𝑼𝒏 𝒃𝒂𝒊𝒍𝒆 𝒎𝒂𝒔.

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J E O N G I N

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J E O N G I N

    "Es un estúpido baile, un estúpido baile, nada más", se repetía, alejándose del gimnasio donde se llevaba a cabo la fiesta, intentando penosamente secar las lágrimas que no paraban de salir de sus ojos con el dorso de la mano. Rogaba, también, que nadie hubiese presenciado su mala fortuna, que nadie lo haya visto llorar, ni oído su corazón rompiéndose.

    Se encaminó rápidamente al exterior de la institución, queriendo encerrarse en el auto que su padre le prestó, únicamente por la noche de su graduación, para llorar y gritar hasta que le ardiera la garganta.

   Sus manos apretaron con fuerza el volante, y su cabeza se apoyó en ellas. La privacidad y el silencio le dieron a su mente algo de paz, y le permitieron liberarse; comenzó a llorar, sin saber si alguna vez lo ha hecho peor.

   Fueron minutos prolongados donde Jeongin no solo lloró por sus sentimientos heridos, sino que lloró por el conjunto de pensamientos dolorosos que poseía; lloró porque era débil, y prefirió huir antes que afrontar, lloró porque era un ingenuo, lloró porque Jisung se lo dijo y él decidió no escucharlo, y lloró porque su amiga, la persona que le gustaba, había jugado con sus buenos sentimientos.

   Cuando sintió que comenzaba a terminar de purgar aquellos sentimientos, y sus lágrimas finalmente cesaban, un Jisung asustado apareció de repente frente a él, golpeando con fervor la ventanilla.

    Jeongin lo miró algunos segundos desentendido, habiendo estado tan metido en su cabeza, le costó ubicarse en tiempo y espacio. No obstante, cuando reaccionó, simplemente destrabó la puerta del copiloto, y el castaño no demoró en ocupar dicho lugar. Jisung cerró la puerta en silencio, lo observó prolongados segundos de la misma forma, y a continuación, lo apretó en un abrazo lleno de amor y empatía. Los delgados brazos del mayor lo envolvieron con tanta calidez y preocupación, que Jeongin sintió una ola de tranquilidad golpear su cuerpo.

—No sé que decirte, innie susurró, aún abrazados, Jeongin se sorprendió de la voz dolida del mayor —. Ni siquiera pude imaginar que sucedería algo como esto.

—No te preocupes, por favor —pidió, soltándose levemente —. ¿Tú también los viste?

    Jisung se mordió el labio nerviosamente, su plan era consolar a su amigo, no estaba seguro de si quería o no tocar el tema cuando apenas había ocurrido. Sumándole, por supuesto, que le dolía en el alma y le prendía fuego el pecho ver las lágrimas secas en las mejillas de Jeongin y sus ojos enrojecidos. Sin embargo, este lo miraba inquisitivo, esperando oír su respuesta a pesar e saber que le dolería.

—Al principio pensé que habías desaparecido porque estabas con ella — reconoció, hablando con actitud cauta, atento a cualquier señal corporal de su amigo para detenerse y abrazarlo otra vez si era necesario —. Luego salí al patio unos minutos y, bueno, los vi.

    Jeongin asintió, repitiendo mentalmente la escena de amor que había presenciado entre su casi novia y otra persona. ¿Lo que le había dicho Jisung le afectaba? Por supuesto, y a gran escala. Sin embargo, quería contarle todos sus problemas a Jisung, que este lo abrazara y lo consolara, quería hablar de todo lo que sintió, aún si no tenía que ver con lo que pasó esa noche; Jeongin quería liberar todo lo que llevaba dentro y que lo alguien lo cuidara, que le dijeran que estaría bien y le canten hasta que su tormento termine.

—Jisung — habló, casi en un hilo de voz —...¿Podemos hablar?

    Jisung le sonrió mientras se removía en su asiento y acariciaba su hombro — De todo lo que quieras.

   Fue casi como una medicina: empezó por contarle — a pesar de que Jisung ya sabía que Jeongin haría aquello — que en el medio de su baile de graduación, se puso a buscar a su amiga, amiga de sus amigos también, y quién además le gustaba, para pedirle estar juntos al fin. Entre ellos dos habían habido citas dulces, besos y alegría, así que admitió que se sentía con todas las de ganar, no había ni siquiera una mínima sospecha de que ella no reciprocara sus sentimientos. Porque ella ya se los había hecho saber. 

   Le contó que planeó y fantaseó con ello semanas, idealizando e imaginándose cuan lindo sería empezar a salir con ella esa noche. Le dijo que, tras no hallarla en algún lado, caminó hacia afuera, con la suerte de ver a la linda chica de vestido lila bailando lentamente con un muchacho, sus manos estaban en su cuello, y sus bocas besándose. 

    Jeongin volvió a llorar en medio de sus palabras, no le molestaba que su amigo lo viese de esa forma, porque su sed de alivio era tanta que hablaría de todo, sin importar cuanto duela, cuanto llore, o cuantas veces tenga que repetir lo mismo si se quebraba en la mitad.

    Prosiguió contándole a Jisung que salió corriendo, que no supo que hacer, y que prefirió huir antes que hablar con ella. Admitió que se sintió ilusionado y humillado.

   Como estaba previsto, Jisung escuchó cada una de las palabras, derramó algunas lágrimas, y cuidó de su amigo, aún cuando este comenzó a contarle problemas que no tenían que ver con esa noche.

—Arruiné tu baile — murmuró, avergonzado de pronto, cuando las aguas se habían calmado.

   El otro se encogió de hombro — Tampoco la estaba pasando muy bien.

    El castaño le regaló una brillante sonrisa, y supo desviar el tema a uno que hiciera reír, o al menos distraer, al menor. Y, es Jisung, así que lo consiguió, ambos habían comenzado charlar en el auto. Y todo se mantuvo con un buen aura hasta que Felix apareció en la escena, trayendo con él a la chica de vestido lila.

    Jisung se tensó, Felix golpeó con sus nudillos la ventanilla de Jeongin, y este los dejo sentarse en los asientos traseros, a ambos. El australiano se veía serio.

Innie, ¿Estas bien? — este asintió, girando su torso para verlo — Bien. 

—¿Qué sucede? — preguntó Jisung, de repente sintiéndose muy incómodo y asustado.

—Nada, me asusté porque todos desaparecieron de repente, los buscamos por todos lados — concluyó Felix, notando el pesado ambiente —. Seungmin está esperándonos adentro, quiere que nos saquemos algunas fotos todos juntos.

—Hyunjin nos dijo que te vio salir disparado hacia aquí, Jisung — habló la chica — ¿Seguros que está todo en orden?

   Un silencio de apoderó de ellos.

—¿Podríamos...hablar unos minutos?  — habló Jeongin, mirando a la chica esta vez.

    Si iba a sanar, primero quería dejar todas las cosas claras. Le serviría que la chica le dijera que se confundió, que le pidiera disculpas, y finalmente, marcharse, si, le haría bien. Era lo mismo que evadió hace un rato, pero ahora, a lo mejor gracias a Jisung, se sentía casi como una necesidad.

    Finalmente, ambos adolescentes se bajaron del auto, y Jeongin la invitó a caminar, respirando hondo antes de preguntar todo lo que quería preguntar.


    

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