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B A N G C H A N
Definitivamente, no era la idea que el ascensor se detuviera cuando estaban discutiendo camino a casa. Habían ido a una cita, comenzaron a pelear por una estupidez, y terminaron volviendo a casa sin tratarse muy afectuosamente
Sin embargo, los espacios cerrados y pequeños no son tu fuerte.
Al instante notó tu temor crecer cuando las compuertas no se abría y el ascensor se detuvo de abrupto, así que sin importar el hecho de la pelea, te rodeó con sus brazos sobre los tuyos protectoramente, apoyando su barbilla en tu hombro. Sintió al instante la tensión de tu cuerpo, así que dejó ir una pequeña risa dulce mientras comenzaba a acariciar tus brazos para intentar aminorar tu creciente temor.
—Tranquila, amor, verás que saldremos pronto de aquí — habló cauto, sin querer alterarte más.
Si bien no fue mucho el tiempo que se encontraron atrapados, agradeciste infinitamente no haber estado sola y haber tenido su compañía, de otro modo hubieras entrado en crisis.
L E E M I N H O
Lo primero que pensaste al darte cuenta de que la llave de su casa mágicamente desapareció cuando era momento de marcharte a la tuya, era que fue obra de nada más y nada menos de tu novio. Porque como todo chico caprichoso, no quería que te fueras.
Aunque intentase verse preocupado, buscando las preciadas llaves por todo el departamento y te mirase con su carita de perro mojado, sabías que en realidad conocía muy bien donde estaban. Y siendo sinceros, no te podrías resistir mucho cuando está montando tal circo para que te quedes con él.
—Te lo juro linda, desaparecieron, las dejé en el mueble como siempre, pero no están — mintió tomando con delicadeza tus manos, muy en el fondo querías reirte a carcajadas pero tenías que mantenerte en el papel —. Para mi fueron los duendes, ya sabes que esconden las cosas.
Y ahí fue cuando la risa se te escapó y te rendiste por completo.
—Eres un bobo, Min, me voy a quedar contigo un día más pero no hace falta que finjas haber perdido tus llaves — reiste para luego dejar un beso de pico en sus labios, al separarse lo viste con una sonrisa boba y un sonrojo.
S E O C H A N G B I N
Acompañar a tu pareja al estudio era algo que realmente te gustaba. Verlo concentrado haciendo lo suyo, tocando notas, y moviendo rápido sus manos en la computadora era una cosa fantástica para ti. No obstante, a veces podría ser tardado y comenzaría a aburrirte un poco. Sin embargo, ahí estabas tú, esperándolo y amimándolo como buena pareja.
