Capítulo 22: Unas sombras que regresan

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22-Unas sombras que regresan

**Haruka**

Aguanto la respiración profunda mientras bajo con algo de dificultad las escaleras sosteniéndome el vientre con ambas manos. Noto como si los bebés rebotaran cada vez que bajo unos peldaños y eso me provoca dolores horribles en los riñones. Al llegar al salón suspiro aliviado al encontrarme a Mugetsu junto a mi padre, ambos sentados en el sillón hablando. Pese a que el embarazo de mi padre es más avanzado que el de ninguno, mi vientre está mucho más abultado que el suyo. Claro que con mi corta estatura y que son dos, tampoco es muy sorprendente.

-Haruka ¿Dónde vas hijo? -

-Voy...a dar una vuelta, padre. Necesito que me dé el aire- mi padre frunce el ceño poco convencido, pero después resopla haciendo sonreír a su pareja. Aún me es muy raro verles juntos.

-No llegues tarde y llévate el móvil para estar localizado- les hago una leve reverencia despidiéndome y salgo de la casa. Mi padre ya ha asumido al igual que yo que no voy a poder asistir a muchas más clases presenciales, así que solo me presentaré a los exámenes. Eso si no se me adelanta el parto o algo peor...dioses, solo quiero que esto acabe ya. He pasado de tener nauseas a estar hinchado como una pelota y por nada del mundo quiero pasar la fase "cachonda" del embarazo. No sabiendo quien sería el único que estaría encantado de complacerme.

Apenas giro la esquina al terminar la calle cuando me topo con la enorme figura de Kenpachi haciéndome sombra. Resoplo molesto al oler su intenso aroma a gasolina, ya no solo el suyo propio sino tras haber estado trabajando y él lo nota.

- ¿Estás preparado, precioso? No tienes buena cara ¿quieres que te cargue como una princesa? - le fulmino con una mirada haciéndole reír de manera sarcástica y empiezo a andar a varios metros de él en silencio. Encima solo puedo ir al hospital cuando Mugetsu no está trabajando como hoy, por ejemplo, para que pueda atenderme su ayudante, la médica que está acostumbrada a verme con Kenpachi y piensa que es mi pareja. Por nada del mundo Mugetsu tiene que enterarse, porque eso significaría mi perdición.

Jadeo de repente cuando Kenpachi se acerca a mí mientras camino distraído y posa su enorme mano en mi vientre por encima del jersey, apretando ligeramente con sus dedos.

-Estás bastante gordito ¿no? No hace tantísimo que te preñé-

-Los embarazos de los omegas no duran igual que los de una mujer, son mucho más cortos. Además, te recuerdo que son dos y mi cuerpo es muy pequeño-

-Sí. Eres un enano adorable, prácticamente me llegas hasta poco más de la cintura- le miro con los ojos abiertos de par en par mudo por su ofensa hasta que vuelve a sonreír. –Me encanta que seas tan pequeño. Tienes la altura ideal para hacer ciertas "cosas" sin tener casi que arrodillarte-

- ¡Joder, eres asqueroso! ¿es que no puedes pensar en otra cosa que en el sexo? ¡eso jamás volverá a pasar! Si sigues ofendiéndome o insinuándote, te juro que no volverás a vernos- me abrazo el vientre mirándole aun con la advertencia tatuada en mi rostro y eso parece hacer efecto, porque gruñe y sigue caminando en silencio hasta que entramos a la consulta de la doctora.

-Esto va muy bien, Haruka-kun. Los bebés han cogido más peso y longitud ¿estás siguiendo la dieta que te receté? - asiento con la cabeza mientras Kenpachi mira el monitor de la pantalla de la ecografía de pie y en silencio. –Eres un joven muy sano, no tendrás problemas en la recta final, te lo aseguro-

- ¿Qué son? - Kenpachi interrumpe cruzándose de brazos ante la doctora –Las veces anteriores nos ha dado largas ¿por fin podremos saber qué demonios son o no? - me avergüenza su tono tan rudo de voz y hasta la doctora parece incómoda, así que solo se limita a seguir con su trabajo.

"Imperfectos"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora