Me llamo Larah, conocí a Joseph en la inauguración de una de las empresas de mi padre, apenas tenía veinte años, estaba en la edad en la que salir con un hombre mayor era interesante. Él tenía veinticinco años, era cinco años mayor que yo, quizá no era mucho...
Todo comenzó aquella noche, cuando nos sentamos en la misma mesa, él conectó su mirada con la mía. Me sonrió.
—Larah, él es Joseph, mi nuevo socio. —Dijo mi padre presentándonos, él tomó mi mano besándola suavemente.
—Soy Larah Mateos, no le había visto en las reuniones de mi padre.— Dije, él no dejaba de mirarme, honestamente me incomodaba.
—El lo ha dicho, soy su nuevo socio. No sabia que tu padre tenía una hija tan linda como tú, te tenía bien escondida. —Tomó un sorbo de su copa de vino.
—No vivo con él, creo que por eso no me veía, tengo un departamento en donde vivo con mi prima Ana, mi padre dice que estamos en la edad perfecta para independizarnos. Y mi tío piensa lo mismo así que vivo con Ana sola desde hace un año. —Él me escuchaba atentó, sin dejar de mirarme. Ian, mi novio llegó a aquella reunión, me despedí de Joseph y fui hasta Ian, decidimos irnos de la fiesta, habían muchas cámaras y personas que ninguno de los dos conocíamos, estábamos cumpliendo nuestro primer mes así que me acompaño a casa a cambiarme para irnos al cine, recibí un mensaje de Joseph, me preguntaba como había conseguido mi número telefónico, pero no le tomé tanta importancia.
A la mañana siguiente, recibí la llamada de mi padre, haría una pequeña comida en su casa por su cumpleaños, saliendo del colegio me dirigí hacia ahí en mi auto.
—Hija, que alegría verte. —Me abrazó.
—No tuve tiempo de comprarte un obsequio. —Dije entrando a la casa, el comedor estaba lleno de empresarios, así que subí a mi antigua habitación a buscar algo de ropa adecuada para cambiarme, un pequeño vestido para la ocasión.
—Es muy corto—Dijo mi madre.
—Quizá deba traer más ropa a casa, esta esta aquí desde hace un año—Reí, mi madre me abrazó.
—Cada día creces más—Dijo abrazándome. Mi padre nos llamó y fuimos a saludar a los invitados, reconocí inmediatamente a Joseph, sonrió al verme, acercándose a mi.
—Que alegría verte de nuevo Larah—Dejó un beso en mi mejilla.
—Pensamos lo mismo, no creí verte aquí—Sonreí.
—Deje un mensaje en tu teléfono, no recibí respuesta. —Dijo.
—Lo lamento, olvidé responder. —Dije.
—No hay problema... ¿Tienes planes esta noche? —Preguntó. Negué, él me invito a cenar a su departamento, sigo preguntando a mi misma porque acepté, solo se que anhelaba ir, su mirada me atrapaba.
La esperada noche llegó, su chofer fue por mi, su departamento era realmente bello. Me recibió con unas flores.
—Son realmente bellas, gracias.—Dije, sus empleados comenzaron a servir vino en las copas. Él seguía incomodandome con su mirada. Decidí preguntarle. —¿Por qué me miras tanto? —Dije dándole un sorbo a aquella copa.
—Me gusta mirar lo que me gusta.—Dijo sonriente.
—No entiendo de que hablas. —Dije.
—Voy a serte sincero, quiero proponerte un contrato, para que seas mi acompañante, en fiestas, compromisos familiares y en todo lo que involucra ser mi mujer. —Bebió un sorbo más.