derecha hay una marca, es porque en el mundo hay también otra persona, sólo una, que tiene esa misma marca también. Y eso significa que sus almas están entrelazadas por un amor que sur...