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Todos en la sala de maestros conocían a Bae Jiwook. Era una joven experta en su campo laboral, podías decirle la frase de algún filósofo de cualquier época y ella te respondía quién lo dijo, por qué, en qué época, el contexto de la frase e incluso ciertos factores-rumores sobre ella. Era respetada por todos, y odiada por los don nadie. Su belleza y pasión por el arte no iba a borrar lo jodidamente testaruda, prejuiciosa, supersticiosa (entre otras cosas) que podía llegar a ser.

—¡Esto es serio, señor director! El joven Min es el cuarto de la lista, ¿Sabe lo que significa? ¡Ese chico es la representación del mal en nuestra comunidad!

—Señorita Bae, lo que me pide es una gran muestra de discriminación, sólo porque un alumno se viste fuera de los estándares sociales no podemos cambiarlo de salón. Todo lo que tenemos en su contra son rumores sin ninguna clase de prueba.— El director Jung se acomodó el corbatín. Por supuesto que Min Yoongi le provocaba un escalofrío en la espalda por sólo escuchar su nombre, pero pese a todo aún era el director del instituto, debía cuidar su imagen y sucumbir a la idea de cambiarle de salón por ser el cuarto en la lista (un número que muchos asocian maléfico), estaba al tanto de que que esa clase de acciones no sólo le podían generar una demanda.

—¿Me dice que debo permitir que esto continúe? Mueva a un alumno a la clase. No podemos ser los únicos con cuarenta y nueve en la clase, ¿Algún salón tiene más de cincuenta?— El director negó, enderezándose para buscar en su computadora.

—Todos los quintos semestres cuentan con cincuenta alumnos, menos el D5, con cuarenta y nueve alumnos luego de que Kim NamJoon dejara la institución. — La mujer alzó las manos, como si intentase echarle algo en cara a su jefe.

—¡Él lo hizo! El mal debe fomentarse para exhibirse en todas sus formas y es lo que el joven Min hace, ¿Va a esperar a que escriba en tinta roja el nombre de sus futuras víctimas? Ya lo hizo con la profesora a la que estoy supliendo.— El hombre talla su rostro con sus manos, como sintiéndose derrotado por tener que soportar a esa mujer (que ahora parecía más loca que el mismísimo Min YoonGi), y suspira.

—Podemos hacer algo, pero vayase de mi oficina.

—Señor director, esto es serio, y si usted no toma medidas al respecto, yo lo haré por mi cuenta.— Bae tomó sus cosas, más que enojada, y salió dando un portazo.

Ahora el director Jung no podría asistir al concurso de tenis de su hijo.

 daddy issues ✾ taegi/yoontaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora