Aquel lugar era perfecto.La vista, la calma, la lejanía de todo aquel mal que insistía en perseguirlos. El sonido del mar, el anhelo de descubrir que había más allá de este, una nueva tierra jamás vista, un nuevo lugar hacia donde poder huir de la maldición.
Shouto suspiró. Se recostó sobre la arena. El sol estaba oculto tras un par de nubes, no podía olvidar que el invierno se había extendido hasta aquellas zonas también, pero el frío que sentía era mínimo a comparación de aquel que experimentaba en Mesarthim.
Mesarthim... El lugar al que debía mañana regresar.
Los días de calma y tranquilidad junto a los dragones y clanes desaparecieron tan rápido como habían llegado. Después de la coronación de Katsuki como el nuevo Rey, cada sol que contaba los días antes del momento en que debiera volver al reino y tomar el trono, besaba el mar y se sumergieron en él incluso antes de que cualquiera de ellos pudiese darse cuenta.
Por supuesto, había hablado con Katsuki sobre el plan, y sobre la fecha exacta en que tomaría el poder del reino. Tanto el rubio como Eijiro se habían ofrecido a acompañarlo a Mesarthim aquel día, además de ofrecer el poder de los dragones y apoyar al príncipe si es que el combate contra Enji era largo y dificultoso. Shouto rechazó la ayuda, ignoró las preguntas de Eijiro y las quejas de Katsuki, y se negó a tomar el poder de los dragones más allá de la espada que portaba.
No quería involucrarlos. Su reino a penas comenzaba a vivir una nueva era, poco a poco se recuperaban de la perdida de seres amados, de su antiguo Rey. La montaña aun seguía siendo excavada y construyendo el nuevo nido, así como las casas alrededor de esta. Sería muy egoísta de su parte quitarles a su nuevo Rey tan pronto, pensó el bicolor.
Pero bien, disfrutaría de sus últimas horas de calma antes de tomar la espada y regresar al reino. El día a penas comenzaba, y aquel lugar secreto en la playa que Katsuki había encontrado para ambos era perfecto para calmar su mente que laboriosamente trazaba cada detalle del plan.
El príncipe cerró los ojos, sintiendo el calor del sol de la mañana golpear suavemente su piel cada vez que las nubes daban un paso al costado y dejaban pasar sus rayos. El olor salado, el viento frío pero amable, y la absoluta calma que, siempre supo, solo encontraría en un lugar lejos de su padre y de su sangre maldita.
La sombra cayó sobre sus párpados, haciendo que estos se abrieran. Shouto sonrió suavemente al reconocer el par de ojos rubíes de aquel sol que cubría al otro en el gris cielo. Volvió a cerrar los ojos.
—Eres demasiado brillante, Katsuki.
—¿Qué tonterías estas diciendo?—gruñó el rubio—. Aun es demasiado temprano para que te vuelvas poético.
—Jamás es demasiado temprano para poetizar sobre ti.
Al sentir que la arena le caía en el rostro, Shouto rápidamente se incorporó, aun con los ojos cerrados y moviendo la cabeza de un lado a otro, quitándose la arena del rostro y del cabello. Algunos granos de arena entraron a su ropa, pero la incomodidad contra su piel era lo de menos.
Katsuki se sentó a su lado, con las piernas cruzadas, mascullando algunas groserías y sin ayudarle a quitarse la arena del rostro o del cabello que el mismo había pateado sobre el bicolor.
—¿Cuándo saliste de la cabaña? —cuestionó el rubio, manteniendo la vista en el príncipe, y acarició su mejilla quitando un grano de arena que seguía en su piel—. Ni siquiera lo noté.
—¿Hm? Solo hace algunos minutos —respondió el bicolor, pasando los dedos de su mano diestra por entre el cabello de desigual color y echando este hacia atrás—. No quise despertarte, estabas cansado.
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Donde nadie nos encuentre © | TDBK |
Fanfiction| FINALIZADA | Shouto estaba decidido a encontrar su sol, aquello que alejaba la oscuridad de su sangre maldita. Y lo encontró en el hijo humano del Rey Dragón. Un príncipe que no deseaba la corona, y un salvaje que jamás había tenido contacto algu...