Capitulo 46

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POV Aleksey
-Él es Elvis, el comprador.- indicó Alois, el agente inmobiliario. Apreté la mano del hombre en un cordial saludo y todos nos sentamos alrededor de un escritorio. Me costo dos meses encontrar a un buen comprador para mis tierras, todos daban menos de lo que pedía, muchísimo menos.
-Soy de Canadá y quiero hacer inversión aquí en Alemania.- dijo el hombre con acento canadiense.- me centrare en la producción de trigo y cebada.- informó. Asentí con la cabeza.
-Es tierra fértil si se mantiene bien cuidada. He hecho plantaciones de todo tipo a través de los años y no me ha decepcionado. Siempre se cosecha lo suficiente y más.- le conté. El hombre parecía muy interesado y no había escatimado con el precio.
-Ya he ido a ver tus tierras, aunque las plantaciones están secas, la tierra se mantiene húmeda. Se podrá empezar a trabajar en cuanto quite todo lo marchito.- hablo, volví a asentir. Sus ingenieros agrónomos habían ido a ver el terreno, revisaron todo y probaron la calidad de la tierra. Le habían dicho que todo estaba bien y yo estaba más que contento con ello.- tiraremos la cabaña abajo y en su lugar construiremos un depósito para guardar la cosecha.- eso me daba algo de pena, era la cabaña en la que me había criado y en la que había visto a mi madre por última vez con vida, pero debía soltar, de nada me serviría seguir aferrándome a algo que ya no es mío.
-Bien, ¿Aleksey estás de acuerdo con todo?- pregunto Alois.
-Si.- respondí acomodándome en mi silla.
-¿Y tú Elvis?
-Si estoy de acuerdo.- respondió el hombre. Ya habíamos leído el contrato, Alois se había encargado de darnos una copia a cada uno antes de venir aquí.
-Entonces hay que firmar y la compra venta quedará realizada.- dijo entregándonos varios documentos para firmar.
Suspire antes de apoyar le bolígrafo en el papel, esto sí que iba a ser un cambio muy grande. Solo esperaba que mi madre, en donde quiera que esté, no se haya decepcionado.
Ambos firmamos todo y cerramos el trato con un apretón de manos. Se depositaría el dinero en mi cuenta bancaria, junto al dinero del seguro de los animales que habían muerto y el dinero de los animales que había vendido. Dejaría el dinero justo allí, aún no tenia muy en claro lo que haría con él.
Media hora después salí de la oficina de Alois para volver al destacamento. No me costaba vivir allí, estaba más que acostumbrado.
Deje el coche en el garaje, sin molestar la posible salida del camión o de la camioneta, si, nos habían dado una nueva al fin. Entre caminando con los bolsillos en mis manos, estaba tranquilo.
-¡Leyna tienes rota una pierna! Déjame hacer esto.- sentí los gritos de Herman que provenían del comedor. Rodé los ojos, ellos a veces parecían unos niños pequeños.
-Pues tu tienes las costillas rotas, así que estamos iguales. Suelta la puta escoba.- gritó ella. Ambos estaban más que bien, Leyna seguía con la férula y debía tenerla un tiempo más, pero se movía libremente con ayuda de muletas. De la cirugía quedó todo perfecto y ya le habían dado el alta. Herman había sanado sólo una de sus costillas, la otra aún seguía fisurada pero poco le importaba a él.
Cuando entre al comedor pude verlos pelear por la escoba y suspire fuertemente. Ellos se detuvieron solo para observarme.
-¿Que tal cariño?- dijo Leyna sonriente. Había comenzado a decirme cariño desde que salió del hospital y yo estaba realmente encantado con ello.
-Todo bien, ya he terminado con la venta.- le informe. Con mala cara soltó la escoba y se movió hasta mi. La sujete poniendo uno de mis brazos en su cintura, ella aún no se acostumbraba mucho a las muletas pero hacía lo mejor que podía.
Me abrazo cálidamente, Leyna había sido mi apoyo durante todo este tiempo. Estábamos más unidos que nunca y me sentía feliz por eso.
Hace dos semanas que está viviendo aquí en el destacamento junto a mi y la convivencia ha sido más que perfecta.
Viveka se fue hace un tiempo y se llevó a todos sus perros, me daba nostalgia pensar en que no la vería más con su tabaco en la boca y haciendo algún trabajo forzoso.
Meyer colapsó al comer la última tarta que ella le envió, creo que la extrañara mucho. Él nunca se animó a decirle que en realidad sentía algo por ella, yo lo sabía pero jamás dije nada. La dejó ir, cosa que yo jamás haría con Leyna, quería que estuviese a mi lado siempre.
-Dile a Herman que me de la escoba..-hablo por lo bajo y sonreí.- eres su jefe tiene que hacerte caso.- ella se comportaba de forma infantil cuando se encaprichaba con algo.
-Herman...¿le das la escoba a Leyna?- hable divertido.
-No- respondió cortante mi amigo. Solté una carcajada. Ella enfurecida se dio vuelta para ir hacia él pero casi se cae, la sostuve antes de que eso sucediera.
-Cariño deja de pelear por una escoba, te harás daño.- dije tranquilo.
-Es que yo quiero barrer, el ya lo ha hecho ayer. -reclamó.
-Bueno, si quiere hacerlo de nuevo déjalo. Tu no tienes tanta movilidad ahora mismo.- ella odiaba que dijéramos eso, pero era la verdad. No podía moverse libremente como siempre lo hacía, ahora tenía una férula en la pierna.
-Derek ha dejado un comunicado para ti en la entrada.- dijo Ancel entrando al comedor con un sobre en sus manos. Me lo entrego y yo con el ceño fruncido lo abrí.
Era una citación al juzgado, la sentencia de Wanda se haría mañana y debía estar allí ya que yo era la parte demandante.
Doble el papel y lo guarde en uno de mis bolsillos, tenía la esperanza de que encierren a esa loca de una vez por todas y para siempre. Había hecho mucho daño y aunque tenía motivos, no tenía derecho a hacerlo. Quería justicia y estaba seguro de que iba a conseguirla.

ALEKSEY - Terminada. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora