Capitulo 1

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-Aleksey la comida estará lista en unos minutos, ¿la mesa esta hecha?- pregunto la anciana mujer mientras acomodaba las brasas bajo una olla. La fogata se podia ver desde muchos metros a la redonda.
-Ya esta hecha, solo falta la comida.- Dijo el chico mientras le quitaba atencion a uno de los libros que le habia tocado leer ese dia. La cabaña estaba particularmente humeda ese dia y de seguro era por la lluvia intensa que caía desde hacía una semana.

Aleksey Mykolaiv era un huerfano ruso que habia terminado en Baviera, Alemania por decision de sus tutores. De pequeño paso por diversas familias de adoptantes pero nunca pudo adaptarse bien a las diferentes costumbres que le brindaban. Los ultimos tutores que tuvo, con apenas nueve años, eran tan ancianos que no dudaron en comprarle un pasaje solo de ida a ésta cuidad y entregarlo al cuidado de Federika Schulz, una prima lejana que anciaba con su vida tener al menos un hijo.

Todo esto no fue gratuito, Federika debió entregar todos sus ahorros a cambio del niño. Su esterilidad le habia hecho perder casi toda la cordura que tenia en ese momento y en un acto desesperado, se quedó con el pequeño.
Aleksey conocia su historia, pues Federika se encargo siempre de tener claras esas cosas. Ella se comporto como la madre que jamas habia tenido, lo trataba bien, le daba todas las cosas que necesitaba y jamas se privo de darle muestras de cariño. Al principio fue dificil ya que él era un niño algo problematico, pero con el tiempo ambos se adaptaron a sus nuevas vidas.

Federika tenia una pequeña cabaña a las afueras de Baviera, no era muy social y hacia lo que podia con lo que tenia. Allí su vida era casi de ermitaña y el chico absorbio casi todos sus comportamientos. Ambos se mantenian gracias a las plantaciones y animales, el trabajo en el campo se habia naturalizado para ellos con el correr del tiempo.
La mujer se encargo de que Aleksey fuese educado como todo niño, aunque no le gustaba estar mucho en contacto con la sociedad, habia prometido ser una buena madre y eso conllevaba que su hijo fuese bien educado en una escuela normal, por tanto hizo el esfuerzo durante muchos años de llevarle al lugar.

Con veinticinco años el chico seguía viviendo en la cabaña, pues sus actividades en el campo le atraían mas que cualquier otra cosa. Trabajaba junto a su madre que ya era anciana y tambien trabajaba como bombero en un pequeño destacamento que cubria toda la zona que los rodeaba. Aparte se negaba rotundamente a dejar a la mujer sola en medio de toda esa vegetacion.
Su vida era tranquila, no variaba mucho, no habia muchos incendios tampoco ya que eran pocos los habitantes en esa parte de la cuidad y los accidentes no ocurrian muy a menudo.
Amigos tenia solo dos, Herman y Ancel, sus compañeros de destacamento, fueron sus compañeros tambien en la escuela y al crecer decidieron los tres ser bomberos. Todos tenian casi la misma edad y eran guiados por Meyer, un hombre mayor que se encargaba de dar ordenes y rellenar papeles las veinticuatro horas del dia. Eran pocos ya que eran contadas las veces que eran solicitados por ayuda, y si por alguna excepcion necesitaran de mas personas, llamarian por apoyo a la cuidad.

-Ayudame con esta olla por favor, esta muy pesada.- dijo la mujer tratando de quitar el artefacto de las brasas. El chico dejo un marcador en la pagina que estaba leyendo y cerro el libro. Luego de dejarlo sobre la silla en la que estaba sentado camino hacia donde se encontraba su madre para quitar la olla del fuego.
-Te he dicho varias veces que no cocines tanto mamá, has hecho una olla repleta de goulash solo para nosotros dos.- tomo un cucharon y comenzo a servir la comida en ambos platos.
-Pues tu comes como un toro hambriento, apuesto a que esta olla solo dura hasta mañana.- el chico sonrio levemente mientras le alcanzaba su plato. Ambos caminaron hacia la mesa ya hecha que se encontraba en la cocina. Se cocinaba afuera pero se comía dentro, si fuera por Aleksey comia desde la misma olla, pero su madre insistía en comer correctamente.

Compartieron una charla amena mientras almorzaban, tenían la natural complicidad de madre e hijo y no les costaba para nada hablar de diversas cosas.
-Creo que tu aparato está sonando.- dijo la mujer mientras prestaba atención al sonido del entorno. El aparato al que ella se refería era su móvil, se lo habían dado en el destacamento para darle aviso de las emergencias y lo tenía guardado para utilizarlo exclusivamente para ello.
Se levantó rápidamente de su lugar en la mesa y buscó en uno de los cajones de un gran mueble que había en el living. Luego de mezclar con sus manos absolutamente todos los objetos que había dentro de éste, encontró el aparato que sonaba sin parar. Atendió.
-¿Que sucede?- quito un pedazo de carne de entre sus dientes con una de sus uñas.
-La camioneta de la señora Viveka está incendiándose. Apresúrate.- dijo Meyer antes de cortar la llamada. Puso el móvil en uno de los bolsillos de su jean y corrió a su habitación en donde estaba su equipo de trabajo, siempre guardaba uno allí para no tener que ir hasta el destacamento a cambiarse.
Se puso la chaqueta y los pantalones, acomodo los tirantes en sus hombros y luego se puso las botas. Estaba listo.
-Viveka tiene un incendio.- avisó y luego se despidió de su madre con un beso en la frente.
-Ten cuidado hijo.- dijo la mujer mientras terminaba de comer.
Salió de la cabaña lo más rápido de pudo y encendió su motocicleta con solo una patada. Los caminos de tierra estaban algo resbalosos por la lluvia pero pudo controlar bastante bien el vehículo. Al llegar el camión de bomberos ya estaba instalado dentro del terreno de la mujer.
Herman y Ancel estaban desplegando una de las mangueras.
Meyer llevaba el camión al lugar y los otros tres bomberos restantes se encargaban de apagar los incendios luego de llegar, lo hacían así ya que era lo más fácil para todos.

ALEKSEY - Terminada. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora