Capítulo 12: Un "shock" en toda regla

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12-Un "shock" en toda regla

**Jugram**

Abro mi armario con ímpetu para buscar entre mi ropa formal algo que sea un poco más ajustado a mi cuerpo para llamar la atención. Siempre que llega este momento me pongo realmente nervioso, aunque lo disimulo bastante bien con mi sobrio carácter, pero noto como mi corazón ya está desbocado y todo.

-Mama, papa ya está aquí- sonrío a mi preciosa hija acercándome para besar su cabello tan rubio como el mío viendo como sus ojos verdes me miran atentos.

- ¿Has cogido todo? ¿los deberes también? – mi hija me asiente con firmeza y ambos vamos hacia la puerta principal de mi pequeño apartamento para recibir a Sasakibe. No puedo evitar abrir los ojos de par en par cuando le veo sonreír a nuestra hija y se pone a su altura para abrazarla. El corazón...se me va a salir del pecho...

-Papa, te has quitado el bigote raro que tenías-

-Ah...jaja ¿te gusta? Tu tío Yyl me ha obligado a quitármelo al fin, está un poco "enfadado" por el embarazo, ya lo sabes-

-Lo sé. He cogido un cuento de tiburones para contárselo a los mellizos, así dejarán tranquilo al tío Yyl- noto que me tiemblan los labios al ver el gesto de mi hijo que hace que a Sasakibe le brillen los ojos de orgullo. Adora a nuestra hija y eso me encanta. Ojalá me mirara así a mí también. Ojalá pudiera retroceder en el tiempo...

-Jugram ¿estás bien? - cuando sus ojos dorados me miran, asiento moviendo la cabeza forzando una sonrisa. No soy muy dado a sonreír, es más, soy bastante serio y taciturno, pero por él...haría cualquier cosa por llamar su atención...

-Tadaoki- le detengo cuando veo que coge a mi hija en brazos para ir al coche. Me acerco para dar un beso a mi hija y de paso aspirar ese aroma a tomillo que hace que mi cuerpo grite de deseo por él. –Por favor, cuídala bien-

-Descuida, sabes que está en buenas manos-

-Mi... ¿hermano está bien? -

-Ya sabes, en la recta final del embarazo, agotado y malhumorado-

- ¿No te molesta? Yyl puede ser bastante cargante a veces-

-Jajaja, la verdad es que no. Le quiero con todas sus facetas, incluso con las malas- intento sonreír ante su emoción, pero no puedo. Me muero por dentro. Me avergüenzo de solo pensar que ojalá mi hermano desapareciera o no sobreviviera al parto. Pensamientos que deshecho en segundos cuando recuerdo lo que adoro a mi mellizo y que, sin él, me faltaría mi mitad.

-Nos veremos a la vuelta, Jugram. Aprovecha tu libertad para hacer cosas que te gusten, aún eres demasiado joven- no puedo evitar jadear levemente cuando Sasakibe acaricia mi mejilla levemente antes de irse. Cuando entro en el apartamento, me retiro de manera furiosa las lágrimas que escurren por mi rostro. Pero ¿Qué esperaba? Nuestra relación nunca cambiará, tuve la oportunidad de hacerlo hace años ¡el estúpido que le rechazó fui yo!! No puedo cambiar el pasado...solo arrepentirme de lo que hice...y aunque nuestra hija sea mi único vínculo con él, no es suficiente para calmar el vacío de mi corazón...

Antes de ser dueño del gran hipermercado de Karakura, Sasakibe fue profesor de la Universidad cuando yo era estudiante. Le conocí cuando tenía diecinueve años y nada más verle exponer en sus clases, me resultó un hombre fascinante, muy serio y apasionando con su trabajo. Llegó el punto en que empecé a acudir a sus clases de ampliación y una noche que me quedé hasta tarde exponiéndole dudas, el celo empezó a hacer mella en mi cuerpo y a él se le disparó el suyo contagiado por el mío. Esa noche fue la mejor de mi vida. Sasakibe fue mi primer hombre, mi primer alfa. Follamos en el aula de la universidad durante toda la noche y al amanecer rematamos la tarea en su casa. Cuando ambos recobramos el juicio nos sentimos culpables por habernos dejado llevar y cuando me quedé embarazado, las cosas fueron a peor. Yo no quería tener hijos, pero Sasakibe asumió su responsabilidad y durante los meses de embarazo fue atento conmigo, incluso pidió una excedencia para cuidarme en la recta final. Yo sabía que él estaba emocionado, incluso enamorado de mí. pero yo...no sentía lo mismo. No en ese momento. Era un crío estúpido, inconsciente de la suerte que tenía y mis ansias de libertad y orgullo me hicieron elegir mal.

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