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Jeongguk esperaba de todo cuando Yoongi tocó el timbre; un chico mucho más alto que él, un chico a los hombros del blanquino, un afeminado, un asesino.

Pero no esperaba que el mayor llegara solo.

—¿No iba a venir con alguien más?— Jeon preguntó algo confundido, mientras dejaba ingresar al mayor a su departamento con las bolsas en cada mano.

—Ah, Jimin— Se rascó la nuca a duras penas, la verdad es que no sabría como explicarles todo.—, prefirió quedarse, empezó a sentirse culpable y fue a hablar con las autoridades sobre algo que hizo.— El dueño del lugar sintió una especie de corriente eléctrica en su espalda. SeokJin sostenía su hombro mientras hacía una mueca a Yoongi.

—¿Jimin hyeong no vendrá hoy?— Yoongi negó, acomodó las bolsas en la mesa y sacó el contenido de cada una suspirando.—, ¿Mañana?

—No va a venir, Tae hyeong— Le gruñó Jeongguk algo molesto; la verdad es que le desesperaba algunas veces lo ingenuo que podía llegar a ser Taehyung la mayoría del tiempo.—, pero Yoongi te trajo cositas.— Yoongi detuvo lo que estaba haciendo, miró a SeokJin elevarse y poner su barbilla sobre la coronilla de Jeongguk, algo asombrado.

—Vaya, de pronto ya no merezco el respeto que le tienes a Tae.— Murmuró. Ambos menores se acercaron hasta sentarse en una silla cada quien, y el blanquino bostezó. Jeong y Taehyung habían dormido un rato hace algunas horas, así que no estaban tan cansados como Yoongi.

—Papi, ¿Por qué no nos ha presentado a ella?— Yoongi detuvo lo que hacía. Claro que sabía de que hablaba Taehyung; hablaba de una chica llamada ChaeHa, insistía en ir tarde a casa; una anciana la atropelló en su camino a casa porque se agachó a recoger un poco de dinero en la calle. Pero, bueno, ella no estaba ahí. Por lo menos, no viva. Jeongguk también la miraba, intrigado.

Yoongi nunca había tenido un contacto directo con ella, así que la miró un buen rato. Su maquillaje estaba corrido, como si hubiera estado en la lluvia o se hubiere tallado el rostro.

—No... No lo sé.

Lo sabía; aunque fuera idéntica, la estática social la distorsionaba de alguna forma, muchísimo más si ella nunca había intentado volver al mundo; ChaeHa sólo no podía irse. La estaban usando.

—Joder. Taehyung, Jeongguk, dense la vuelta. No la vean.— Jeongguk estaba confundido; ¿Por que Yoongi iba a su casa a darle ordenes? Incluso pensaba en reclamar, pero Taehyung le tomó de la mano nervioso y huyó al cuarto con el menor, recordando el primer encuentro con Yoongi en el baño. Jeongguk estaba molesto por eso, pero Tae puso una mano en sus labios. En el cuarto, habían otros diez chicos, de todas las edades, en todas partes. Tenían el mismo aspecto que la chica en la sala. Jeongguk gimió en sorpresa (y miedo) sobre los labios de Taehyung. Miró los ojos del rubio llenarse de lágrimas y el rostro volviéndose rojo; él también tenía miedo y estaba aguantando todo eso por el chico.

—Dijo que no los viéramos— Murmuró, dejando salir un sollozo.—, si no lo hacemos, no pueden dañarnos.— Afirmó, a sabiendas de que estaba mintiendo al bajito; Yoongi nunca le había dicho eso, y era una vil suposición.

Los ojos de Jeong se abrieron en demasía con el ruido afuera y dialogo distorsionado, mientras una mano delgada con uñas afiladas se posaba en el hombro de Tae. Le sintió temblar, así que alejó la vista de esa cosa, esperando que así no pudiera dañar a su amigo. Tae chilló cuando las uñas se enterraron en su clavícula.

Calmate.— El rubio sollozó más fuerte cuando le escuchó; la mano en su hombro aflojaba el agarre mientras soltaba un grito parecido al de un ratón.

SeokJin hacía un movimiento extraño de manos y dejaba una especie de luz en el aire antes de elevarse y volverse una suave niebla para reaparecer en otro sitio al rededor de los chicos. Jeongguk lloraba cada vez más fuerte cuando uno de los entes chillaba o se arrastraba lejos haciendo sonar la madera con sus uñas. Tae le intentaba cubrir los ojos mientras él los apretaba firmemente.

Yoongi llegó un rato después, con la ropa desaliñada y una especie de rasguño en el pecho; ignorando a SeokJin que seguía purificando el cuarto, se acercó decidido a Jeon.

—¿Dónde está?— Le temblaba la voz, no era un regaño, era verdadera preocupación en su tono.—, Jeong, ¿Dónde la tienes?

Y Jeongguk no era tonto. Sabía a que se refería.

—Arriba de mi armario.— Balbuceó. Yoongi pateó a la especie de niño que se aferraba al cajón junto a la cama del mejor y se subió a la cama a buscar. Arrojó la caja al suelo y al llegar a ella vació el contenido; la ouija de madera doblada y el puntero; miró a SeokJin suplicante y se inclinó haciendo una reverencia desde el suelo. SeokJin acarició su mejilla unos segundos antes de desaparecer y las manos de Yoongi brillaron mientras partía la tabla con una fuerza inhumana y luego el puntero desaparecía entre sus labios hasta que el sonido innegable del mayor tragando les avisó que estaba destruido también.

Mientras Yoongi se desplomaba en el suelo, los entes que quedaban se esfumaban en el aire igual a una llama azul extinguiéndose.

Jeongguk miró a SeokJin lanzarle aquella mirada desaprobatoria, mientras Tae aún se aferraba a su cuello por el miedo. Miró con tristeza la tabla destruida y entendió que todo eso había entrado a su casa gracias a él, y un amargo sabor de decepción le recorrió el paladar.

«Nunca hablé con él...»

 daddy issues ✾ taegi/yoontaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora