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Mientras todos cenaban en silencio, Jeongguk podía notar lo inquieto que estaba Yoongi, pues sus ojos viajaban a todos sitios sin ningún disimulo.

Taehyung, en cambio, estaba bastante tranquilo y le enseñaba al mayor de ellos las figuritas que hacía con el polvo de los pastelitos de arroz.

Ni siquiera habían limpiado; aún estaba la pared llena de carbón con forma de manos y algunas partes del cuerpo que no se distinguían, también la cortina estaba arrastrándose en el suelo con algunos adornos hechos pedazos o sólo maltratados al rededor. La mesa estaba intacta (aunque una silla estaba rota así que prefirieron sentarse todos por igual en el suelo), la cocina también estaba en buen estado porque Yoongi no permitió que se adentraran a ello, además que no había nadie a quién atormentar ahí, pero su recamara había terminado mal, lo suficiente como para sentir escalofríos al echar un vistazo. Aún cuando Yoongi se deshizo de la ouija, hubo una especie de protesta (o así lo vio Jeongguk) y todos los entes escondidos detrás de los muebles los sacudieron causando un desastre mayor.
Yoongi sabía que detrás de los muebles, estaban siendo sellados para ya no molestar a Jeongguk, pues de ahí habían salido y allí volverían, cómo no había ouija ya nada podía mantenerlos con el menor de los tres.

—Gracias por traernos comida...— Murmuró Jeon. Ambos dejaron de juguetear —El mayor con una sonrisa nerviosa— para voltear a verle. Taehyung se arrastró aún sentado como si hiciera mariposas para abrazarle por un hombro.

—¡Sí, hyeong! Muchas gracias. Me gusta la comida rápida pero ya me había acostumbrado a que me cocinaras, nada es más delicioso.— Le chilló con un puchero. El blanquino pudo dedicarle una sonrisa sincera.

—No se preocupen. Son mis amigos, quiero cuidarlos lo más que pueda.— Miró al anfitrión de la casa diciendo esto. Jeongguk sintió sus ojos llenarse de lágrimas y bajó la mirada.

—Aún no tenemos el nuevo horario, así que deberíamos rezar para tener otro profesor de química.— Taehyung desvío el tema. El menor agradecía esto y se acostó hacia atrás mirando el techo. Los otros dos lo hicieron por igual, comenzando a quejarse de lo paranoico y grosero que era ese profesor, comparándolo con una maestra de literatura que les llegó a dar no más de tres clases; aunque esa mujer estaba loca, y era una supersticiosa.

Mientras el tiempo pasaba lento, tortuoso, entre pláticas calmas con susurros, murmuros ahogados lo suficientemente alegres para ignorar el ruido de autos o vecinos fuera de casa, las respiraciones se fueron relajando haciendo olvidar el incidente de hace algunas horas. Yoongi pudo ver la sombra de lo que alguna vez fue una familia desplazarse por la casa. No tenía idea de si era una sombra del pasado o de alguien muerto, de un ente jugando con él o de la memoria de alguien que extraña ese lugar.

Siempre que pensaba demasiado en ello —como ahora— le dolía. Le dolía pensar que algún día sería él quien estaría en su lugar, y que cuando eso pasara, no habría otro Min Yoongi que pudiera verle: él era el único Min Yoongi, así que ¿Cuándo muriera se convertiría en una sombra que extraña su hogar? Quizás, ¿Se volvería malévolo como aquel ser que le acosa desde que era niño? ¿Sería benévolo como SeokJin? ¿Una fuerte memoria en alguien? ¿Habría alguien que pudiera contactarle con los vivos cómo él hacía?

Se limpió los ojos con la manga de su camisa. Los suaves ronquidos de Tae iban en aumento y no escuchaba indicios de que Jeongguk estuviera igual o distinto, por lo que sólo se mantuvo viendo el techo, con las sombras aún paseándose de lado a lado, la luz natural apareciendo de a poco mostrando un suave violeta en las paredes.

—¿Quién es?— Susurró el mayor, esperando que Jeongguk siguiera despierto. Esperó por minutos en los que la curiosidad le estaba picando las mejillas haciéndolas pulsar conforme las lágrimas le corrían por la sien.

Los grillos en el patio aminoraron su canto, mientras los polluelos en los árboles piaban con hambre afuera alrededor de la cuadra; Yoongi se preguntaba si eran sonidos de bichos vivos, si también podría ver sus fantasmas o estaba entrando en alguna clase de crisis, y mientras estiraba el cuello para ver el rostro pacifico de Tae durmiendo ajeno a lo sucedido, el menor del grupo se hizo un ovillo mientras el nudo se apretaba en su estómago.

—Mi hermano— Murmuró, apenas en un hilo de voz que Yoongi logró distinguir entre los ruidos fuera de casa.—... alguna vez de niños, allá en Busan, nos intentaron subir a un auto extraño... Me escapé apenas, pero a él se lo llevaron, lo hicieron y abusaron de él, le quitaron varios órganos, el mismo día que se lo llevaron lo encontraron muerto, nunca supe de ello hasta hace poco, tenía esperanzas de volverlo a ver, toda mi vida las tuve hasta que me lo dijeron.— Yoongi sintió el nudo de Jeongguk atarle la garganta por igual, sentía los pequeños sollozos golpeándole el pecho como si le clavaran una estaca. Jeongguk había estado cargando con todo eso, al igual que sus padres.

—¿Encontraron al culpable?— Apenas pudo pronunciar; Yoongi no podía pensar en algo mejor que eso, ni siquiera un “Lo siento” era prudente, lo único que quizá daría calma sería justicia, escuchar del menor que la hubo.

—... Sólo a los cómplices— Masculló, con la voz gangosa. Yoongi se atrevió a arrastrarse por el suelo hasta llegar al menor, quién le daba la espalda; le pasó un brazo por las costillas, debajo del codo acariciándole la muñeca con el pulgar. Jeon se sentía seguro con el mayor, sabiendo que podía protegerle, sabiendo que le quería, que era amable y le importaba. —... Nunca supieron a quién donaron, quién los contrató, prefirieron pudrirse en la cárcel, pero yo no puedo culparlos a ellos, ¿Cómo culpas a un perro por su dueño?— Gruñó, con rabia. Yoongi lo entendía, sabía que no importaban los cómplices, no hubo justicia por los actos, no les importó castigar a quienes usurparon, sólo a los manipulados, y eso no era justicia.

—En algún momento... Algún día podrá tener justicia, quizá no la consigas tú, quizá no lo haga otra víctima, pero cuando suceda... Le cobrará todo, todos podrán dañarle.— Yoongi sintió los latidos del menor acelerarse, todo su cuerpo tembló en ansias y ahora que Jeongguk continuaba con el llanto silencioso pudo suspirar en calma.

Él ya estaba tranquilo; una calma inimaginable al pensar que cuando los responsables murieran podrían recibir un castigo; Yoongi lo dijo, confiaba en él, confiaba en que iban a vengarse de su espíritu, todo gracias a su mayor.

—¿Viste a mi hermano?— Susurró. Ya no estaba llorando, su voz era dulce a pesar de estar congestionado. Yoongi asintió en su hombro acomodándose sobre el menor para ser la cuchara grande del otro. Jeongguk aceptó la posición acomodándose por igual con un sonrojo. Movió sus brazos para poder regresar la caricia en la mano del pálido.

—Estás muy grande— Susurró, sobre su oído con la voz ronca.—, ¿Por qué no haz vuelto a jugar a las escondidas? No he visto que juegues con tus amigos— Yoongi apenas lo dijo en un suspiro, pues su voz empezaba a quebrarse, el pequeño niño estaba sentado sobre el costado de su hermano. Miraba los piecitos meciéndose en el aire mientras tenía la vista fija en su hermano menor, quien soltaba lágrimas silenciosas.—... Eso es todo lo que dijo, ahora sólo está mirándote.— Murmuró. Jeongguk se mordió el labio con una sonrisita.

—Lo siento por todo, hyeong— Tartamudeó.—, lo siento muchísimo.

Yoongi apretó los ojos un buen rato conforme el menor se calmaba, hasta que una extraña paz envolvió a ambos durante un periodo considerable, entonces decidió soltarlo para limpiar el cuarto, con la idea de que ambos chicos, Tae junto a Guk, pudieran dormir en la recamara. Se estiró perezoso viendo como por la ventana la luz ya era un poco más intensa. Probablemente se durmió en ratos, o eso es lo que cree porque el tiempo que estuvo despierto no concordaba con la cantidad de luz que bañaba el vecindario. Le echó un vistazo a toda la casa, deteniéndose en Taehyung, que le veía sin ninguna expresión; cuando Yoongi parpadeó, al volver a abrir los ojos, Tae yacía plácidamente dormido.
Quizá solo lo estaba imaginando; eso era lo que quería pensar, pero el menor tenía esos desagradables sentimientos encontrados desde que despertó minutos antes y vio la escena de ambos tan juntos, cómodos, íntimos. No sabía si estaba siendo traicionado y por eso estaba con la mirada perdida, pero al ver al mayor separarse de él le hizo recuperar la calma, y que le viera tan esmerado luego de mirar por toda la casa le tranquilizó lo suficiente para volver a dormir.

Yoongi se mentalizó, luego se estiró de nuevo con la intención de hacer sonar sus huesos y finalmente se puso de pie con cuidado de no despertar a sus menores para limpiar.

Iba a ser una larga, molesta mañana.

 daddy issues ✾ taegi/yoontaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora