𝑵𝒂𝒓𝒂𝒏𝒋𝒂

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K I M  S E U N G M I N

[2/5]       

   Suspiro mientras miro fijo al lente de la cámara, me resulta difícil concentrarme en salir bien en las fotos estando tan agotado.

   Sinceramente el dia está siendo inaguantable, y únicamente me limito a contar los segundos hasta que den por terminada la sesión y me permitan salir del estudio, ni siquiera he almorzado y mi estogamo se retuerce pidiendo ser saciado.

   Me dan un mini descanso mientras el staff perfecciona otro set, y agradecido por eso camino hasta la ventana que da a una maravillosa vista de Los Angeles, en Estados Unidos. Vine a promocionar una marca de perfumes en solitario, y de paso, a grabar unas cuentas cosas como banda.

  Mis vista se pierde en un gran árbol, hay un pequeño nido en el y noto un ave con sus pichoncitos. Me da ternura, y me lamento por no tener mi cámara a mano. Mi teléfono suena sobre una mesita en la que dejé mis cosas al iniciar la sesión, así que lo tomó.

¿Qué tal va Los Angeles, cariño? — sonrío, porque ni siquiera me había fijado en quién me llamaba, y me da gusto que sea mi novia.

—Genial, pero agotador — admito.

Ouh, ¿Estás bien? Te oyes un poco mal.

—Ah, claro que sí — digo, jactancioso —. Solo es eso, estoy cansado.

  Escucho su risa, y me felicito mentalmente por haberla hecho reír.

Qué bueno — dice, serenando su risa —. Supongo que ya has almorzado, ¿Será que tendrás libre la tarde para salir por un café?

—En realidad, no he almorzado, no me han dado tiempo para hacerlo. Y dudo mucho que tenga la tarde libre para salir con los chicos — confieso.

Me están dando severas ganas de patearle la cara a quién sea que no te haya dejado salir, ¿No piensan en tu salud? — la escucho suspirar, y me hace feliz que se preocupe — Igualmente, no decía que salgas con los chicos.

—¿Entonces con quién? — preguntó, curioso, alzando una ceja.

Con tu novia, no sé — canturrea.

—¿Cómo, quieres hacer videollamada tomando un café? — entonces me doy cuenta de algo — ¿Pero qué hora es allá para tomar café?

—¿En Corea? Debe ser de madrugada, aquí son las 16:36.

   Alejo rápido el celular de mi oreja, y miro la hora: 16:36 pm. Sorprendido, miro a todos lados, como esperando que ella esté aquí.

Mira bien tonto, ya me has pasado de largo.

   Mi corazón late más fuerte y comienzo a mirar a detalle todo el lugar, y al fin la encuentro. Esta apoyada en el respaldar de un sillón de uno de los sets que ya fueron usados, sonriéndome. Llevaba sus típicos jeans holgados y un hoddie naranja que combina con su boina del mismo color, y está hermosa.

   Me debo ver tonto, infantil, o que sé yo, pero corro hasta ella y tomándola de las mejillas le planto el beso que he estado ansiando los últimos dos meses en los que, por razones obvias, no los hemos visto. Con sus manos en mi cabello, responde con esa dulzura que la caracterizó siempre. 

  Lastimosamente el staff nos separa después de unos besos y algunas lágrimas, y no pudo importar menos el reclamo de que había descuidado mi maquillaje.

  Comenzamos otra vez con las fotos, pero antes, dejo besos en su nariz, frente y cabello.

  Ahora sonrió genuino porque ahora ella  saca sus propias fotos detrás de él fotógrafo. Sonrió porque es la mejor persona del mundo, y está conmigo.

  No sé si fue mi actitud y humor notoriamente más buenos, si mi carita de cachorro mojado cada vez que se me terminaban esos descansos en los que retocaban mi maquillaje y sostenía sus manos, o que al fin alguien se apiadó de mi, pero ahora nos dejan salir, y todavía podemos ir por ese café.

  Sobre su hoddie se coloca un abrigo, y me encanta ver que hasta sus guantes son naranjas. Me abrigo y salimos, en busca de un café.

—Podrías haberme dicho que venías — reprocho, parte en broma y en parte no.

—No hubiera sido tan cursi, ¿O no?

  Asiento, completamente enternecido.

  Encontramos un lugar buscando en Google, es lindo, y grande. Nos sentamos en una mesa en la terraza del bar, el lugar tiene una de las paredes de vidrio, y nos da una vista hermosa. Los cafés llegan juntos a algunas galletas que pedimos, está caliente y la veo quejarse porque se quemó la lengua.

—Ten cuidado tonta — río, batiendo mi café para que el azúcar se disuelva.

—Lo que sea — dice, metiéndose entre mis brazos, apoyando su espalda en mi pecho. Paso mis manos en su cintura, y ella toma mis manos.

  Son las seis, el sol se está metiendo y otra vez soy testigo de una vista preciosa. Ella está conmigo, abrazados y dándonos calor, y hay dos bebidas humeantes en la mesita al frente nuestro, y sé que aunque queramos contarnos miles de cosas, las palabras ahora simplemente sobran.

—No sabes cuánto te he extrañado — susurra casi imperceptible.

—Yo también te he extrañado demasiado — ella sonríe, y deja un beso en mis manos.

 
  No sé cuanto vaya a durar la felicidad que tengo ahora, la que ella me da, pero si sé que quiero pasar a su lado todo el tiempo que la vida nos permita.

ˢᵗʳᵃʸ ᴷⁱᵈˢ ¡!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora