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La mesa circular de la cafetería estaba a tope de tazas de porcelana con café, chocolate caliente, o té, además de galletas y panesillos. Y el sillón a su alrededor, circular también, adaptándose perfectamente a la forma de la mesa, había un gran grupo de amigos que reían a carcajadas.
La única muchacha del grupo era el centro de bromas aquel día. Lógicamente, su última cita con el chico que llevaba gustandole tres meses resultó un enorme fiasco.
—Cuéntanos otra vez cuando dejó de hablarte por haberle ganado en un juego — pidió Minho fingiendo inocencia, causando la risa de todos.
—Volvió a su casa de la cita con su crush en silencio — se mofó Jisung, frotando una mano la espalda de la chica.
—¿En serio dejo de hablarte solo por qué ganaste? — río Felix.
La muchacha asintió con humor: —Fue lo más incómodo de mi vida.
—¿Y tendrán otra cita?
—Pues no me ha vuelto hablar dese el sábado, Binnie.
Todos reían se la desgracia de la chica, ella misma lo hacía, a pesar de que le gustaba, era gracioso que se pasaron media cita en silencio por competitividad.
—Qué triste — mencionó Minho, recostando su espalda en el sillón.
—¿Ah, si? ¿Tenemos que recordarte lo que pasó en la casa de Chan y....
Ante lo que estaba por decir la chica, Minho se movió los más rápido que pudo para tapar su boca, lo que no tenía sentido, todos sabían la anécdota.
Cuando todos terminaron su café, y decidieron irse, Changbin se acercó a la caja a pagar, pues había perdido en "Piedra, papel o tijeras" y le tocaba pagar por todos, y Lizz les avisó que iría al baño.
—Te acompaño — mencionó de inmediato Feliz, consiguiendo que todos lo quedaran viendo como si fuera un bicho —. Es la única chica en un grupo de cinco, alguien tiene que hacer eso de que "las chicas no van solas al baño".
—¿Piensas entrar? — preguntó horrorizado Jisung.
—¡No! Solo acompañarla y esperarla, ¿Bien?
—Bien — respondió Lizz, y ambos se fueron sin esperar la respuesta de los demás.
—Una lástima lo de tu cita, sé que te gustaba.
En contra de lo que la chica hubiera querido, un sentimiento de incomodidad y culpa se le instaló en el pecho. Él lo notó.
—Te lo digo enserio, boba. No porque me gustes voy a querer que tus citas fracasen.
