Capítulo 1

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Narra tn:
Al fin aterrizó el avión, pensé que me volvería loca si seguía escuchando a la señora que venía detrás mío roncaba como si el mundo se acabara. Me hubiese gustado que mi mamita esté conmigo ahora pero su cuerpo no logró resistir la quimioterapia, pero por ella estoy aquí, para que sea donde sea que esté, se sienta orgullosa de mí.
Tengo mucha hambre mi panza ruge pidiéndome comida, pero debo aguantarme un poco, todo en el aeropuerto es carísimo como si hasta la lechuga fuese de oro y no puedo derrochar dinero.
Me acerco a un local de cambio de moneda y cambio todo el dinero que traigo. El señor me entrega la mitad que eh cambiado y lo guardo en mi estuche de lana apartandolo para pagar el pequeño apartamento donde me quedaré éste mes que debo estar por las pruebas, luego el estuche lo guardo en el bolso que llevo colgando en mi hombro. Sigo pendiente al señor para que no me estafe con mi dinero, pero me entrega todo, voy bien, creo que hoy será un buen día. Tomo mi maleta para buscar la salida, doy un par de pasos pero una señora me detiene asustandome.
-Revisa tu bolso niña, ese hombre de chaleco azul estaba tras de ti mientras cambiabas dinero, ve si tienes todo- dice la señora y abro mis ojos como plato. De inmediato pongo mi bolso en el suelo y comienzo a revisar, tengo todo excepto... ¡mierda! el estuche con el dinero apartado. Vuelvo a buscar rápidamente y no, no estaba el estuche en mi bolso. Tomo mis cosas y comienzo a correr detrás del señor de chaleco azul, él iba mucho más adelante pero debo recuperar el dinero y el estuche de lana que tejió mi madre. Los nervios me carcomen, mi corazón está a punto de salirse. El hombre está cerca de la salida, si sale estoy jodida, asique doy unos gritos para que alguien me ayude pero solo me miran raro, como si estuviese loca y otros solo me ignoran, viviendo en su burbuja. Intento correr un poco más rápido, aunque se me dificulta bastante con mi maleta que va bastante pesada con un poco de ropa y libros que traigo, y sumandole el bolso que traigo colgando en mi hombro no ayudan mucho. Corro un par de metros más cuando alguien pone su pie y me hace caer fuertemente. Intenté equilibrarme antes de caer al suelo pero solo logré torcerme el pie derecho y aterrizar con mi mejilla en el frío suelo. Escucho una voz masculina pidiendome perdón y preguntando si estoy bien. Jodido imbécil, quién estaría completamente bien después de tremendo porrazo que me eh dado contra el suelo. Sin mirarlo me paro del suelo, mi tobillo duele y siento que palpita pero debo alcanzar al ladrón, tomo mis cosas y sin contestar las resientes preguntas doy un paso para irme, pero el dolor punzante en el tobillo no me permite apoyar bien el pie y caigo al suelo nuevamente. De la impotencia y el dolor se me caen algunas lágrimas y se me escapan un par de sollozos mientras acaricio mi tobillo. Alguien se agacha a mi lado y me toma en brazos para dejarme en unos asientos, levanto mi mirada y veo borroso por las lágrimas a un chico de tez blanca agachado frente a mi revisando mi pié, una mujer rubia me observa medio raro con el ceño fruncido y a su lado un chico moreno, él me ofrece pañuelos de papel y una botella de agua, lo cual agradezco. El chico que revisa mi pie me lo mueve y aprieto mis labios con los dientes por el dolor, cierro mis ojos para aguantar un poco y cuando él me pregunta si me duele mucho solo asiento con la cabeza, no soy capaz de articular una palabra.
-Hay que llevarla al hospital, tiene hinchado y se le está comenzando a poner morado- dice el blanquito a la rubia y ella asiente con mala cara, luego me habla a mi- déjame llevarte al hospital, venía distraído y fué mi culpa, yo me haré cargo de los gastos- dice amablemente y asiento sin decir alguna palabra, no me negaré ante que él pague el hospital, por el dolor creo que necesitaré medicamentos y ahora no tengo suficiente dinero, nisiquiera sé si me alcanze para el tiempo que debo estar aquí. El blanquito me toma entre sus brazos y primera vez en mi vida me siento como una princesa, solo me falta el castillo, la belleza, los millones, la corona y el caballo, una cosa poca. En el taxi la rubia se sienta de copiloto y yo atrás con el chico, que se ve bastante preocupado, pareciera que su madre, la rubia, lo regañará bien feo en casa. Lo miro y me sonríe.
-Nose si ya me conocías, mi nombre es Christopher- dice y estira su mano.
-Tn...- le respondo seria dándole la mano- y no recuerdo habernos visto antes... ¿tú ya me conocías?- le pregunto curiosa y el deja de sonreir.
-Oh, no... yo pensé que... nada, olvidalo- dice y se queda en silencio. Que chico más raro éste.

Decisiones ~ Christopher Vélez ● TERMINADA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora