Sabela. Preixana
Empezaba a ser cansino que casi diariamente le realizaran un interrogatorio de tercer grado. ¿Y el novio para cuando? Seguido del refrán, se te pasara el arroz. La cuestión se repetía varias veces y con distintas personas. Su abuela, con un poco de deterioro cognitivo, se lo repetía constantemente. Su padre fantaseaba tener un yerno trabajador y agricultor. Su abuelo, que con la vejez se le había suavizado el carácter, sólo deseaba su felicidad y tuviera con quién compartirla.
Su madre, la única de la familia que sabía que era lesbiana, no terminaba de asumir su orientación sexual. Como nunca había tenido novia era fácil mentirse, alegando que sin experiencia una no puede reafirmarse en sus gustos. Al principio, sí estuvo confusa. Mientras sus amigas suspiraban por chicos, si muy guapos, a ella no le provocaban nada. Reconocía sus atributos físicos y punto. Se descentraba más cuando se cruzaba con alguna chica de bandera. Tenía preferencia por las miradas, las sonrisas, sus barbillas y pechos. No era novedad su interés por ellas. Ya de pequeña, a pesar de qué se sentía más cómoda con juegos más masculinos, le gustaba la compañía femenina.
Varias niñas marcaron su infancia, aunque por aquel entonces no era del todo consciente de sus sentimientos. Gusanitos en el estomago previos al encuentro, perder la esencia del tiempo a su lado, aquellas imperiosas ganas de tocarla, ni que fuera de forma accidental, no dejar de pensar en verla e incluso soñar vivir mil y una aventuras. Muchas veces el interés por ellas decaía, o porque eran simples enamoramientos veraniegos o meros alumbramientos. Hasta que asistió en el primer y último campamento de su vida, en sus tiernos once años, dónde se cruzo con niñas más picaronas y avispadas. Una tal Érica, era la niña más atrevida y desvergonzada que jamás había conocido. Era una desvergonzada e invadió su tienda de campaña pretendiendo que Sabela le enseñara sus bragas. Se rió de su cara de pasmada e inquirió algo que la trastoco.
- No seas tan tímida. Eres una niña muy bonita.- Se le acerco y la beso brevemente. Se asusto por lo inesperado gesto.- ¡Quita la cara de espanto! ¿Nunca te has morreado con una amiga? ¿Jamás has tenido curiosidad sobre los besos? ¡Joder, no me lo creo!- Hizo una pausa y observo algo del exterior.- ¡Chicas, ya lo habéis visto! Gano la apuesta yo. Realmente, es una mojigata pueblerina.
Seguidamente, asomaron la cabeza su grupo de aduladoras. Se rieron a carcajadas de la cándida niña, con el rostro rojo como un tomate. Le sonrió y en un impulso le devolvió el pico. Enmudeció. Se largo sin mirarlas. Por un lado se creyó triunfal, se había sabido defender. Por el otro, se entristeció por las crueldades de ciertas almas humanas. Comprendió que la inocencia se perdía demasiado pronto. La niña que guardaba una simple pulserita de plata, con pequeñas flores y mariposas, únicamente porque se la regalo una niña muy bonita, de ojos marrones-rojizos y muy alegre, dejo de soñar y de creer en los amores platónicos. Tiempo después se deshizo de su pequeño tesoro, dándoselo a Marilia.
Existía otro refrán, lo que no mata engorda. Era cierto. Aquella mala experiencia le permitió conocerse más y le ayudo a etiquetarse como lesbiana. Se desinhibió. Se volvió más exigente con la gente. Sabía que quería y no se conformaba con poco. No quería estar por estar, o para huir de la soledad ni actuar bajo el influjo de los bajos instintos primarios. Como ser era muy valiosa y se le debería de respetar siempre.
Siempre te remarcaban que el amor surgía cuando menos te lo esperas, aún así la pregunta dorada continuaba siendo: "¿El novio para cuando?" Puede que fuesen los vestigios primitivos de los parientes lejanos del género humano. Aparearse para perpetuar la especie. Alarma social. Descenso de la natividad. Los desequilibrios tremendos entre países, la escaeced de recursos naturales y alimenticios. El propio hombre sería su propio depravador. Razón en servicio de los egoísmos y de la inconsciencia del ser humano.
- Ya busco abuela, simplemente no hay suerte.- Le respondía siempre.
- Será que te esfuerzas poco. Con la bonita que eres y siempre vestida tan informal, con pantalones desliñados y jerséis de hombre, con tu precioso pelo despeinado. Deberías ponerte más vestidos y resaltar más tu feminidad.- Le insistía la madre de tu padre.
- Por favor, no se meta tanto con Sabeliña. Los tiempos cambian.- La defendió su progenitora.
- ¡A peor! Lo que no entiendo es tu obsesión de ser agricultora.- Prosiguió regañándola. La descolocaba su empeño a hacerla cambiar de opinión sobre su profesión. Por suerte su abuelo la estaba apoyando.- No me extraña que por el pueblo circule la palabra, "la marimacho" de Can Gallego.
- Abuela, te has hartado de ir al campo para ayudar a tu marido. Ya de pequeña ibas a recolectar fruta y a Verdú en la campaña vinícola. Seguramente, nadie te miro mal.
- No compares hija. Por entonces, había mucha hambruna y no disponíamos de los recursos actuales. Podrías considerarte una privilegiada y optar por una vida no tan dura. Has sido muy afortunada por poder estudiar. Si hubiera estado a tu sitio, otro gallo cantaría. Además, lo que realmente necesitas es un marido. ¿No pensarás trabajar tu sola la tierra? – Su abuela tenía una mano de santo para cocer y diseñar ropa. De forma autodidacta aprendió un poco de modelaje y realizaba muchas manualidades.
- ¡Por favor María, no atosigue más a la riquiña de la casa! Si le gusta ser tractorista y ser agricultora, debemos de aceptarlo.- Le apoyo Carmen. Por suerte, su hija era fuerte y no se dejaba almendrar por nadie. Aunque, en el fondo era muy sensible. Sufrió mucho con la enfermedad de su padre.
- Mama, ya no lo aguanto más.- Le comentó en privado.- Creo que ha llegado el momento de salir del armario. No me gusta mentirles ni fingir lo que no soy...
- Amoriño, son mayores y no lo comprenderán fácilmente. Es más, cuando encuentres novia ya harás el paso. ¿Sí?- En aquella ocasión le convenció. Suerte que tenía sus pequeños respiros y con sus mejores amigas podía ser ella misma.
Era ya finales de junio y fin de semana. Había estado todo el día para arriba y abajo con el tractor. Miki le había llamado para dar un paseo con sus respectivas motos. Hacía un par de días que había regresado de Pamplona. Aquel año se había graduado como ingeniero mecánico. Siempre le habían apasionado las máquinas y electrónica. Lo consideraba un complemento a ser agricultor. No era el heredero, pero su hermano mayor, Carlos, prefería la vida en la urbe.
- ¿Por cierto, como está tu abuelo?- la última vez que hablaron el chico le confió que le habían diagnosticado un cáncer de pulmón muy agresivo. El hombre se esforzaba a seguir su habitual rutina, iba al huerto y restaurando viejos muebles para seguir decorando su vieja y hermosa casa. Siempre le gusto. Estaba ubicada en el mismo pueblo, pero algo apartada de la calle. Rodeada de plantación de manzanas y peras. Su aspecto exterior era como una mansión de indianos, construida por un antepasado suyo que viajo a Sudamérica y regreso muy rico. Recóndita y opulenta.
- Se morirá Sabela, le queda poco tiempo de vida.- Le revelo. La chica le estrecho entre sus brazos. Sus abrazos siempre tenían efectos balsámicos y estaban muy solicitados.
- Me imagino que ya lo sabe Joan...- Se atrevió a preguntarle minutos después. Padecía por él, pues estaba muy unido a su abuelo paterno.
- Sí. La semana que viene vuelve de Palma de Mallorca, para quedarse definitivamente.- La miro con empatía. Sabia lo mal que lo paso tras la declaración de su hermano.- No te preocupes, ya te ha olvidado. Ha conocido a una chica por internet y pronto se verán en persona... Aunque, le he remarcado que no se ilusione tan pronto.- Se rieron un rato. Su hermano gemelo era tan buena persona y soñador que temían por él. La gente no siempre solía ir con buena fe, más por las redes sociales.
- ¿Por cierto, sigues con Natalia?- una pamplonica que le había robado el corazón des del primer año de carrera en Pamplona.
- Sí, vendrá a veranear unas semanas aquí... Haber que hacemos. Llevar una relación a distancia con el tiempo es insostenible.- Subieron a sus motos a quemar gasolina. Iban por caminos de barro a todo gas, una buena forma de quemar adrenalina.
** Nota del autor**
Hola queridos lectores. Esa historia lleva pocos días... espero que os guste. Pequeña mención a la pulserita de plata de mariposas y flores.... ¿Quién se la regao?
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Mi riquiña tractorista
Hayran KurguLos recuerdos son entidades caprichosas, no puedes fijar el día ni la hora exacta que conociste a aquella niña sin nombre. Júlia, sólo se acordaba de lo bien que lo paso jugando con ella en el parque y lo bonita que era. Fueron unas horas que le pa...