V: Rubí

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El rey Dragón no me dio una respuesta concreta ese día. Ni al siguiente, ni después de una semana.

Creí que podría acercarme a Katsuki durante ese tiempo en que el rey me hizo esperar, pero no fue así. A decir verdad, con las únicas criaturas que compartí fue con mi caballo y las crías de dragón que se me acercaban con curiosidad. Fue extraño. Siempre creí que los dragones serían algo así como los sabuesos que poseíamos en el palacio o la guardia real; feroces animales con el único instinto de morder y asesinar. Pero no era así. Los dragones actuaban incluso con más humanidad que las personas y los niños que vivían en mi antiguo reino. 

Ya habrá un momento para explicar lo anterior. Luego conocería la verdad. 

En toda aquella semana tanto el rey como sus hijos se mantuvieron alejados de mi. Los primeros días fue intencional. Veía a Katsuki pasearse por los alrededores de la cabaña, sin prestarme atención. Un detalle que, debo confesar, reclamé tiempo después. De vez en cuando tenia oportunidad de hablar con el rey o con Eijiro. El resto del tiempo recorría en soledad los alrededores de la montaña, cazando y buscando comida. 

Katsuki alguna vez dijo que no esperaba que fuese tan poco inútil. Un cumplido viniendo de él.

Entonces, alrededor del quinto día, comenzó. El rey Dragón cayó enfermo. El fuego en su vientre se estaba congelando cada vez más rápido y el tiempo se acababa para ellos. "

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Desde el comienzo de la enfermedad, el rey Kirishima se quedó en sus aposentos. Las fuerzas para mover su gran cuerpo desaparecieron rápidamente, tanto que lo único que podía hacer después del tercer día era voltear la cabeza y respirar. El apetito desapareció, rechazaba la carne más suave y deliciosa que podían cazar, con esfuerzo exhalaba un poco de fuego y su actividad diaria se convirtió en tan solo dormir. 

Las escamas brillantes y rojizas que alguna vez en su juventud se asemejaron al fuego, ahora se apagaban. Poco a poco perdían su color original, cambiando hacia un gris que transmitía tristeza a todo aquel que conocía al rey desde sus días de gloria. Y con esa imagen lamentable de un rey caído ante la maldición de la bruja, los pocos dragones del reino comenzaron a hablar sobre el futuro. 

Eijiro era el siguiente en la linea de sucesión, el único hijo biológico del rey. Antes, mucho antes de que el príncipe de Mesarthim llegase a las tierra y se esparciera el rumor de su deseo de casarse con el hijo adoptivo, se creía que Katsuki tomaría el trono a pesar de ser hijo de los hombres. Entre los dos hijos del rey, el rubio poseía un mejor liderazgo, pero los dragones ya no creían que él mereciera el trono.

Katsuki se marcharía de las tierras con el príncipe, volvería al lado de los humanos, al lugar donde siempre debió estar. Y, desde la caía de su rey, los dragones comenzaron a recordar el viejo fuego del odio que sentían hacia los hombres, un fuego que se había apagado con el pasos de los años, pero que volvía a vivir.

Cuando los rumores llegaron al oído del rey, el viejo dragón llamó a sus dos hijos, y les pidió iniciar la tarea que les encomendó. Viajar a la costa y encontrar un nuevo lugar donde enviar a los sanos. Pero, ¿había alguna seguridad de que la maldición no los seguiría? No, no podían asegurarlo. 

Esa noche, fingieron acatar las ordenes del viejo rey y horas después estaban listos para partir en búsqueda de alguien que pudiera romper la maldición. 

Aunque los guardias más fieles del rey sabían de su verdadero propósito, no dijeron nada. Exhalaron cálido humo en su dirección y les desearon buena suerte en nombre de los pocos que quedaban y por la salud de su rey. Pero, los cambios siempre eran inevitables, a pesar de querer intentar ir contra la corriente. 

Donde nadie nos encuentre © | TDBK |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora