Arte

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         Ya hacía bastante tiempo que escuchaba los gritos y las súplicas desesperadas de mi cuerpo, advirtiéndome, y yo los ignoraba; dejaba que se mezclaran en el tiempo imparable, convirtiéndose en un silencio inquebrantable.

        Pero, las personas solían pensar que mi vida ya no me interesaba, si vivía o moría, era exactamente lo mismo, y estaban equivocados. Profundamente equivocados.

          Quizá el mero hecho de la existencia de la concepción de otros hacia nosotros nos condiciona, nos limita y reprime.

         Yo era feliz, yo era yo haciendo arte. Mover un pincel sobre un papel llenaba mi alma de regocijo y libraba mi mente de la jaula en la que era continuamente encarcelada. Pero me quitaron todo aquello.

         A mi alrededor, todos estaban acostumbrados a mi éxito. Yo era la triunfadora de la familia, el orgullo de mis progenitores y la envidia de todos los fracasados. Pero no era eso lo que yo anhelaba.

         Siempre obtenía las notas mas inalcanzables en la cruel y hostil carrera de Medicina, y una vez graduada, las ofertas laborales caían del cielo para mi. Además, las personas decían que era atractiva y carismática.

        Todas y cada una de las personas que me conocieron en ámbitos laborales o profesionales elogiaron mi elocuencia, mi capacidad intelectual y mi creatividad, o en cambio, otros me deseaban la muerte, pues yo era lo que la gente codiciosa llama "exitosa".

          Aquel estilo de vida era un castigo, detestaba mi monotonía, mi encierro. Odiaba casi toda mi vida, exceptuando una pequeña porción.

          No estudié lo que estudié porque sí, fue indirectamente obligada a hacerlo por los dos seres que me trajeron al mundo. Ellos tuvieron una vida realmente complicada, y las aspiraciones quedaron en lo sueños, y aquello provocó lo mismo en mi. Mis aspiraciones en segundo plano.

        Mis padres buscaban que yo sea mejor de lo que ellos fueron, que tuviera estudios, mi dinero y una vida lineal, estable y común. Yo quería más.

         Lo único que realmente amaba era la pintura. Todos los días pintaba a escondidas de quienes me conocían, pues según ellos solo debería importarme mi trabajo.

         Un día acabé una obra que me pareció preciosa. Siempre que terminaba una la conservaba, pero esa tenía algo, y deseaba que el mundo la viera. Corrí el riesgo y la vendí. Mi madre lo supo.

       Era mayor de edad, graduada y con trabajo, alguien independiente y sin embargo aquel día me llevé el sermón mas extenso de todos de parte de mi madre.

        Ella estaba furiosa, decía que abandonaría mi empleo por el arte, y que al hacerlo moriría de hambre. Y fue tanto su desprecio a mi pasión, que frente a mis ojos rompió y destrozó todo mi arte.

       Mis pinturas, mis lápices, acrílicos, pinceles, lienzos, todo, irremediablemente roto. Igual que mi alma.

        Jamás volví a pintar nada, ni tampoco volví a verla.

        Con mi vida deshecha armé las maletas y partí lejos de allí. Ejercí mi profesión en mi nueva ciudad, pero jamás mi pasión. Algo se había ido dentro de mi y lo suplantaba el dolor.

        El día de mi cumpleaños, me atreví y pise el bello y lujoso suelo de una exposición de arte. Estaba maravillada, y creí recuperar el amor que había perdido, pero una vez en mi nuevo departamento, mis manos no crearon nada, no pudieron.

        Pensé que con eso cerraba la historia de mi vida, sumida en la amargura y cotidianeidad, y me descuidé.

         Me diagnosticaron Depresión, pero nunca me traté. Mi pesó bajó demasiado, mi piel perdía su color y bajo mis ojos se encontraban grandes ojeras. Pero aún así no hice nada.

         Una tarde decidí que esa sería la última, y para despedirme del mundo fui a una exposición otra vez.

         Nuevamente me maravillé, el arte era algo indescriptible. Observaba con atención una pintura. Esta contaba la historia de un muchacho, al borde de un precipicio. No había nada que lo ate a este mundo, y parecía convencido, sin embargo su mirada escondía algo. Y yo intentaba descifrarlo.

-Creo que es esperanza - dijo alguien a mis espaldas -. No quiere continuar con su vida, y le enfurece que se vaya a acabar, así que hasta ese momento guarda la esperanza de que algo ocurra, que le enseñe que todavía quedan oportunidades. Porque, en realidad siempre las hay, pero no siempre se ven.

      Era un chico, debía tener más o menos mi edad. Tenía una sonrisa encantadora.

-Tal vez estés en lo correcta. Liz, a propósito - le dije extendiendo mi mano.

-Seungmim. ¿Te gusta la pintura?

-La amo - confesé.

-Yo también, aunque me dedico a la música.

-Eso es genial.

       La charla fluyó, y algo extraño sucedió. Alguna cosa se alteró ante la presencia y filosofía de aquel chico.
  
       Cuando me estaba por ir, me pidió mi número, y gustosa se lo di.

        Jamás entendí que me hizo Seungmin, pero esa noche, pinté.

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Esto me pega de cerca, pero bueno.

Ah y, me gusta el nombre Liz, así que cuando tenga que usar un nombre para la protagonista femenina será ese, claro que no sería la misma chica en todos los imaginas.

Espero que a las pocas pero lindas personitas que leen esto les guste 💕

Tengan un lindo dia/noche 💞

ˢᵗʳᵃʸ ᴷⁱᵈˢ ¡!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora