25-. PRINCIPIO.

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La mañana aclareció con un sol cálido y brillante, aunque no había nada cálido en el aire.

Dongpyo caminaba lentamente por los pasillos de la gran casa, aún sin alejar completamente el sueño y con las extremidades pesadas, no había dormido bien, a pesar de tener los brazos de Seungwoo envolviéndolo como siempre, le hacía falta las mantas impregnadas del aroma de ambos y su nido, se había acostumbrado demasiado a su nido.

Siguió su camino lentamente.
Las puertas de la biblioteca siempre estaban abiertas, de lado a lado contra las paredes. Adentro olía a pergamino, tinta y humedad, aunque no era desagradable, era un aroma similar a la tierra mojada. Cuando Dongpyo cruzó el umbral, se sintió menos pesado, le gustaba estar en la biblioteca, leer cosas nuevas o releer las ya leídas, incluso podía tomar un poco de papel y tinta para escribir, aunque eso era algo que aún no hacía. Ir ahí era cómodo, familiar, y parte de su rutina.

El lugar estaba lleno de ventanas, estas cubrían todas las paredes, las cortinas siempre estaban corridas permitiendo que la mayor luz solar posible entrara. Caminó entre los estantes, tomando y revisando de vez en cuando algún libro, se suponía que iba buscando algo en específico, pero tenía gran parte de la mañana para eso. Terminó con dos libros bajo el brazo y siguió su camino hasta las mesas en la parte trasera, en el recorrido percibió dos aromas, ambos de alfas, uno era familiar, más fuerte y perceptible que el otro.
Se acercó, pasando entre los estantes, y se detuvo en la esquina de uno, al fondo. Se asomó y divisó las mesas donde comúnmente se leía, en una de ellas estaba Hangyul y Dohyon, ambos inclinados sobre un libro que yacía abierto frente a ellos.

Recordaba muy bien lo que le había dicho Seungwoo, sobre que no le agradaba que se acercara al chico, pero Dongpyo era naturalmente curioso y Dohyon no parecía alguien con quien debías tener precauciones, era tierno en algún punto.

Hangyul se levantó y se perdió entre los estantes. Dongpyo creyó que ese era un momento oportuno. Seungwoo no le había prohibido explícitamente acercarse a Dohyon, así que no había nada por lo cual sentirse culpable.
Se acercó a la mesa que ocupaba el chico, quien levantó la mirada del libro al notarlo, parecía ligeramente sorprendido, pero sonrió de lado de todos modos.

—Buen día —saludó Dongpyo, dejó los libros que llevaba sobre la mesa y se sentó a un lado del joven.

—Hola —respondió Dohyon con suavidad.

—Hoy no estás ocultando tu aroma —observó el omega con suavidad.

El joven se sonrojó ante eso y bajó la mirada a su libro de nuevo.

—Se me ha prohibido ocultarlo mientras permanezca aquí —murmuró en respuesta.

—Oh...

Dongpyo abrió uno de sus libros por la mitad, sintiéndose nervioso. Siempre se le olvidaba que realmente no era bueno para hablar.

—¿Y qué tal has descansado? —preguntó, para llenar el silencio que había aparecido entre los dos.

—Muy bien —respondió Dohyon, relajándose—. Considerado que solía dormir entre las raíces de un árbol... aquí hay camas... son curiosas, nunca había visto una.

—¿Raíces de un árbol?

—Ajá, es un gran árbol en el bosque, tiene grandes raíces salidas, removí tierra debajo de una y descubrí que formaban una especie de cueva en medio, quién lo diría, yo sólo estaba buscando a un conejo escurridizo.

—¿Y siempre has vivido de esa forma? —indagó Dongpyo, pues no concebía que esa realidad existiera.

—Algo así... —Dohyon levantó la vista y miró hacia la nada—. Nosotros no tenemos manada allá afuera, y no podemos establecernos cerca de alguna manada, tienes que estar en constante movimiento, es un todos contra todos; luchando por los lugares más secos y cálidos, por estar cerca de alguna fuente de agua, las presas...

Stay With Me. [SeungPyo - X1] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora