Epilogo

18 2 0
                                    

—¿pero por qué te vas tan lejos, mi niña? Y... ¿tú relación? ¿tú bebé? ¿qué pasó? —pregunta Diana, triste. Ellos no saben los últimos acontecimientos de mi vida.

—Porque necesito tiempo para mi, y lo demás... Ya todo terminó; estoy soltera y me hicieron perder a mi bebé —confieso, aunque preferiría mentirles para que no se sientan mal. Diana iba a decir algo y como no tengo ganas de alargar este tema, la interrumpo—. No deseo hablar más de esto, por favor Diana. Me tengo que ir solo vine a despedirme de ustedes.

—Mi niña, ¿estás segura de que todo terminó? —pregunta, sonriendo a pesar de mi descortesía. Sin embargo, no sé porqué esa pregunta me hace erizar mi piel, percibo algo extraño recorrer todo mi cuerpo. Prefiero no darle importancia.

No respondí a su pregunta y me despedí con un fuerte abrazo de Diana y Raúl. Salí de ese ancianato con tremendo nudo en mi garganta... A estos viejitos los voy a extrañar con mi vida.

Deseo de todo corazón que el día que vuelva ellos sigan con vida.

A lo que llegamos al aeropuerto mis nervios se incrementaron demasiado y mi corazón no dejaba de latir con demasía, producto de eso, una pregunta se me cruzó por la mente, ¿en verdad te quieres ir?. Empiezo a sudar y eso que aquí está bastante fresco.

Pero que mi amigo esté a mi lado, me tranquiliza un poco.

En el momento que entramos, todo lo que sentí anteriormente se disiparon al ver a los padres de Eme juntos y a Sandri al lado de sus suegros. Me sorprendo y también me emociono de que ellos estén aquí, de seguro mi amigo les avisó.

Camino directo hacia ellos y los abrazo.

—Señora Elia y señor Lalo, quiero agradecerles porque ustedes me enseñaron el verdadero significado del amor de padres y eso que no soy su hija; me quisieron y me apoyaron en todas mis decisiones. Los quiero muchísimo.

Las lagrimas querían aparecer de nuevo en mi rostro, pero ya me estoy cansado de llorar a cada rato.

—Tu eres como una hija para mi. Sabes que no me agradó la idea de que te independizaras tan joven, quería seguir teniéndote en mi casa. Pero apoyamos cualquier decisión tuya. Te amo hija.

Cada uno me dio un abrazo y un beso en la frente. Ellos sí estaban llorando, no tengo la menor duda de que en verdad me aman.

Camino unos pasos hasta llegar donde Sandri y me preocupo al verla tan nerviosa, es imposible no darse cuenta de su estado.

—Sandri... ¿Sandri, estás bien?.

—Si... Si, si —responde de igual manera, ¿qué le estará pasando? Bueno, puede ser que todavía esté triste por lo que ya no será tía.

Agarré su rostro con mis manos al ver que ésta miraba para ambas direcciones.

—Mírame Sandri, nos faltó compartir más tiempo juntas, divertirnos, estoy segura de que habríamos sido un desastre. ¡Hey! cuida mucho a mi mejor amigo, te lo encargo... Toma tus pastillas, por favor.

Decirle todo eso fue como hablar con una pared, en serio, se la ve bastante nerviosa y realmente no entiendo mucho sobre su enfermedad. Solo espero que esté bien. Me preocupa verla así tan... Desconectada del mundo, porque es así como la percibo.

Me acerco donde mi amigo, pero no puedo dejar de ver a Sandri.

—No me digas palabras bonitas, no quiero llorar —me dice ni bien me acerco a él.

—Es inevitable lo que pides, ¡Oye! Eres lo mejor que pudo llegar a mi vida, apartando al que ya no está. Eme te amo muchísimo. Me duele alejarme de ti, pero siempre, siempre te tendré presente... Ya no podremos cuidarnos mutuamente... ¡Maldición!.

¿tú no sabes amar?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora